Un vocabulario particular que ya es de todos
¡°Bocata¡±, ¡°tocata¡±, ¡°firloyo¡± o ¡°tontolculo¡±. El humorista dominaba toda una t¨¦cnica de formaci¨®n de palabras
Antonio Fraguas, Forges, construy¨® un vocabulario propio que millones de espa?oles han hecho suyo. Y la Academia tambi¨¦n. Por ejemplo, hoy en d¨ªa se puede o¨ªr la palabra ¡°bocata¡± en cualquier bar, tanto en la voz del cliente como en la del camarero, y despu¨¦s verificar su significado en el Diccionario, porque ah¨ª figura desde 1983.
En esa entrada se aclara que este t¨¦rmino se form¨® mediante un acortamiento de ¡°bocadillo¡± y la adici¨®n del ¡°sufijo jergal¡± ¨Cata, y que equivale en el lenguaje coloquial precisamente a ¡°bocadillo (pieza de pan abierta)¡±. Esta nueva funci¨®n como sufijo jergal se la invent¨® Forges, y quiz¨¢s se pueda a?adir pronto a la lista de las otras cinco posibilidades y significados que el Diccionario reconoce al sufijo -ata para formar palabras nuevas en las que tal part¨ªcula se a?ade a una ra¨ªz (como sucede por ejemplo en ¡°caminata¡± o ¡°perorata¡±; adem¨¢s de otros t¨¦rminos con variaci¨®n de g¨¦nero: ¡°novata¡±, ¡°ni?ato¡±¡). Antonio Fraguas aplic¨® este sufijo m¨¢s all¨¢ de la norma prevista, para ensancharla.
La Nueva Gram¨¢tica de la Academia (2010) s¨ª define esa aportaci¨®n de Forges, aunque no lo cite como autor. Y se?ala que ¨Cata es un sufijo que ¡°construye nombres y adjetivos a partir de formas normalmente acortadas de bases nominales, adjetivales y, en menor medida, verbales¡±. En efecto, con esa misma construcci¨®n nacieron ¡°sociata¡±, ¡°cubata¡±, ¡°tocata¡±...
?A?ade algo ¡°bocata¡± respecto a ¡°bocadillo¡±? Puede que s¨ª: el bocata es quiz¨¢s m¨¢s personal, m¨¢s cercano; m¨¢s de pandilla. M¨¢s plural que singular. Igual que el tocata respecto del tocadiscos. Y adem¨¢s, ¡°bocata¡± ha producido ya un derivado: bocater¨ªa (o establecimiento donde se venden bocatas).
La estructura jergal le permiti¨® adem¨¢s al humorista suprimir la preposici¨®n que vincula el pan con lo que va dentro. As¨ª, por ejemplo, uno de sus personajes desesperados aparec¨ªa dispuesto a comerse ¡°un bocata cerillas¡±.
Forges construy¨® gran parte de su vocabulario identificativo a partir de los recursos propios del idioma espa?ol (especialmente los sufijos), y tambi¨¦n invent¨® t¨¦rminos que no tienen origen conocido. He aqu¨ª una posible clasificaci¨®n de su l¨¦xico particular.
Palabras creadas por sufijaci¨®n. Es decir, t¨¦rminos que se forman con la adici¨®n de un sufijo a la ra¨ªz. A la ya citada ¡°bocata¡± se a?aden ¡°drogata¡±, ¡°sociata¡±, ¡°ordenata¡±, ¡°cubata¡±, ¡°jubilata¡±, ¡°segurata¡±, ¡°tocata¡±¡
De ellas, ya han entrado en el Diccionario ¡°cubata¡±, ¡°bocata¡±, ¡°drogata¡± y ¡°tocata¡±, como alternativas coloquiales de ¡°cubalibre¡±, ¡°bocadillo¡±, ¡°drogadicto¡± y ¡°tocadiscos¡±. Sin embargo, no todas son obra de Forges, seg¨²n cont¨® ¨¦l mismo a este peri¨®dico en 2014: ¡°Bocata¡¯ s¨ª que lo invent¨¦ yo, y ¡®tocata¡¯ tambi¨¦n. Pero ¡®cubata¡¯ y ¡®segurata¡¯ no¡±.
M¨¢s m¨¦rito a¨²n, entonces: descubri¨® un camino de sufijaciones (las ¡°sufijaciones jergales¡± seg¨²n la Academia) que estaba inexplorado.
