Dibbits: ¡°El arte no cambia, pero la sociedad s¨ª y se debe reflejar esa evoluci¨®n¡±
El director del Rijksmuseum de ?msterdam sacude los fondos para acercar el inc¨®modo pasado esclavista de Holanda al visitante
El ritmo vital de Taco Dibbits (?msterdam, 1968), nuevo director del Rijksmuseum, contrasta con el sosiego de las famosas escenas de interior del Siglo de Oro holand¨¦s que cuelgan en las salas de uno de los museos m¨¢s importantes de Europa. No para, y cuando lo hace, tiene una buena excusa para justificarse por su conversaci¨®n telef¨®nica: "Estoy en N¨¢poles, que por cierto fue un d¨ªa parte de Espa?a", dice, para mostrarse luego generoso con su tiempo. Lleva dos a?os al frente del museo nacional holand¨¦s, custodio del arte y la historia del pa¨ªs, y quiere que sea "la casa de todos los ciudadanos". De ah¨ª que se prepare para ponerle nombre y apellidos al pasado esclavista de los Pa¨ªses Bajos. "Un cap¨ªtulo del que se habla casi como si no fuera nuestro", asegura. Espera tener lista en dos a?os la digitalizaci¨®n de los t¨ªtulos de las obras para evitar palabras como "negro", "enano" o "moro". Y est¨¢ a punto de inaugurar Alta sociedad , una muestra sobre los famosos de Europa de los siglos XVI al XX. Un esfuerzo internacional, pero que encaja en su visi¨®n de acercar el pasado a los ciudadanos. "Los retratos de gran formato que hemos reunido tienen como n¨²cleo duro el matrimonio formado por Marten y Oopjen Soolmans, unos burgueses ricos pintados por Rembrandt en 1634. Los adquirimos y exponemos a medias entre Holanda y Francia. Un hecho ins¨®lito, pero que funciona".
Pregunta. ?Es esa una de las tareas de los museos?
Respuesta. Hay en Europa hoy fuerzas que unifican, y tambi¨¦n regionalismo y un ascenso del populismo. Como museo nacional, podemos ofrecer al visitante un contexto a dicha polarizaci¨®n. Los objetos que guardamos no cambian, pero la sociedad s¨ª, y la forma de presentarlos evoluciona.
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. El Rijksmuseum es una instituci¨®n del siglo XIX fundada en un momento de frustraci¨®n por la independencia de las provincias del sur, que llev¨® a la creaci¨®n del Reino de B¨¦lgica. Se pretend¨ªa crear una identidad nacional holandesa que marc¨® los fondos art¨ªsticos. Por eso no tenemos obras de Rubens, Brueghel o Van Dyck. Se les consideraba belgas. Nuestros flamencos son los artistas protestantes que huyeron de las persecuciones religiosas. Por otra parte, se cumplen 450 a?os del estallido de la Guerra de los 80 a?os [1568-1648]. Fue contra Felipe II, pero tambi¨¦n fue una guerra civil entre los holandeses por culpa de las distintas interpretaciones protestantes de la Biblia. Abrimos una exposici¨®n el 12 de octubre en estrecha colaboraci¨®n con Espa?a. Hay que recordar que en semejante periodo de inestabilidad, la producci¨®n art¨ªstica de ambos pa¨ªses fue fascinante.
P. ?Y sobre la participaci¨®n holandesa en la esclavitud, que tambi¨¦n desea mostrar?
R. Forma parte del plan de partir del pasado para ver hacia d¨®nde vamos. El tr¨¢fico de esclavos es un hecho del que se habla como si no fuera nuestro. No encajaba en esa idea heroica de Holanda que pretend¨ªa reflejar un museo nacional. Por eso, es importante reconocer nuestro pasado esclavista y que el Rijksmuseum sea la casa de todos. Lo abordaremos como una responsabilidad, no como un acto pol¨ªtico, y desde una perspectiva personal. Estamos a dos a?os de la exposici¨®n, que tendr¨¢ car¨¢cter internacional, con objetos llegados tambi¨¦n de las antiguas colonias en Surinam y las Antillas. Nos centraremos en 10 personajes y 10 narraciones.
P. ?Cree que el visitante holand¨¦s sentir¨¢ m¨¢s suyo ese cap¨ªtulo hist¨®rico que las acogedoras escenas del Siglo de Oro?
R. Para ampliar horizontes hay que mirar a trav¨¦s de los ojos de otra persona. Pero el ¨¦xito de los interiores del siglo XVII se debe a que el arte, por primera vez, presentaba la vida cotidiana. Es lo que hacemos hoy con Instagram: fotografiamos una mesa con una taza de caf¨¦ y lo ense?amos. Por eso es tan accesible una mesa del Siglo de Oro con comida.
P. ?Y sobre el cambio de las cartelas?
R. Modificaremos los t¨ªtulos de las obras cuando est¨¦n desfasados. Jovencita negra, por ejemplo. No es gratuito. Si el autor lo llam¨® as¨ª, lo dejaremos entre par¨¦ntesis junto a la adaptaci¨®n. Es decir, mujer joven, a secas. Son descripciones que ya no encajan y estar¨¢n listas para 2020.
