¡®Lolita¡¯, placeres de una relectura
Llego a la ¨²ltima p¨¢gina al cabo de un viaje donde he sido transformado por el libro
![Edición francesa de 'Lolita'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MQ4JFJQ2FNC2CQRYE5V43XKDHI.jpg?auth=ba4de577fbdb1839ffc917aaddaac30f4fb6f036e67fb81d44f7e4c8f6ff8d2f&width=414)
Quise volver a leerla luego de todos estos a?os, estimulado por esa urgencia que implantan las novelas imprescindibles, aquellas que se elevan por encima del goce est¨¦tico y narrativo, dejando un sedimento en sus lectores. Llego a la ¨²ltima p¨¢gina al cabo de un viaje donde he sido asaltado por las dudas, la incomodidad, las certezas, las preguntas y el deslumbramiento, transformado por el libro.
He vuelto a encontrarme con su personaje principal. "Un hombre horrible, abyecto, un ejemplo flagrante de lepra moral, una mezcla de ferocidad y jocosidad que acaso revele una suprema desdicha, pero que no puede resultar atractiva", como es descrito. A pesar de su monstruosidad, es capaz de evocar su pasado as¨ª: "Cuando me vuelvo para mirarlos, los d¨ªas de mi juventud parecen huir de m¨ª como una r¨¢faga de p¨¢lidos desechos reiterados, semejante a esas nevadas matinales de pa?uelos y toallitas de papel que ve arremolinarse tras la estela del convoy el pasajero que contempla el panorama desde el coche mirador de un gran expreso".
Este ser perturbado y pusil¨¢nime, enfermo cr¨®nico del mal de la mediocridad, que describe en primera persona los detalles m¨¢s s¨®rdidos de una perversi¨®n, tambi¨¦n puede regalarnos im¨¢genes como esta: "Sin duda, todos ustedes conocen esos fragantes resabios de d¨ªas suspendidos, como moscas min¨²sculas, en torno de alg¨²n seto en flor o s¨²bitamente invadido y atravesado por las trepadoras, al pie de una colina, en la penumbra estival, llenos de sedosa tibieza y de dorados moscardones".
A su lado est¨¢ la protagonista femenina. Cuando la ve, el narrador queda pasmado: ?entonces, sin previo aviso, una oleada azul se hinch¨® bajo mi coraz¨®n y vi sobre una esterilla, en un estanque de sol, semidesnuda, de rodillas, a mi amor de la Riviera, que se volvi¨® para espiarme por encima de sus gafas de sol?. Admirada por las razones m¨¢s oscuras, ella resulta v¨ªctima de la violencia m¨¢s ruin, una y otra vez sufre los abusos m¨¢s ruines, que destruir¨¢n su alma y condenar¨¢n su suerte. Su destino entristece, conmueve, subleva.
Borges dec¨ªa que uno solo recuerda las cosas la primera vez. A partir de ese momento recordamos nuestros recuerdos, en un proceso de la memoria que inevitablemente termina por deformar los hechos originales. Apenas acabada, la novela me ha resultado todav¨ªa m¨¢s fascinante y compleja que la primera vez que la le¨ª, llena de sutilezas, juegos literarios y lecturas m¨²ltiples. Cuenta la historia de una obsesi¨®n infame, pero adem¨¢s retrata a una sociedad fr¨ªvola y despersonalizada, donde las apariencias, las falsas sonrisas y la obsesi¨®n por el consumo enmascaran la peor soledad y la miseria m¨¢s profunda.
Ahora veo que, a pesar de los m¨¢s de sesenta a?os transcurridos desde su aparici¨®n, la novela sigue despertando pol¨¦micas y mantiene intacto su poder subversivo, ese que estuvo a punto de impedir que se publicara, hasta que, luego de numerosos rechazos, un editor franc¨¦s desafi¨® a la censura. Ese que la mantiene viva y puede respirarse desde su primera l¨ªnea: "Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entra?as. Pecado m¨ªo, alma m¨ªa. Lo-Li-Ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li.Ta.".
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