Hombres enfurru?ados
Cada mujer acudi¨® a la manifestaci¨®n con su propio manifiesto en la cabeza
Cuando ya me encontr¨¦ con el tr¨¢fico cortado en la calle Alcal¨¢ camino del punto de encuentro con mis compa?eras sent¨ª una profunda alegr¨ªa. S¨ª, alegr¨ªa. Se me aceleraba el coraz¨®n al ver a grupos de se?oras mayores tomadas del brazo, como as¨ª paseaban cuando eran muchachas y tomaban la anchura de la acera; chicas coreando esl¨®ganes llenos de furia y descaro, madres con criaturas a las que tendr¨ªan que tomar en brazos a la media hora. Esa visi¨®n completa de las edades de la vida te hac¨ªa pensar en nuestras madres, que nacieron con el destino escrito; en nuestras contempor¨¢neas, que hemos sido en gran parte luchadoras solitarias, fuertes pero tambi¨¦n forzosamente contemporizadoras para poder sobrevivir, y en estas chicas que han decidido acelerar el paso, porque tienen prisa y tienen raz¨®n, y nos han obligado a las dem¨¢s a andar m¨¢s r¨¢pido.
Era tal la sensaci¨®n de revoluci¨®n pac¨ªfica que se palpaba en el ambiente que me entretuve en pensar cu¨¢les son las razones por las que este movimiento est¨¢ provocando tanta irritaci¨®n en algunos hombres que insisten en argumentar, siempre por nuestro bien, por qu¨¦ vamos por el camino equivocado; es enternecedor c¨®mo se afanan en se?alarnos el correcto. Llevan una temporadita de un mansplaining tan desaforado que no puedo sino pensar que est¨¢n aterrados por dejar de ser los gallos del corral. Jam¨¢s reconocer¨ªan que su p¨¢nico es a que se produzca un cambio que modifique su posici¨®n en el mundo, tal vez ni tan siquiera han contemplado la autocr¨ªtica, pero se intuye el miedo. Y debo reconocer que sus temores son fundados: se trata de arrebatar el poder a quien siente que tiene un derecho natural a monopolizarlo. Como leo y escucho a esos hombres, les presto atenci¨®n e incluso hay alguno al que aprecio, expondr¨¦ aqu¨ª aquellas afirmaciones que exhiben con mucha autoridad y contundencia pero que denotan una gran confusi¨®n:
¡ªSer¨ªa absurdo que una jornada como la del 8 de marzo que se ha desarrollado en 170 pa¨ªses obligara a la fidelidad ciega a un manifiesto. Seg¨²n observ¨¦, cada mujer acudi¨® a la manifestaci¨®n con su propio manifiesto en la cabeza, a¨²n dir¨ªa m¨¢s, rumiando su historia ¨ªntima y personal, porque son muchas las maneras, de la m¨¢s agresiva a la m¨¢s tenue, en las que una mujer ha podido sentir el menosprecio a lo largo de su vida. As¨ª que no os preocup¨¦is por el tema manifiesto: llegadas a este punto nadie nos va a hacer pensar lo que no queremos.
¡ªA los que afirman que fue una movilizaci¨®n pija porque en ella abundaban las mujeres profesionales. Qu¨¦ hartazgo. Este razonamiento responde a la vieja idea de que en cuanto una mujer es profesional, tiene una carrera o ha ganado algo de dinero ya tiene que andar dando las gracias por no llevar un burka. Nuestra protesta, a?aden ahora con retorcimiento, mostr¨® una gran insolidaridad con las mujeres del mundo oprimido. En fin, se trata de dar un rodeo tramposo para mandarte callar.
¡ªA los que dicen que por lo menos inspiraremos a las mujeres de los pa¨ªses ¨¢rabes: esto es irrisorio y paternalista. Ellas tienen sus propios movimientos feministas liderados por mujeres valientes e intelectuales brillantes (Lean el libro El tiempo de las mujeres, de ?ngeles Espinosa).
¡ªA los que para demostrar que tienen en alta consideraci¨®n a las mujeres recuerdan solo a aquellas que pasaron a la historia por su excelencia. Gracias de coraz¨®n, pero los derechos son para las brillantes y para las que no saben leer. Por lo dem¨¢s, exigir que una mujer sea excepcional para alcanzar un puesto suele ser algo habitual en hombres con una desproporcionada consideraci¨®n de s¨ª mismos.
¡ªY c¨®mo olvidar a aquellos que por un lado critican a las mujeres que se manifiestan en Europa, y por otro, se indignan furiosamente con esos pa¨ªses en los que las mujeres no pueden manifestarse. Esto denota, valga la redundancia, tener la picha hecha un l¨ªo.
¡ª?No ser¨¢ que jode bastante que la mayor manifestaci¨®n que se ha organizado en un pa¨ªs con crecientes problemas sociales haya sido liderada por mujeres?
¡ªEsta misma semana, la Uni¨®n Europea alertaba de que la recuperaci¨®n de la econom¨ªa no estaba favoreciendo a los sectores m¨¢s vulnerables: ?sobre qu¨¦ hombros cre¨¦is que recae fundamentalmente la falta de ayuda, asistencia, trabajo, guarder¨ªas, conciliaci¨®n y desamparo? ?Qui¨¦nes son las cuidadoras silenciosas?
¡ªEstos d¨ªas hemos visto a muchos hombres explicarnos qu¨¦ es el feminismo: para enmendarnos la plana o para sobreactuarlo. Un poco de prudencia, por una vez, no vendr¨ªa mal.
¡ªTambi¨¦n s¨¦ del miedo de algunos a ver amenazada su masculinidad. Esto merece una encuesta: ?siente usted que desde que la causa feminista ha entrado en el debate p¨²blico ha empeorado su vida sexual? ?Se siente censurado o disminuido en la intimidad?
¡ªQu¨¦ pena de aquellos que enfermos de prejuicios no supieron disfrutar de una jornada gloriosa.
Por unos d¨ªas, el protagonismo cambi¨® de sexo, y de verdad, queridos, qu¨¦ mal lo hab¨¦is llevado algunos. Por mi parte, expreso un deseo: que no decaiga.
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