?Seguro que Shakespeare es mejor que los Simpson? Los fil¨®sofos cl¨¢sicos responden a los problemas cotidianos
La filosof¨ªa de ayer tiene herramientas para solucionar los dilemas de hoy. Dos libros ponen el pensamiento de fil¨®sofos y terapeutas al servicio del d¨ªa a a d¨ªa
Un reproche que se le hace a menudo a la filosof¨ªa es que lleva siglos haci¨¦ndose las mismas preguntas sin llegar a ninguna conclusi¨®n. Pero, en realidad, lo que hace es proporcionarnos herramientas para enfrentarnos a unos problemas que cambian al mismo tiempo que nuestro contexto social y cultural.
Una prueba son los dos libros que acaba de lanzar Larousse en Espa?a: ?Qu¨¦ har¨ªa Nietzsche¡?, de Marcus Weeks, y ?Qu¨¦ har¨ªa Freud¡?, de Sarah Tomley, en los que se muestra c¨®mo fil¨®sofos y psicoterapeutas se enfrentar¨ªan a nuestros problemas cotidianos. Aunque, obviamente, muchos de ellos no hayan visto jam¨¢s un smartphone.
Veamos siete ejemplos:?
1. La pareja de mi amiga se la est¨¢ pegando: ?se lo cuento?
Weeks aprovecha este dilema para diferenciar entre deontolog¨ªa y consecuencialismo. En la dentolog¨ªa, escribe, ¡°hay normas morales absolutas que tenemos el deber de seguir¡±. El principal representante de este enfoque ¨¦tico es Immanuel Kant, que expres¨® esta idea en su imperativo categ¨®rico: ¡°Act¨²a solo de acuerdo a una m¨¢xima que al mismo tiempo pueda convertirse en una ley universal¡±. Es decir, si tu amiga te pregunta, tienes el deber de contestar la verdad. ?Pero qu¨¦ ocurre, por ejemplo, si tu amiga no te pregunta? ?Tambi¨¦n debes cont¨¢rselo?
Tendemos a pensar que nuestra identidad es inmutable, cuando en realidad es m¨¢s fr¨¢gil de lo que parece. El barco de Teseo sirve para ilustrarlo
El consecuencialismo, en cambio, ¡°juzga la bondad o la maldad por sus resultados¡±. Antes de decirle nada a su amiga, Jeremy Bentham evaluar¨ªa los posibles resultados de su decisi¨®n. ?No ser¨ªa ella m¨¢s feliz si no le dijera nada?
El riesgo es pensar en las consecuencias que esto puede tener para m¨ª y no para mi amiga. La ¨¦tica de las virtudes se fija precisamente ¡°en las razones que han llevado a tomar esa decisi¨®n¡±. Es decir, si no le digo nada, ?estoy pensando en su bienestar o solo quiero ahorrarme el mal trago?
2. Me han robado el smarthone y me preocupa que suplanten mi identidad
?Puede un tel¨¦fono con acceso a nuestros datos ser suficiente para dar una identidad? Al fin y al cabo, esa persona podr¨ªa charlar por WhatsApp con mis amigos usando lo que aprendiera de m¨ª leyendo mi correo electr¨®nico, por ejemplo.
Tendemos a pensar que nuestra identidad es inmutable, cuando en realidad es m¨¢s fr¨¢gil de lo que parece. Weeks cita la historia del barco de Teseo: ¡°En el curso de sus viajes, la madera se romp¨ªa o se pudr¨ªa, y ten¨ªa que reemplazarse. Cuando Teseo volvi¨® a casa, la nave que atrac¨® en el puerto no dispon¨ªa ni de una sola pieza del barco que de all¨ª hab¨ªa salido¡±. Aun as¨ª, la tripulaci¨®n no dudaba de que se tratara de la misma embarcaci¨®n.
Thomas Hobbes fue un poco m¨¢s all¨¢: imagina que todas las maderas del barco de Teseo se fueran guardando al tiempo que se sustitu¨ªan y finalmente se emplearan para construir un segundo barco exactamente igual que el de Teseo. ?Cu¨¢l de los dos es el aut¨¦ntico barco de Teseo?
3. ?Seguro que Shakespeare es mejor que los Simpson?
Toda esa gente que va al teatro, ?de verdad lo pasa mejor que nosotros viendo la tele o solo son unos snobs? Seg¨²n Jeremy Bentham, hay que minimizar el dolor y maximizar el placer. ¡°As¨ª, para decidir si una cosa es mejor que otra, necesitas ver si te da m¨¢s placer (o si por lo menos te causa menos dolor)¡±, escribe Weeks. Es decir, en su opini¨®n no hay jerarqu¨ªa entre placeres y lo ¨²nico que importa es la mayor felicidad del mayor n¨²mero de personas.
Toda esa gente que va al teatro, ?de verdad lo pasa mejor que nosotros viendo la tele o solo son unos snobs?
