Baldomero Pestana: una vida a trav¨¦s de muchos rostros
EI Instituto Cervantes exhibe la obra de este ignorado artista gallego, quien fotografi¨® con maestr¨ªa a escritores y artistas del siglo XX
¡°Para Baldo, de la menos fotog¨¦nica de sus v¨ªctimas. Un abrazo, Gabriel¡±. La dedicatoria es de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y est¨¢ escrita con gruesos trazos negros sobre un retrato en el que pos¨® para Baldomero Pestana, su destinatario (Pozos, Lugo 1918- Bascuas, Lugo 2015). Transcurr¨ªa agosto del 68, y en una buhardilla parisina, instalado con su familia, el escritor colombiano segu¨ªa por la radio la invasi¨®n sovi¨¦tica de Praga. All¨ª estaba tambi¨¦n Carlos Fuentes cuando apareci¨®, Baldo con su Hasselblad, dispuesto a a?adir dos piezas m¨¢s a una colecci¨®n de retratos de grandes figuras de las letras y las artes, que desde m¨¢s de una d¨¦cada y ¨²nicamente por satisfacer su propio gusto atesoraba. Nunca cobr¨® nada por hacer un retrato.
La pauta siempre era la misma: solo fotografiaba a quien admiraba. No era necesario que hubiesen alcanzado el ¨¦xito (con el tiempo casi todos llegaron a hacerlo). Ped¨ªa una cita. Tras realizar numerosos disparos con su c¨¢mara, editaba concienzudamente los contactos. Era en la copia de la imagen que m¨¢s complac¨ªa al fot¨®grafo, donde le suger¨ªa al retratado que insertar¨¢ una dedicatoria. A cambio le entregaba otra a su modelo. A veces no contento con los resultados de una sesi¨®n, ped¨ªa nueva cita. Fue este el caso de la sesi¨®n con Gabo. ¡°No era f¨¢cil de retratar, no ten¨ªa una cara expresiva¡±, dir¨ªa m¨¢s tarde el fot¨®grafo acerca del escritor. La imagen se imprimi¨® en la contraportada de la edici¨®n francesa de Cien A?os de Soledad, sin menci¨®n alguna de su autor. Algo que se convirti¨® en habitual con muchos de sus magn¨ªficos retratos. A esto se un¨ªa la modestia natural y el altruismo de Pestana , particularidades que contribuyeron a que su obra haya pasado desapercibida en Espa?a. Al fot¨®grafo nunca le gust¨® darse importancia.
?C¨®mo fotografiar la mirada de un ciego?, se preguntaba Pestana, cuando convencido de que en la mirada hab¨ªa siempre una verdad que el fot¨®grafo deb¨ªa hacer legible, se le present¨® la oportunidad de fotografiar a Borges. Dej¨® pasar la ocasi¨®n y hubo de conformarse con robarle una imagen por una calle de Lima. Tampoco consigui¨® retratar a Cort¨¢zar; a pesar del inter¨¦s de este, un viaje del escritor a Cuba lo impidi¨®. Pero s¨ª retrat¨® a Man Ray, Mario Vargas Llosa, Polanski, Fernando Arrabal, Bioy Casares, Severo Sarduy, Emilio Pettoruti, Bryce Echenique, Carlos Fuentes, Blanca Varela, Pablo Neruda y Norah Lange, quienes entre otros componen una interesante galer¨ªa que vertebra la obra art¨ªstica del fot¨®grafo gallego, y que comenz¨® la noche que consigui¨® retratar al m¨²sico Dizzy Gillespie. "El buen fot¨®grafo se manifiesta en los retratos. Es muy dif¨ªcil sacar a la gente. Muy, muy dif¨ªcil", le dijo pocos a?os antes de morir al periodista Manuel Darriba. Pero su obra tambi¨¦n incluye el desnudo y la fotograf¨ªa documental. A su muerte dej¨® un archivo con 17.000 negativos. Con motivo de su centenario el Instituto Cervantes, junto con la Fundaci¨®n Cidade da Cultura de Galicia, le dedica una retrospectiva en su sede madrile?a. Bajo el t¨ªtulo La verdad entre las manos, comisariada por Chus Villar y Juan Bonilla, exhibe m¨¢s de 150 im¨¢genes junto a otros documentos y objetos personales.
De la misma forma que un retrato hace visible aquello que esconde el modelo, una galer¨ªa de retratos revela una sensibilidad: la de su autor. Mucho m¨¢s cuando la tipolog¨ªa de este archivo ha sido pacientemente elegida por este mismo. As¨ª, esa verdad silenciosa que Pestana trata de desvelar en sus modelos, nos termina hablando de la suya propia. Exigente con el dominio de la t¨¦cnica, as¨ª como en la composici¨®n, Pestana consigue poner al personaje dentro de un clima que irremediablemente destapa lo invisible. Tan sobrios como poderosos, sus retratos atraen al espectador de un solo golpe. En la mayor¨ªa de sus retratos, los artistas posan en un espacio personal. Este se integra en la composici¨®n como parte del retrato. ¡°La figura es para m¨ª un complemento, o al rev¨¦s compongo la escena a partir de la figura en el lugar ¡°, le dijo a Fietta Jarque, comisaria de Retratos Peruanos, una de las escasas exposiciones que se han celebrado del artista hasta la fecha, dentro y fuera de Espa?a.
