Las im¨¢genes robadas de Mario Muchnik
Una muestra refleja en Par¨ªs la vocaci¨®n fotogr¨¢fica del editor
Mario Muchnik fue bachiller en Buenos Aires, universitario en Nueva York, f¨ªsico nuclear en Roma, jefe de una empresa de audiovisuales en Londres, director de colecciones literarias en Par¨ªs, fundador de la editorial que llev¨® su nombre en la Barcelona de 1973 y despu¨¦s responsable de distintos proyectos librescos en Madrid, donde sigue residiendo. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n estas vidas sucesivas? Pues que, en todas ellas, Muchnik se volc¨® en una pasi¨®n inmutable: la fotograf¨ªa. En 2017, el editor argentino cedi¨® 133 im¨¢genes de su archivo al Instituto Cervantes, que le agradece ahora el gesto con una exposici¨®n itinerante, Mario Muchnik, el fot¨®grafo, que condensa la mitad de aquella donaci¨®n.
La muestra, inaugurada en la sede parisiense de la instituci¨®n, permite descubrir sus retratos de escritores e intelectuales de medio mundo. Sartre y Beauvoir aparecen en una terraza romana all¨¢ por 1965. Malraux ora de espaldas en algo que, de lejos, parece un mitin. John Cage juega al ajedrez y fuma con boquilla. Borges posa en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires a principios de los setenta. Gabriel Garcia M¨¢rquez, Adolfo Bioy Casares, Alejo Carpentier, Pierre Mend¨¨s France, Daniel Cohn-Bendit, Ana Mar¨ªa Matute, Carmen Mart¨ªn Gaite, Italo Calvino o Dario Fo protagonizan el resto de instant¨¢neas, todas ellas de marcado aspecto natural, sin encuadre estudiado ni escenograf¨ªa a destacar. Adem¨¢s, Muchnik utiliza en todas ellas un riguroso blanco y negro.
¡°El color nunca me dijo nada. Para m¨ª, el blanco y negro ya era suficientemente expresivo. El color fue solo un arreglo de las compa?¨ªas de fotograf¨ªa¡±, opina Muchnik, ausente de la inauguraci¨®n en Par¨ªs a causa de una ca¨ªda dom¨¦stica de su esposa, Nicole, todav¨ªa convaleciente. ¡°La mayor¨ªa de fotograf¨ªas son fruto del azar. No las busqu¨¦ conscientemente. Simplemente, me cruzaba con Goytisolo o con Vargas Llosa y les hac¨ªa una foto. Y as¨ª hasta llegar a reunir 50.000 negativos¡¡±, relata el editor y fot¨®grafo.
Las im¨¢genes tienen otra imprecisa calidad en com¨²n: el aura de soledad que envuelve a sus personajes. ¡°La fotograf¨ªa de Muchnik es literaria¡±, escribe el pintor Eduardo Arroyo en el cat¨¢logo de la muestra. ¡°Personajes perplejos casi siempre, ocupados en paisajes desolados¡±.
Otro bonaerense madrile?izado, el poeta y ensayista Marcos-Ricardo Barnat¨¢n, ha ejercido de comisario de la exposici¨®n. ¡°Desde muy joven estuvo en contacto con escritores, al ser hijo de otro gran editor como Jacobo Muchnik, legendario en Argentina y responsable de una colecci¨®n de poes¨ªa en la que nos formamos muchos¡±, declar¨®. ¡°Esa es la raz¨®n por la que, siendo todav¨ªa ni?o o adolescente, conoci¨® a Alberti o a S¨¢bato¡±.
Pese a esos tempranos contactos, Muchnik recuerda que el protagonista de su primer retrato fue su perro. ¡°Tendr¨ªa 8 o 9 a?os. Era un perro bravo¡±, recuerda. Recibi¨® excelentes cr¨ªticas, aunque todas procedieran de parientes suyos, lo que le hace dudar sobre su credibilidad. De todas formas, desde ese d¨ªa nunca dej¨® de pulsar el disparador. ¡°La psicolog¨ªa que me mueve siempre ha sido la misma: reflejar una realidad. No ha primado la est¨¦tica, que no me interesa. A m¨ª me ha interesado mucho la realidad¡±, asegura Muchnik.
Sus c¨¢maras favoritas fueron sus dos Leicas ¡°con sus cuatro objetivos¡±, que prefiri¨® a robustos modelos germanos como Contaflex y Rolleiflex por la agilidad y la rapidez de reflejos que le proporcionaban. ¡°All¨¢ donde iba, siempre se llevaba una c¨¢mara¡±, cuenta su hijo Federico, cineasta asentado en Boston desde hace d¨¦cadas, que se desplaz¨® a Par¨ªs para asistir a la inauguraci¨®n. ¡°Las c¨¢maras suelen ser un filtro, una forma de poner algo entre la vida y t¨². Una c¨¢mara es un buen lugar detr¨¢s del que esconderse. Y, a la vez, tambi¨¦n son una manera de intentar conectar con el otro¡±.
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