Operaci¨®n Hartazgo
TVE ha convertido 'Operaci¨®n Triunfo' en noticia diaria de obligada inserci¨®n
?Es el ¨²nico vicio televisivo que conservo. Lo reconozco: sigo el Telediario de las tres de la tarde. No para informarme, obviamente: m¨¢s que nada, me alegra ver caras de amigos. Pero estoy decidido a abandonar el h¨¢bito.
??Motivo? El hartazgo. Cada d¨ªa se inventan una ¡°noticia¡± (este s¨¢bado fueron ?dos!) sobre Operaci¨®n Triunfo. Que los concursantes han firmado discos en Marbella, que la familia Guti¨¦rrez lleva dos semanas haciendo cola para poder ver en primera fila el estreno de la gira, que si la ganadora se ha vuelto vegetariana. Y si no son esas exactamente, las ¡°exclusivas¡± tienen ese nivel.
?Ver¨¢n. Recuerdo cuando hab¨ªa vallas, qu¨¦ digo, murallas que separaban a Informativos de Musicales. Cuando entr¨¦ en TVE, segunda mitad de los a?os setenta, el ¨¢rea de Musicales estaba bajo sospecha. Se puso en manos de Ram¨®n D¨ªez, un realizador de trasmisiones deportivas efectivamente inmune a componendas con las discogr¨¢ficas. D¨ªez era un buen hombre que sufr¨ªa en aquel puesto, del que le sac¨® el Mundial del 82, que resolvi¨® con su habitual eficacia.
?En los ochenta, se establecen categor¨ªas: Aplauso y las noches del s¨¢bado excitan a los rapi?adores; en la segunda cadena brotan programas especializados, donde nada hay que rascar. A¨²n peor: TVE desconf¨ªa de algunos musicales por sus contenidos. Tanto La edad de oro como Caja de ritmos se enfrentan a querellas; en este ¨²ltimo, a ra¨ªz del caso las Vulpess, se suspende el espacio y ¨Clo nunca visto- se dejan varios programas sin emitir.
?A finales de los noventa, con la llegada del PP, se implantan nuevas reglas. Para evitar corrupciones, deciden quitar la tentaci¨®n; mejor enriquecer a las personas encargadas de lo que ya denominan espacios ¡°de entretenimiento¡±: cada edici¨®n de cada programa reporta un plus a su ¡°producci¨®n ejecutiva¡±. No debe sorprender que hubiera a?os en que esas criaturas responsables de musicales recibieran ¨Che visto los papeles- cerca de 100 millones de pesetas. No hagan la conversi¨®n a euros, que resulta enga?osa: basta con que sepan que ganaban mucho m¨¢s que el entonces presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
??Tiempo de prodigios! Se entrega un programa, con medios generosos, a un artista que, sin problemas ¨¦ticos, concede prioridad a las figuras con las que comparte agencia y/o discogr¨¢fica. Lo vende como un chollo: sus colegas actuar¨¢n gratis o por cantidades m¨ªnimas. Caramba, uno admira la picaresca nacional pero no puede concebir una televisi¨®n p¨²blica que entregara su principal programa futbol¨ªstico a, digamos, un delantero del Real Madrid empe?ado en dar juego a sus compa?eros de equipo.
?Todo empeque?eci¨® con la fiebre del oro desatada por Operaci¨®n Triunfo. Lo que se susurra sobre su primera edici¨®n hubiera nutrido una novela negra, bien negra. Pero no quiero hablar del fen¨®meno OT. Cae lejos de mi campo, que es la m¨²sica pop creativa. Que nadie se ofenda: se trata de un reality donde resulta que los concursantes cantan; perfecto para los afortunados, maravilloso para sus fans. Lo que se nos atraganta es que lo intenten embuchar con alevos¨ªa en los telediarios. All¨¢ cada uno con su dieta pero ese foie gras sabe mal. Apesta a autobombo del ente p¨²blico. Atufa a indigna confusi¨®n entre informaci¨®n y promoci¨®n.
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