P. ?Opina que la entrada a los grandes museos deber¨ªa ser gratuita?
R. Ahora que todo est¨¢ en Internet, la gente busca m¨¢s que nunca lo real. El arte no es un lujo; en Raqqa [Siria] segu¨ªa habiendo creadores en la guerra. Creo que el visitante tambi¨¦n es responsable y debe contribuir a que el museo sea viable. Junto con el Estado y los patrocinios y donaciones privadas. Porque el arte es fr¨¢gil, pero esencial.
Retratos de cuerpo entero para reyes y plebeyos
Cuatro siglos de retratos de cuerpo entero, el formato preferido de reyes y arist¨®cratas, cuelgan en el Rijksmuseum, de ?msterdam. Es la primera muestra internacional dedicada a unos cuadros encargados en Europa por los poderosos para impresionar, y por la burgues¨ªa para reforzar su posici¨®n social. Con la perspectiva del tiempo, los 39 ¨®leos agrupados hasta el 3 de junio bajo el t¨ªtulo de High Society, producen a¨²n otra sensaci¨®n. El esplendor de nobles y militares se mantiene, pero los plebeyos que les sustituyeron parecen decirle al espectador que est¨¢n ah¨ª porque se lo merecen. Sin m¨¢s.
La exposici¨®n gira en torno al matrimonio holand¨¦s formado por los ricos burgueses Marten Soolmans y Oopjen Coppit, pintados por Rembrandt en 1634, que recibi¨® el equivalente a 200.000 euros actuales por las telas. Les acompa?an desde los primeros ¨®leos europeos de este tama?o, con los duques de Sajonia inmortalizados por Lucas Cranach el Viejo, en 1514, hasta una tela de Kees van Dongen, de 1931. Por el camino, aparecen Veronese, Frans Hals, Vel¨¢zquez, con su Don Pedro de Barberana y Aparregui (1631-33), Van Dyck, Manet o Munch. "Los brit¨¢nicos Johsua Reynolds y Thomas Gainsborough eran rivales, y el primero prefer¨ªa un entorno cl¨¢sico. Una de sus modelos se quej¨® de que le hizo probarse hasta 11 vestidos para luego ponerle un lienzo en el cuerpo. El otro lograba un efecto m¨¢s moderno con ropa de su tiempo. Un ejemplo actual es el de George Bush, el expresidente de los Estados Unidos, y su esposa, Laura, que escogieron una pose cl¨¢sica para sus retratos de Estado. El matrimonio Obama hizo otro tanto al abandonar el presidente la Casa Blanca. La diferencia es grande: los primeros resultan tradicionales y los segundos actuales", dice Jonathan Bikker, conservador de la parte pict¨®rica de la muestra (hay adem¨¢s 80 dibujos y grabados de los fondos del Rijksmuseum).
Hab¨ªa tambi¨¦n reglas distintas para los modelos masculinos y femeninos. As¨ª, mientras Enrique IV de Sajonia sujeta en el siglo XVI una espada con mirada retadora, su esposa, Catalina de Mecklenburgo, cruza modesta sus manos sobre la cintura. ¡°Con el tiempo, el recato perdi¨® valor. La marquesa Luisa Casati era muy alta y lo parece a¨²n m¨¢s en la tela de Giovanni Boldini, de 1908¡±. Vestida de seda negra, tez blanqu¨ªsima y adornos violetas, adem¨¢s de un perro bruno, observa desafiante al espectador. ¡°Las telas eran esenciales y por eso las damas parecen subir o bajar. Para que el artista refleje dicho movimiento¡±, seg¨²n Bikker.
La rica vestimenta de los modelos permite seguir a su vez cuatrocientos a?os de moda. En especial, la evoluci¨®n del calzado masculino, desde el zapato de punta ancha y redondeada del siglo XVI, a los estrechos y con cuchilladas (tajos) en el empeine, a rosetas enormes y tal¨®n alto. Aunque otras figuras menos tradicionales arrebatan con bien poco. Por ejemplo, Samuel-Jan de Pozzi, un apuesto ginec¨®logo galo apodado "el doctor dios", por su amante, la actriz Sarah Bernhardt. El estadounidense John Singer Sargent lo retrat¨® con un simple bat¨ªn rojo y agrand¨® su leyenda.
El conservador se?ala la Belle Epoque (1871-1914) como el momento glorioso de estos retratos. "En Francia y en Inglaterra reflejaban a la alta sociedad, de ah¨ª el t¨ªtulo elegido para la muestra. Despu¨¦s del horror de la I Guerra Mundial se acab¨® la moda; resultaba casi antipatri¨®tica". Pero aunque las vanguardias art¨ªsticas rechazaron los cuadros, que acabaran llenos de plebeyos era tambi¨¦n una forma de retar al orden establecido.
Babelia
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