¡°Ser hijo de madre soltera era muy duro¡±, recordaba el artista. ¡°Mi madre no me quer¨ªa y mi padre nunca supo de mi existencia. Tuve la suerte de haber nacido como un hombre libre¡±. A los cuatro a?os emigr¨® a Buenos Aires con su abuela donde le esperaba su madre, casada con un hombre para quien ¨¦l era un estorbo. Hubo de pasar m¨¢s de 40 a?os hasta que Baldo regresase a su tierra, en una breve visita, casado con el amor de su vida, Velia, y con una trayectoria como fot¨®grafo a sus espaldas. Su primer oficio fue de sastre, mientras escuchaba m¨²sica, aprendi¨® a dar una puntada detr¨¢s de otra, sin saltarse ninguna. Fantaseaba con alcanzar las pir¨¢mides y tambi¨¦n con ser escritor. En las calles se deten¨ªa a mirar las vitrinas de las casas de fotograf¨ªa, ¡°Hab¨ªa montones de ellas¡±, recordaba el autor. ¡°Y ninguna sobresal¨ªa, todas eran iguales, parec¨ªan todos cretinos. No hab¨ªa jam¨¢s un rostro interesante, con alguna vida interior¡±.
Se apunt¨® a un curso de fotograf¨ªa. Se dedic¨® a fotografiar bodas y bautizos. Fue a trav¨¦s de la fotograf¨ªa callejera donde aflor¨® su maestr¨ªa. ¡±Est¨¢ a la altura de los grandes maestros de este movimiento¡±, escriben los comisarios en un texto conjunto que se incluye en el cat¨¢logo que acompa?a la exhibici¨®n. Transcurr¨ªa la ¨¦poca dorada de los semanarios, y el fotoperiodismo le abri¨® una puerta. Como su admirado incondicional, Cartier-Bresson, se lanz¨® a convertir la calle en su estudio. Pero no fue hasta su llegada a Per¨², donde trabaj¨® para varias publicaciones, entre las que se encuentra Life en espa?ol y Time, cuando su fama como reportero comenz¨® a consolidarse. Pero Pestana nunca fue un fotoperiodista al uso. En cierta ocasi¨®n, retratando al presidente Prado, este dio un traspi¨¦ y cay¨® al suelo; el fot¨®grafo dej¨® de lado su c¨¢mara para ayudar al mandatario. ¡°?Yo no soy un Paparazzo!¡±, respond¨ªa a sus amigos, cuando estos le recordaban la imagen perdida. ¡°Pestana tuvo claro cuando deb¨ªa cumplir con unos requisitos impuestos por otros ¨C trabajo alimenticio-, y cuando deb¨ªa indagar con los requisitos que el mismo se impon¨ªa- Por mi gusto y mi placer¡±, destacan los comisarios.
Edward Weston y Man Ray ser¨¢n sus referentes a la hora de adentrarse en el desnudo, diseccionando el cuerpo de la mujer y a veces haciendo uso de solarizaciones. Fue durante sus a?os parisinos cuando m¨¢s practic¨® este g¨¦nero. Par¨ªs se hab¨ªa convertido en el nuevo hogar para el artista de alma n¨®mada quien encontr¨® una forma de sustento fotografiando las obras de arte de sus amigos pintores. As¨ª, poco a poco el fot¨®grafo fue adentr¨¢ndose en la pintura y en el dibujo, encontrando su expresi¨®n a trav¨¦s de una obra hiperrealista para la cual muchas veces utilizaba su fotograf¨ªa como punto de partida.
Baldo regres¨® a Espa?a. El dolor por la p¨¦rdida de su mujer en 2003 removi¨® sus ra¨ªces. Vivi¨® sus ultimo a?os arropado bajo el cuidado de sus sobrinos Carmen Rico y To?o Pol¨ªn, quienes en la actualidad custodian su valioso archivo. Ya casi centenario, parec¨ªa seguir disfrutando de la vida. En su mirada a veces resplandec¨ªa el brillo de la ni?ez. ¡°No dejemos de ser ni?os¡±, recomendaba. Desprend¨ªa sabidur¨ªa, tambi¨¦n paz y bondad. La propia de quienes saben que su paso por la vida no hab¨ªa sido en balde. Supo ver mucho m¨¢s all¨¢ de aquello que la mayor¨ªa somos capaces de ver.
?Baldomero Pestana. La verdad entre las manos. Instituto Cervantes Madrid. Hasta el 8 de abril.
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