Castellanos Moya: ¡°El Salvador es una herida a la que siempre vuelvo¡±
El escritor publica 'Moronga', una novela protagonizada por un exguerrillero y un profesor centroamericanos a los que une la incapacidad para adaptarse a su nueva vida en EE UU
Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, Honduras, 1957) se crio en El Salvador, escap¨® de all¨ª a los 20 a?os huyendo de la guerra civil, regres¨® algunas veces pero siempre acababa y¨¦ndose de nuevo. Entre medias, vivi¨® en M¨¦xico, Espa?a, Alemania, Jap¨®n y EE UU, donde reside ahora. Pero, invariablemente, cada vez que se sienta a escribir ficci¨®n, vuelve a su pa¨ªs, a la guerra, a los 20 a?os, a lo que ¨¦l denomina su herida. Acaba de publicar una original novela, Moronga (Literatura Random House), con dos personajes muy diferentes: Zeled¨®n, un exguerrillero salvadore?o parco en palabras y en gestos que trata de borrar su propia memoria torturada, y Arag¨®n, un aparentemente sesudo profesor universitario, tambi¨¦n salvadore?o, que no para de hablar consigo mismo y que va de aqu¨ª para all¨¢ maltratado por miedos, paranoias y una pulsi¨®n insana por la pornograf¨ªa. Ambos viven en EE?UU, se cruzan gracias a una voltereta del destino y describen dos de las mil caras del desarraigo latinoamericano.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ esos personajes tan desarraigados, con tan pocas ataduras vitales?
RESPUESTA. Porque son expelidos por su pa¨ªs, El Salvador. Por eso viven peleados por el mundo que dejan, al que no quieren pertenecer m¨¢s. Pero tambi¨¦n tienen problemas para adaptarse al mundo al que llegan. Est¨¢n marcados por la guerra civil de El Salvador de los a?os ochenta. Pero la historia ocurre 20 a?os despu¨¦s. Tanto Zeled¨®n como Arag¨®n tienen m¨¢s de 50 a?os, sus vidas deber¨ªan estar definidas y, sin embargo, viven en una situaci¨®n inestable, de completa vulnerabilidad. El Salvador es un pa¨ªs del que salen caminando cada d¨ªa 230 personas rumbo a EE UU, seg¨²n datos del Gobierno. Esto indica el nivel de sangr¨ªa, y esta sangr¨ªa dura desde hace d¨¦cadas. Por eso es normal que ese tipo de personajes no sienta empat¨ªa ni por el sitio de donde proceden ni por el sitio al que van.
P. ?Usted padece ese mismo desarraigo?
R. Mi proceso es algo distinto. Yo sal¨ª de El Salvador cuando ten¨ªa 20 a?os. Y me fui a M¨¦xico. He vivido en Alemania, en Jap¨®n, en muchos pa¨ªses latinoamericanos, en Espa?a, y eso le da a uno colchones para acomodarse al lugar al que llega con m¨¢s facilidad. EE UU, adonde llegan estos personajes (y tantos centroamericanos), no se parece nada a Centroam¨¦rica, es mucho m¨¢s fr¨ªo. La sociedad norteamericana, de origen protestante, tiene muchas reglamentaciones acerca de la moralidad y la sexualidad. Y ellos vienen de una zona completamente dionisiaca, donde las pasiones son el crimen, el sexo y la sangre. Y la embriaguez. Por eso les cuesta asimilar ese mundo.
P. En la novela se menciona siempre el puritanismo de EE UU. ?Piensa que es un pa¨ªs puritano?
R. La novela refleja la gran contradicci¨®n de EE UU, que crea una esquizofrenia impresionante. Por un lado tiene usted una enorme reglamentaci¨®n sexual y por el otro una industria de la pornograf¨ªa floreciente a la que todo el mundo tiene acceso. En Latinoam¨¦rica no se da ese tipo de contradicci¨®n porque no existe esa reglamentaci¨®n. EE?UU es un pa¨ªs dado a las grandes prohibiciones: tuvo la gran prohibici¨®n del alcohol, ahora tiene la gran prohibici¨®n de las drogas, y tendr¨¢n la gran prohibici¨®n del sexo. Eso tiene que ver con el protestantismo, con una visi¨®n calvinista del mundo. Nosotros, los de la cultura latina, prohibimos pero nadie hace caso.
