C¨®mo defender la tauromaquia con los argumentos de los animalistas
Ildefonso Falcones, escritor catal¨¢n, disert¨® en Sevilla sobre la raz¨®n de ser del toro bravo
?Es posible defender la fiesta de los toros m¨¢s all¨¢ de su protecci¨®n legal, de la tradici¨®n, la costumbre y la cultura? ?Es posible hacerlo ante esta ¡°vor¨¢gine animalista que nos envuelve con el objetivo claro y, por encima de todo, declarado, de destruirnos como taurinos¡±?
Estas dos preguntas -el entrecomillado es textual- se las hizo el pasado domingo en Sevilla el escritor catal¨¢n Ildefonso Falcones en el curso del preg¨®n taurino, organizado por la Real Maestranza de Caballer¨ªa, que marcaba el inicio de la temporada en la plaza hsipalense.
Su respuesta fue taxativa y concluyente: s¨ª.
Y a ello dedic¨® su intervenci¨®n, que, a buen seguro confort¨® a los aficionados asistentes, atribulados por la marejada animalista que amenaza con persistente acritud el porvenir de la tauromaquia.
¡°Es dif¨ªcil negar al toro su protagonismo en la fiesta al mismo nivel que el hombre¡±
¡°Los movimientos animalistas ganan terreno; la liberaci¨®n animal y el fin de su sufrimiento est¨¢n considerados como una de las causas que ocupar¨¢ un lugar central en las reivindicaciones sociales del siglo XXI¡±, comienza Falcones. ¡°Ese enemigo -contin¨²a- se muestra ante la sociedad como heredero de la causa antiesclavista, protector de la igualdad de la mujer y de los ni?os, y ac¨¦rrimo adversario del machismo, que nace del maltrato al toro¡±. ¡°Los animalistas no solo encarnan el bien com¨²n, -prosigue-, sino que se imputan la representaci¨®n de la mayor¨ªa social y, sentada esta premisa, promueven el rencor contra un colectivo que encuentra arte y sentimiento en las corridas de toros¡±.
Aludi¨® despu¨¦s al art¨ªculo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Uni¨®n Europea, que establece la necesidad de tener plenamente en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como ¡°seres sensibles¡±. Pero en 1992, siempre seg¨²n el texto del preg¨®n de Ildefonso Falcones, las organizaciones animalistas dan un paso m¨¢s y atribuyen a los animales libertades b¨¢sicas, lo que les convierte en ¡°seres sintientes¡±.
El Parlament de Catalu?a a?ade en la declaraci¨®n de la ley que prohibi¨® los festejos taurinos en 2010 lo siguiente: ¡°El toro es un animal mam¨ªfero con un sistema nervioso muy pr¨®ximo al de la especie humana, lo que significa que los humanos compartimos muchos aspectos de su sistema neurol¨®gico y emotivo¡±.
Y el comentario del pregonero no tiene desperdicio: ¡°Es una pena que mientras el Parlamento catal¨¢n acercaba tanto a toros y humanos se eligiese de forma popular al burro como animal representativo de Catalu?a, evidentemente como parte de esa campa?a institucional antitaurina y rechazo al s¨ªmbolo nacional del toro. A saber qu¨¦ aspectos compartimos los catalanes con el burro, un animal tonto y sumiso por definici¨®n¡¡±
¡°Son los propios animalistas -afirma Falcones- los que en un alarde de fantas¨ªa y quimera en la que acostumbra a caer todo movimiento populista y revolucionario, nos ofrecen los argumentos suficientes para defender, entiendo que con visos de ¨¦xito, los ataques a las corridas de toros¡±. ¡°Asumamos que los toros bravos -a?ade- son seres sensible y sintientes, y como tales no solo tienen miedo, fr¨ªo, placer, estr¨¦s, sino que tambi¨¦n tienen orgullo, dignidad, valor, esp¨ªritu de lucha, arrogancia¡¡±
Llegado a este punto, el pregonero se pregunta: ¡°?Cu¨¢l es la preferencia de un toro bravo: morir en un matadero como un manso o hacerlo peleando en la plaza¡ de la que algunos, los mejores, salen vivos?¡±.
¡°Los animalistas nos quieren quitar la fiesta, un buen chulet¨®n, un solomillo y el pescaito frito¡±
Seg¨²n Falcones, existen miles de recursos gr¨¢ficos a trav¨¦s de los cuales podemos definir con exactitud cu¨¢les son esos intereses y cu¨¢les los verdaderos sentimientos del toro bravo; documentos que acreditan la bravura de estos animales, en contra del criterio de los animalistas que sostienen que el toro embiste en la plaza porque se le encierra y se le impide la huida.
¡°Llamemos a los animalitas -pregona el escritor catal¨¢n- a esos et¨®logos que hablan de una simple reacci¨®n defensiva, sent¨¦moslos en un cine y proyectemos centenares de corridas en las que el toro, habiendo sido picado una vez, habiendo luchado contra el caballo, embiste de nuevo, igual que hace cuando le citan con las banderillas y luego con la muleta¡±. A su juicio, el toro bravo sigue mostrando su raza despu¨¦s de ser estoqueado, y algunos ejemplares se niegan a doblar en la arena y deciden morir con grandeza; rechazan el amparo de las tablas, olvidan las querencias y, heridos de muerte, caminan hacia los medios. Y all¨ª, doblan y mueren arrogantes a la vista de todos, reivindicando su casta. Ese ser¨¢ el legado de un toro bravo que decide morir con dignidad, como ning¨²n otro animal en el orbe lo hace¡±.
¡°Si hablamos, pues, de derechos de los animales -concluye el pregonero- es dif¨ªcil negar el del toro bravo reclamando su protagonismo en la fiesta al mismo nivel que el hombre; y ah¨ª es donde, tal y como pretenden los animalistas, podemos igualar a animales y personas, esos dos protagonistas que salen a jugarse la vida en una plaza de toros¡±.
¡°?Acaso no es un comportamiento propio de la especie del toro bravo la de embestir, pelear y morir con soberbia y valent¨ªa¡±?; se pregunta Falcones.
Y la muerte de los animales, a su juicio, ¡°es algo que los grupos animalistas no tienen muy bien estudiado¡±, de modo que este movimiento ¡°no solo nos quieren quitar la fiesta, sino que tambi¨¦n nos quieren negar un buen chulet¨®n, un solomillo o el pescaito frito.
¡°Y luchar¨¢n por ello, no les quepa duda, y eso es lo que nos espera. Y a aquel que se siente delante de una buena carne o un buen pescado lo tratar¨¢n de machista porque ha ejercido o, cuando menos, se aprovecha de la violencia sobre los animales, y eso conlleva violencia sobre las mujeres, los ni?os y los d¨¦biles, tanto m¨¢s machista y fascista cuanto mayor sea la pieza que le sirven en el plato¡±.
¡°El toro bravo -termin¨®- est¨¢ destinado a luchar o a ser sacrificado; nadie va a alimentarlo sin la contrapartida de un rendimiento. Nadie, ni los ganaderos, ni el Estado, ni los animalistas, ni los abolicionistas¡¡±
Y el teatro Lope de Vega de Sevilla, de bote en bote, se puso en pie y dedic¨® al pregonero una larga y sentida ovaci¨®n porque sus emocionadas palabras hab¨ªan servido de b¨¢lsamo para tantas conciencias afligidas por corrientes antitaurinas que pretenden acabar con el toro, su arrogancia, y esa forma de entender la belleza que es el toreo¡
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