Y no terminaron ah¨ª sus ¡°forgendros¡± (o engendros de Forges). Tambi¨¦n acudi¨® al sufijo latino ¨C¨¦rrimus, que conform¨® en aquella lengua adjetivos superlativos como mis¨¦rrimus, celeb¨¦rrimus o ac¨¦rrimus. El castellano adoptar¨ªa exactamente 11 de aquellos superlativos latinos (entre otros los tres citados), que consideramos cultismos y entre los que figuran tambi¨¦n ¡°lib¨¦rrimo¡±, ¡°paup¨¦rrimo¡± o ¡°pulqu¨¦rrimo¡±. Todos ellos los heredamos por tanto directamente de la lengua de Roma, y a nadie se le hab¨ªa ocurrido crear palabras en espa?ol con esas piezas. Hasta que Forges empez¨® a escribir y decir ¡°estupend¨¦rrimo¡±, ¡°tont¨¦rrimo¡±, ¡°estupid¨¦rrimo¡± o ¡°modern¨¦rrimo¡±. De momento no han llegado al Diccionario, pero qui¨¦n sabe.
Forges tambi¨¦n acudi¨® al sufijo ¨Camen para sus creaciones. Este morfema articula en espa?ol palabras en las que se deduce un significado colectivo de lo que menciona la ra¨ªz. As¨ª tenemos ¡°velamen¡± (conjunto de velas), ¡°pelamen¡± (el conjunto del pelo) o ¡°maderamen¡± (conjunto de maderas que entran en una obra). Forges identific¨® probablemente el sentido de abundancia y generosidad que se ocultaba en esos t¨¦rminos y form¨® por analog¨ªa palabras como ¡°muslamen¡± o ¡°porramen¡±. Y defini¨® concretamente ¡°muslamen¡± como ¡°atributos femeninos determinantes¡±; y ¡°porramen¡±, como ¡°conjunto de porros fumados por un grupo parlamentario, necesarios para votar afirmativamente determinados proyectos de ley propios, curiosamente infumables¡± (El libro de los 50 a?os de Forges. Espasa, 2014).
Curiosamente, la primera aparici¨®n de su personaje llamado Blasillo (en el diario Informaciones, en los a?os setenta) incluye una palabra forgiana creada mediante sufijo. En esa vi?eta, un ni?o le cuenta a un hombre con aspecto muy rural: ¡°Padre, el Blasillo est¨¢ diciendo malsonancias coyunturales¡±.
¡°Malsonancia¡± no entrar¨¢ en el Diccionario hasta 1984, mucho despu¨¦s de que la usara Antonio Fraguas.
Por su parte, el sufijo ¨Coide le sirvi¨® para formar un adjetivo (¡°afanoide¡±), que muestra una certera intuici¨®n. Ese morfema, seg¨²n la Academia, ¡°a?ade matiz despectivo en adjetivos derivados de otros adjetivos¡±; y pone como ejemplo ¡°feminoide¡±. En el caso de Forges, un ¡°afanoide¡± suele ser un concejal de Urbanismo.
Estos sufijos forgianos superaron todas las ¨¦pocas de la obra del humorista, y tambi¨¦n los hallamos en dibujos recientes. En ellos encontramos por ejemplo la palabra ¡°gurt¨¦lidos¡±, en la que se establece una analog¨ªa con los nombres cient¨ªficos que designan familias o especies animales (must¨¦lidos, an¨¦lidos, cam¨¦lidos...). En este caso, se designa una especie de b¨ªpedos asociados a la trama G¨¹rtel.
Inglesismos. No los llamaremos ¡°anglicismos¡± porque no lo son ni lo quieren ser. Antes al contrario: muchos anglicismos se usan por complejo de inferioridad (al creer que mencionar algo por su nombre en ingl¨¦s es m¨¢s prestigioso), y Forges se re¨ªa precisamente de eso. Hac¨ªa decir a sus personajes (a partir de los adjetivos en ingl¨¦s terminados en ¨Cable; o sea: -¨¦ibol) palabras como ¡°formid¨¦ibol¡± o ¡°inaguant¨¦ibol¡±, adem¨¢s de ¡°incr¨¦dibol¡±. ?Por qu¨¦? ¡°En mi ¨¦poca escolar¡±, explic¨® Fraguas, ¡°todos estudi¨¢bamos franc¨¦s. La clase media espa?ola estudiaba franc¨¦s. Pero llegaron los superpijos y se pusieron a estudiar ingl¨¦s. Y entonces yo le tomo el pelo de esa forma a ese estrato social, porque empezaban a decir palabras en ingl¨¦s sin saber a veces ni qu¨¦ estaban diciendo¡±.
