El libertinaje seg¨²n Albert Serra
El catal¨¢n estrena 'Libert¨¦' en Berl¨ªn, con Helmut Berger como protagonista, donde explora el conflicto entre puritanismo y perversidad
El rostro de Helmut Berger es un poema, aunque no necesariamente l¨ªrico. Solemne y demacrado, el actor austriaco sale a escena apoyado en un bast¨®n para recibir el aplauso del p¨²blico. La funci¨®n acaba de terminar: dos horas y media de escenificaci¨®n del inextinguible conflicto entre puritanismo y libertinaje, todav¨ªa soberbiamente vivo en nuestro tiempo. A sus 73 a?os, el sex symbol del cine de Visconti se convierte en uno de los protagonistas de Libert¨¦, la obra que Albert Serra estren¨® el jueves pasado en la Volksb¨¹hne de Berl¨ªn, gran templo de la escena p¨²blica alemana. En el sentido estricto, no es el debut teatral del aclamado cineasta catal¨¢n. A comienzos de esta d¨¦cada, Serra ya mont¨® dos obras experimentales, M¨¦s enll¨¤ dels Alps y Pulgasari, en el Lliure de Barcelona.
Pese a todo, Libert¨¦ tiene una escala distinta. El paisaje que preside el escenario pudo firmarlo un pintor prerrom¨¢ntico en los tiempos del Sturm und Drang. Un rinc¨®n pastoral, un lago artificial y el canto enlatado de los p¨¢jaros nos transporta a un recodo del camino que lleva de Berl¨ªn a Potsdam, all¨¢ por 1774. No tardar¨¢ en convertirse en el transitado escenario de latigazos, penetraciones y otras formas de perversi¨®n f¨ªsica e intelectual. Un grupo de libertinos franceses huye de los ultraconservadores nombrados por Luis XVI en su nuevo Gobierno, con la esperanza de exportar su amoral filosof¨ªa a Alemania. Contar¨¢n con la ayuda del duque de Walchen, viejo librepensador presentado como amante del rey Federico (huelga se?alar que ese es el papel de Berger). Pero la estricta cultura prusiana, fundamentada en una creencia tan f¨¦rrea como hip¨®crita en la virtud, no aceptar¨¢ esa imposici¨®n francesa de buen grado.
En Libert¨¦, primer plato fuerte del reinado de Chris Dercon en este teatro tras su pol¨¦mico nombramiento en 2016, Serra prosigue su reflexi¨®n sobre el siglo XVIII, momento fundamental en la configuraci¨®n de la cultura europea, cuyo inicio ya retrat¨® en su ¨²ltima pel¨ªcula, La muerte de Luis XIV. Tambi¨¦n hay continuidad respecto a su lenguaje cinematogr¨¢fico, empezando por ese tempo reposado que ya ha convertido en marca de f¨¢brica y que exasper¨® a parte del p¨²blico berlin¨¦s, entre el que hubo tantas risas c¨®mplices como suspiros irritados respecto al tono susurrante de sus int¨¦rpretes.
Serra hace entrar el ritmo de la vida en el escenario y lo llena de silencios trascendentes, a partir de una puesta en escena voluntariamente est¨¢tica y mec¨¢nica, marcada por las entradas y salidas de carruajes y sillas de manos, en la que las convenciones dramat¨²rgicas brillan por su ausencia, con la ¨²nica excepci¨®n de las tres reglas aristot¨¦licas.
¡®Libert¨¦¡¯. Albert Serra. Volksb¨¹hne. Berl¨ªn. Hasta el 23 de marzo.?
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