Su disc¨ªpulo John Stuart Mill no estaba de acuerdo y consideraba que hab¨ªa placeres superiores. ?Pero cu¨¢l es el criterio para distinguirlos? Bastar¨ªa con preguntar a quien hab¨ªa experimentado ambos, ya que, sin duda, preferir¨ªa ¡°la estimulaci¨®n de nuestras facultades m¨¢s altas¡±.
4. Mi cantante favorito ha sido condenado por violencia dom¨¦stica. ?Borro sus canciones?
Seg¨²n Weeks, Kant te preguntar¨ªa si habr¨ªas comprado su m¨²sica de haber sabido que se trataba de una persona violenta y mis¨®gina. Si la respuesta es ¡°no¡±, el boicot es la consecuencia l¨®gica.
En cambio, Monroe C. Beardsley y William K. Wimsatt opinaban que debemos enfrentarnos a la obra ignor¨¢ndolo todo sobre el artista. Pero esta opci¨®n no es f¨¢cil: la biograf¨ªa influye en c¨®mo nos enfrentamos a la obra, para bien y para mal. Si podemos pasar su vida por alto ¡°y valorar la m¨²sica por lo que es, entonces se trata de una decisi¨®n moral, no est¨¦tica¡±.
5. ?Por qu¨¦ sigo viendo series tan chorras noche tras noche?
Pongamos que estamos de acuerdo con John Stuart Mill y consideramos que hay placeres superiores (por ejemplo, los sonetos de Shakespeare) y otros inferiores (como ese programa sobre una casa de empe?os). ?Por qu¨¦, a pesar de todo, seguimos posponiendo la lectura de Shakespeare y preferimos ver la tele?
Por preguntas como esta tiene sentido que tambi¨¦n sepamos algo m¨¢s acerca de c¨®mo funciona nuestro cerebro. La filosof¨ªa nos aconseja c¨®mo deber¨ªamos comportarnos, y la psicolog¨ªa y la neurociencia nos recuerdan las limitaciones e inclinaciones a las que nos enfrentamos.
No solo es imposible gustarle a todo el mundo, sino que intentarlo es un error
En el caso de la televisi¨®n, hay motivos que explican que a menudo no seamos capaces de oponer resistencia. Sarah Tomley recuerda que Robert Kubey y Mihaly Csikszentmihalyi explicaban que la tele ¡°ejerce una atracci¨®n total sobre nuestra respuesta de orientaci¨®n, que es una respuesta visual y auditiva instintiva a cualquier est¨ªmulo repentino o nuevo en nuestro entorno¡±. Por eso cuando estamos en un bar y hay una tele, la mirada se nos va, queramos o no.
Pero no todo lo que llama nuestra atenci¨®n es malo. Cuando vemos una serie, por ejemplo, reflexionamos sobre los personajes y sus conflictos, y conversamos sobre ellos con otra gente, lo que contribuye ¡°a una enriquecedora experiencia social, en t¨¦rminos de aprendizaje, fantas¨ªas y socializaci¨®n real¡±.
6. ?Por qu¨¦ me molesta tanto un unfollow?
El psic¨®logo Albert Ellis sugiri¨® que ¡°todos poseemos un conjunto de supuestos sobre nosotros mismos, sobre otras personas y el mundo en general¡±. Algunos son incorrectos e irracionales, como la idea de que le podemos gustar siempre a todo el mundo.
El precio es un indicador de mayor calidad que tendemos a creer. Es decir, es probable que disfrutemos m¨¢s de algo que cuesta m¨¢s.
No solo es imposible gustarle a todo el mundo, sino que intentarlo es un error: ¡°Querer ser popular te ayuda, pero necesitar popular es contraproducente¡±, ya que puede llevarnos a actuar solo para complacer a nuestros amigos. Como cuando compartimos una opini¨®n en Twitter solo porque sabemos que gustar¨¢ a nuestros seguidores.
7. ?Por qu¨¦ siempre me decanto por lo m¨¢s caro?
Los participantes en un experimento de Hilke Plassman y Benrd Weber mostraron preferencia por una copa de vino que se present¨® como nueve veces m¨¢s cara que la otra, aunque en realidad las dos val¨ªan lo mismo. El precio es un indicador de mayor calidad que tendemos a creer. Es decir, es probable que disfrutemos m¨¢s de algo que cuesta m¨¢s.
El problema viene cuando en realidad no hay motivos o cuando no nos lo podemos permitir. ¡°Los psic¨®logos sugieren que debemos fijarnos en el contexto¡±, escribe Sarah Tomley. ?El producto est¨¢ al lado de otro con un precio a¨²n m¨¢s elevado que act¨²a como se?uelo? ?Est¨¢s intentando impresionar a alguien? ?Est¨¢s comprando solo para levantarte el ¨¢nimo? ¡°Es posible que te decidas de todos modos por el producto m¨¢s caro, pero que sea por motivos bien meditados¡±.?
Babelia
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