En conversaciones familiares o de amigos, o en el lenguaje coloquial espa?ol, se suelen formar palabras as¨ª, inspiradas por Forges: ¡°Es acojon¨¦ibol¡±, ¡°esto fue imprevis¨¦ibol¡±.
Tambi¨¦n invent¨® Fraguas los inglesismos ¡°cu?ading¡± (soportar a un cu?ado) o ¡°ejcuerning¡± (deporte de riesgo); y el francesismo ¡°jilipoyu¨¢¡±, de sencilla traducci¨®n para cualquier espa?ol.
Af¨¦resis. La af¨¦resis (del griego afa¨ªresis, quitar) consiste en la supresi¨®n de alg¨²n sonido al principio de un vocablo. El Diccionario introdujo en 1884 los ejemplos de ¡°norabuena¡± por ¡°enhorabuena¡± y ¡°Col¨¢s¡± por ¡°Nicol¨¢s¡± (si bien en 1950 suprimi¨® este segundo caso, quiz¨¢s porque ya se entend¨ªa con el primero).
Forges capt¨® en el habla popular esas af¨¦resis que resultan graciosas y castizas, y en ocasiones les a?ad¨ªa un segundo t¨¦rmino, fusionado: ¡°Gensanta¡±, ¡°mosanda¡±, ¡°nefecto¡±, ¡°sactamente¡±, ¡°sodicen¡±, ¡°soparece¡±, ¡°sovaser¡±, ¡°cachis la mar¡±, ¡°gn¨ªfico¡±; a veces con la supresi¨®n de fonemas en el medio de la cadena de palabras: ¡°tontolculo¡±.
Casi siempre se deduc¨ªa un tono de sabihondez en el personaje que las pronunciaba. Pero eso no alcanzaba a la Blasa cuando dec¨ªa ¡°jom¨ªo¡±.
Interjecciones. El vocabulario propio de Antonio Fraguas incluy¨® adem¨¢s muchas interjecciones, algunas de las cuales podr¨ªan encajar en el cap¨ªtulo anterior. Exclamaciones con af¨¦resis son por ejemplo ¡°?s¨®rdenes!¡± o ¡°?drem¨ªa!¡±, como tambi¨¦n ¡°?vadi¨®s!¡±. Y, por supuesto, ¡°cielo santo¡±, que termin¨® en ¡°?losanto!¡±.
A ellas se unen otras populares, como ¡°?velay!¡±, una contracci¨®n de ¡°velo ah¨ª¡± que el Diccionario registra como interjecci¨®n poco usada y que define as¨ª: ¡°?sase para dar por cierto o asegurar lo que se dice, a veces con resignaci¨®n o indiferencia¡±.
¡°Velay¡± ya andaba por los diccionarios de principios del siglo XX, pero la Academia no la incorpora hasta 1984.
Adem¨¢s de aplicar su buen o¨ªdo a la lengua coloquial y rural, Forges hizo pronunciar a sus dibujos exclamaciones inventadas por ¨¦l, como ¡°?reconjo?eta!¡± o ¡°?recojonosti¨®jonos!¡±.
Lenguaje popular. Algunos de los vocablos usados por Antonio Fraguas se hallaban desde hac¨ªa decenios en el habla popular, y acabaron aceptados luego por la Academia; qui¨¦n sabe si con el impulso lejano del dibujante. Las palabras jergales pasaron a menudo por sus vi?etas, como el muy usado ¡°se est¨¢ de buten¡± (¡°excelente, estupendo¡±). ?l lo puso, por ejemplo, en boca de un n¨¢ufrago ciertamente optimista.