P. El personaje del exguerrillero carece absolutamente de ideolog¨ªa.
R. La ideolog¨ªa se acab¨®. En el momento en que la guerrilla se convirti¨® en partido pol¨ªtico y se convirti¨® en poder, la ideolog¨ªa pas¨® a ser pura fachada. Adem¨¢s, ese personaje entr¨® en la guerrilla por la pura acci¨®n. Hay gentes que entran en revoluciones o en guerras civiles por el aspecto ideol¨®gico, por el proyecto de sociedad que quieren construir. Pero hay otros que entran por la pasi¨®n por la acci¨®n. Es gente m¨¢s dionisiaca, lo que le gusta es la sangre, la adrenalina.
P. ?Cree que esa falta de ideolog¨ªa es extrapolable al resto de la sociedad?
R. Es el fin de ciertas ideolog¨ªas de izquierdas basadas en el cambio social, en la justicia social. Todas ellas, que estuvieron en boga en el siglo XX, se desmoronaron debido a la ca¨ªda del comunismo aunque no sean ideas comunistas. La ideolog¨ªa de la derecha no se debilit¨®. Porque la derecha es el capital, el dinero.
P. ?Eso tiene que ver con el retroceso de la izquierda en Latinoam¨¦rica?
R. En Latinoam¨¦rica, la izquierda entr¨® en el poder con una estructura de autoridad que ya exist¨ªa, que no cambiaron, una estructura corrupta, que no ten¨ªa ni que corromperse. Y esa izquierda se desfigur¨® completamente. Pero las ideolog¨ªas no han muerto. Hay otras. Mire el fen¨®meno de Trump, el racismo, eso tiene mucha ideolog¨ªa, creo que adem¨¢s surgen y ascienden por unos conductos por los que no est¨¢bamos acostumbrados. Antes estaba la ideolog¨ªa de la izquierda y del cambio. Ahora es otra cosa.
P. Algunos han comparado sus personajes con veteranos de la guerra de Vietnam¡
R. Se terminaron las guerras de Centroam¨¦rica en los noventa, pero lleg¨® algo peor: las pandillas, y digo algo peor porque son menos controlables. En las guerras hab¨ªa bandos. Aqu¨ª ya ni eso. Pero podemos decir que la regi¨®n fue asolada, como Vietnam. Con la diferencia de que no s¨¦ si en Vietnam se sali¨® con toda esta delincuencia, con toda esta inseguridad. ?Por qu¨¦ Latinoam¨¦rica se ha hundido en el crimen generalizado? No lo s¨¦. Yo de peque?o jugaba en la calle. Ahora eso no existe. Todo es territorio minado.
P. Usted ha vivido en muchos pa¨ªses, pero siempre escribe sobre El ?Salvador, ?no?
R. S¨ª, en ficci¨®n, s¨ª.
P. ?Y por qu¨¦? ?Por qu¨¦ una persona que sali¨® a los 20 a?os de su pa¨ªs no puede dejar de escribir de ¨¦l?
R. Hay escritores, los que proceden de metr¨®polis, de pa¨ªses muy consolidados, que cuando viajan escriben de los pa¨ªses a los que van. Graham Greene, por ejemplo. Luego tiene a un James Joyce, que tambi¨¦n ha vivido en muchos pa¨ªses pero que, en el fondo, nunca ha salido de Dubl¨ªn. Es dif¨ªcil saber por qu¨¦. Yo creo que el primero se siente m¨¢s libre, no tiene ataduras en t¨¦rminos de identidad. Y el escritor, por as¨ª decir, perif¨¦rico, no.
P. Habla de identidades nacionales, pero un escritor es una persona concreta, con su biograf¨ªa.
R. Para m¨ª El Salvador es una marca, una herida, y vaya donde vaya siempre voy a volver a ella. Todo escritor est¨¢ marcado por una herida, ocurrida en un tiempo determinado, generalmente en su primera juventud. En mi caso creo que es cuando yo despert¨¦ de la adolescencia y coincidi¨® con la explosi¨®n de la guerra civil. Eso me conmocion¨®. Y 40 a?os despu¨¦s sigo escribiendo de eso: sobre el terror cuando uno sal¨ªa a la calle y no sab¨ªa si iba a estallar un autob¨²s o si iba a cruzarse con un escuadr¨®n de la muerte e iba a ametrallar la parada del autob¨²s, o si simplemente iba a desaparecer uno, esa sensaci¨®n de terror, de que el aire se puede cortar, porque es denso. Por eso siempre busco personajes que vienen de aquel tiempo.
P. ?Y va a seguir haci¨¦ndolo?
R. Mi sue?o es liberarme de esos personajes, pero ya est¨¢n demasiado cerca de m¨ª.
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