Perdidos en Minnesota
'Una vida americana', de Luc¨ªa Carballal, es una de las mejores funciones de la temporada
Para hablar de su teatro, Luc¨ªa Carballal utiliza el t¨¦rmino ¡°falsa comedia¡±. Anot¨¦ en una columna ¡°imprevisibilidad tonal¡±, pero Robin Rose lo clava en esta frase: ¡°Yo es que hago el drama en pijama¡±. Es felic¨ªsimamente dif¨ªcil definir a los cuatro personajes de Una vida americana(exitazo en el teatro Galileo) porque est¨¢n escritos e interpretados desde la naturalidad, lejos de arquetipos, sin el menor clich¨¦. ?Qu¨¦ descanso, qu¨¦ libertad! Una familia del madrile?o barrio de Tetu¨¢n viaja al lago Crow Wing, en Minnesota, en busca de un padre perdido. Y de otras cosas perdidas. ¡°Un viaje hacia la herida¡±, dice Carballal. Las falsas comedias verdaderas siempre salen de una herida. Pero con mucho humor: drama en pijama.
¡°La identidad (y a qui¨¦n le importa)¡± podr¨ªa ser el lema de esta pieza tan divertida como profunda. Linda (Esther Isla), la hermana mayor, escribe relatos infantiles de ositos a la deriva. El padre, un tal Warren Clarkson, es una silla vac¨ªa. Un californiano que lleg¨® a Madrid en los a?os de la movida: siempre sal¨ªa movido en las fotos porque siempre estaba y¨¦ndose, hasta que se fue del todo. Robin Rose (Vicky Luengo), la hermana peque?a, la mejor pensadora de la familia, es trans. O queer. ?Qu¨¦ m¨¢s da la definici¨®n? G¨¦nero neutro, concepto que se expande en un pasaje capital de la funci¨®n, tan noventayochista y tan de ahora mismo: ¡°Esa obsesi¨®n con la figura del padre¡±, dice Robin Rose. ¡°Espa?a no tiene padre, y t¨² tampoco. ?Tan terrible es? Mira qu¨¦ hacen los padres con sus pa¨ªses. Pero ah¨ª seguimos, con el tono cetrino de la orfandad, buscando al padre, buscando el g¨¦nero. ?Hombre o mujer? ?Qu¨¦ son las dos Espa?as, sino esa b¨²squeda desesperada del g¨¦nero? Uno pugnando por dominar al otro, ?para qu¨¦? Espa?a no tiene g¨¦nero¡±.
Los cuatro personajes de la obra est¨¢n escritos e interpretados desde la naturalidad, lejos de arquetipos, sin el menor clich¨¦
Tan contradictoria como cualquiera, acusa a Paloma, su madre (Cristina Marcos), de haberse apuntado al lesbianismo sin convicci¨®n. Y Paloma le responde con su misma moneda: ?qu¨¦ importan las definiciones, si se siente tan bien con su amiga Gla?dys? Levi (C¨¦sar Camino), amante de Linda, es un jud¨ªo de Carabanchel que no se siente jud¨ªo¡ hasta cierto punto. ¡°Puedes cambiarte el nombre¡±, dice, ¡°puedes cambiar la nacionalidad, pero no puedes dejar de ser jud¨ªo. Me pareci¨® un buen motivo para alejarme¡±. ?Maravillosas contradicciones, esencia de la vida!
?Y la ¡°identidad americana¡±? Otra encarnaci¨®n del deseo, otra gran contradicci¨®n. Linda descubre que el himno americano ¡°surgi¨® de una canci¨®n de los colonos brit¨¢nicos, una alegre canci¨®n de borrachos¡±, del mismo modo que una lejana canci¨®n de Mecano (Un a?o m¨¢s) se convirti¨® para ella en un himno de infancia y en el emblema paterno. Linda quiere ser americana; Robin Rose quiere volver a Tetu¨¢n, que al mismo tiempo detesta. ¡°Los or¨ªgenes est¨¢n sobrevalorados¡±, dice Levi. ¡°En el puto Mine¨¢polis he entendido al fin lo que es vivir en la di¨¢spora¡±. Y tambi¨¦n Tetu¨¢n de las Victorias es un barrio mental, como dir¨ªa Mars¨¦. ?Familia ¡°disfuncional¡±? Como todo quisque. Gente que busca saber qu¨¦ pintan en la vida, tratar de hacer lo que desean, querer y ser queridos.
Cristina Marcos vuelve a la escena a lo grande, en un papel a su medida: parece pose¨ªda por el esp¨ªritu (gracia, hondura, liviandad y dureza) de Amparo Bar¨®. Coloca estupendamente (¡°Tu padre me dej¨® a m¨ª. Ya s¨¦ que quieres la medalla del abandono, pero no es tuya. Vosotras ibais en el paquete¡±), y sus compa?eros de reparto no le van a la zaga. Esther Isla y Vicky Luengo bordan la fragilidad y la fiereza de sus personajes, y viceversa, porque un solo adjetivo no les vale. Y C¨¦sar Camino tambi¨¦n est¨¢ eminente en sus turbamultas emocionales, y la gracia de los cuatro corazones (y de la obra entera) relumbra en la culminante escena del sabbat, que Levi define en una frase que hubieran firmado Neil Simon o Woody Allen: ¡°El sab?bat es como la cena de Nochevieja, pero todos los viernes por la noche¡±. Y esta gran sentencia de Paloma, que recuerda al Tennessee Williams m¨¢s jovial: ¡°A veces pienso que los hombres ten¨¦is adicci¨®n a los comienzos¡±.
Luc¨ªa Carballal es una dramaturga fenomenal porque tiene razones para todos, di¨¢logos que fluyen como un r¨ªo de monta?a con la sofisticaci¨®n de un martini muy seco. Y a la vez son muy espa?oles, hijos de Mihura y de Almod¨®var. Me hizo pensar tambi¨¦n en Pamela Adlon, creadora de la serie Better Things, y en la mezcla de humor y fantas¨ªa del teatro de Sarah Ruhl. V¨ªctor S¨¢nchez Rodr¨ªguez, que ha dirigido varias piezas de la autora, firma de nuevo la puesta y hace bailar a los int¨¦rpretes al ritmazo cambiante y siempre viv¨ªsimo de su partitura: no es poco m¨¦rito.
Se me acaba el espacio. Tambi¨¦n quiero aplaudir la escenograf¨ªa de Alessio Meloni (los ¡°abetos esplendorosos¡± de Twin Peaks sobrevolados por esa caravana procedente del planeta Tetu¨¢n) y las realistas y m¨¢gicas luces de Luis Perdiguero. Una vida americana ha de volar lejos.
¡®Una vida americana¡¯, de Luc¨ªa Carballal. Teatro Galileo (Madrid). Director: V¨ªctor S¨¢nchez Rodr¨ªguez. Int¨¦rpretes: Cristina Marcos, Esther Isla, Vicky Luengo, C¨¦sar Camino. Hasta el 4 de marzo.
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