El original dibujante tambi¨¦n populariz¨® el elogio ¡°maciza¡±, que llega al Diccionario en 1984 (¡°persona de carnes duras y consistentes¡±) despu¨¦s de que Forges se lo adjudicara mucho antes a las exuberantes mujeres de algunos de sus dibujos; y en ese mismo a?o se incorporan ¡°maromo¡± (individuo, t¨ªo, fulano, novio), y adem¨¢s otro t¨¦rmino del l¨¦xico forgiano: ¡°chorbo¡± (¡°persona cuyo nombre o condici¨®n se ignoran o no se quieren decir¡±), de donde ¨¦l formar¨¢ ¡°chorber¨ªo¡± ¨Cnuevamente con la t¨¦cnica de la sufijaci¨®n¨C; para definirlo, curiosamente, como ¡°conjunto de maromos¡±.
Neologismos sonoros. La genialidad y la imaginaci¨®n de Antonio Fraguas se plasmaron adem¨¢s en palabras inventadas por ¨¦l, generalmente a base de combinar sonidos que bien pod¨ªan sugerir lo nombrado. En esta categor¨ªa pueden encuadrarse las ya mencionadas exclamaciones ¡°?reconjo?eta!¡± y ¡°?recojonosti¨®jonos!¡±. Y tambi¨¦n el verbo ¡°esnafrarse¡±.
El propio Fraguas cont¨® el nacimiento de este neologismo, que la Academia no ha incorporado¡ a¨²n. ¡°La etimolog¨ªa de ¡®esnafrarse¡¯ es que ¨ªbamos mi amigo Antonio y yo en una bicicleta, y se nos solt¨® el manillar. Yo le grit¨¦: ¡®?T¨ªrate!¡¯, pero no se tir¨®. Yo me tir¨¦, pero ¨¦l se peg¨® una chufa contra una pared. Y entonces dije: ¡®Se ha esnafrado¡¯. Me sali¨® as¨ª. Mucho tiempo despu¨¦s me enter¨¦ de que en gallego existe esnafrarse, que equivale a escarallarse. Pero mi padre, que era gallego, no hablaba nunca en gallego, y jam¨¢s le hab¨ªa o¨ªdo esa palabra¡±.
Bueno, ¡°escarallarse¡± tampoco est¨¢ en el Diccionario de la Lengua Espa?ola, pero despu¨¦s de lo relatado se puede deducir bien qu¨¦ significa.
Otros inventos geniales de Forges son ¡°firloyo¡±, definido por ¨¦l como ¡°conjunto mec¨¢nico incomprensible¡±, o ¡°firulillo¡±, palabra que designa un ¡°dispositivo mec¨¢nico o electr¨®nico, de funci¨®n desconocida en el mecanismo en cuesti¨®n¡± (El libro de los 50 a?os de Forges, 2014).
La misma creatividad onomatop¨¦yica alumbr¨® los t¨¦rminos ¡°esborcio¡± (construcci¨®n electr¨®nica compleja e inadecuada), ¡°esforciar¡± (romper, estropear) o ¡°jodiente¡± (diente que molesta con mucho dolor).
Nombres propios. Adem¨¢s de los ya conocidos Blasillo, Mariano, Concha, Blasa, Romerales¡ Forges invent¨® personajes con nombre propio adaptado, mediante juegos de palabras que part¨ªan de una cierta realidad. As¨ª, el gran portero internacional de los a?os ochenta Luis Miguel Arconada tuvo su personaje opuesto en Arcomanta; y el arquero Andoni Zubizarreta inspir¨® a su vez a Subimaleta (¡°el portentoso guardameta¡±). A los dos se les a?adi¨® el In¨¦fito Feli¨², ¡°esforzado atleta, primo de Subimaleta¡±, que siempre sal¨ªa estrepitosamente derrotado. Tambi¨¦n cre¨® Fraguas la televisi¨®n Torrenicasso (por aquel entonces, CNN+ se hallaba en Torre Picasso), en otra parodia onom¨¢stica.
Los escasos ejemplos aqu¨ª referidos (escasos en comparaci¨®n con la extensi¨®n de su obra y de su vocabulario) dan idea del inter¨¦s que siempre suscit¨® el lenguaje para el entra?able humorista.
Ese cari?o por las palabras se plasmaba adem¨¢s en una notoria obsesi¨®n por el correcto uso del espa?ol (detestaba, por ejemplo, el galicismo ¡°poner en valor¡±). Forges conoc¨ªa con profundidad su lengua, y gracias a eso fue capaz de gastarle al genio del idioma unas bromas que, lejos de incomodarle por atentar contra sus viejos criterios, le habr¨¢n hecho re¨ªr a carcajadas.
#graciasForges
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