Las pasiones dada¨ªstas de un museo de Israel
Madrid acoge una exposici¨®n de 180 obras de las primeras vanguardias de la colecci¨®n Schwarz provenientes de Jerusal¨¦n
El nihilismo an¨¢rquico y el sentido del humor que alumbr¨® hace m¨¢s o menos un siglo la explosi¨®n dada¨ªsta contra el arte establecido se halla en el centro de la ¨²ltima apuesta expositiva privada que acoge Madrid. Duchamp, Magritte, Dal¨ª. Revolucionarios del siglo XX re¨²ne 180 obras procedentes del Museo de Israel, que alberga, entre otros tesoros arqueol¨®gicos, los m¨ªticos rollos del mar Muerto. Tambi¨¦n posee desde 1990 una gran colecci¨®n de dada¨ªsmo y surrealismo, donada por el escritor y coleccionista milan¨¦s Arturo Schwarz (Alejandr¨ªa, Egipto, 1924), que fue amigo de muchos de los artistas aqu¨ª incluidos. Con Duchamp como estrella principal del conjunto, la colecci¨®n suma trabajos de Man Ray, Jean Arp, Max Ernst, Andr¨¦ Breton, Ren¨¦ Magritte, Joan Mir¨® o Meret Oppenheim. La propuesta puede verse hasta el 15 de julio en el palacio de Gaviria de Madrid, y est¨¢ producida por Arthemisia y Art Project en colaboraci¨®n con el museo israel¨ª.
Comisariada por Adina Kamien-Kazhdan, conservadora del centro, la muestra ha sido concebida con un planteamiento eminentemente did¨¢ctico. El arquitecto ?scar Tusquets ha realizado un montaje en el que los colores de las salas permiten agrupar piezas por temas y emociones y buscar la participaci¨®n activa de los visitantes con espacios como la Sala de Mae West, de Dal¨ª, o la instalaci¨®n 1.200 sacos de carb¨®n, de Marcel Duchamp. La obra de este artista atraviesa toda la exposici¨®n con los fotomontajes, sus famosos ready-made e incluso alguna de las pinturas de sus primeros a?os.
La primera secci¨®n de la muestra, Combinaciones sorprendentes, recalca c¨®mo los dada¨ªstas utilizan el desarrollo tecnol¨®gico de la radio, el cine, la industria y la prensa ilustrada para sus creaciones. As¨ª sucedi¨® con los collages de Kurt Schwitters, hechos con restos de billetes de transporte. Tambi¨¦n con los fotomontajes con collages del h¨²ngaro L¨¢szl¨® Moholy-Nagy o con el ready-made Chaleco para Benjamin P¨¦ret, de Duchamp, de quien tambi¨¦n se expone La funda para m¨¢quina de escribir Underwood y La rueda de bicicleta montada sobre un taburete de madera.
Las mujeres, que primero se tuvieron sobre todo por musas y luego reivindicaron su lugar como artistas, tuvieron una gran importancia en la primera mitad del siglo XX, y as¨ª queda patente en la amplia secci¨®n El deseo, la musa, la violencia. Adina Kamien-Kazhdan ha querido narrar c¨®mo la exploraci¨®n del deseo represent¨® para los artistas y poetas surrealistas un amplio territorio en el que sondear sus fantas¨ªas, miedos e inhibiciones inconscientes.
A finales de los a?os veinte del siglo pasado, mantiene la experta, el sexo se hab¨ªa convertido en una obsesi¨®n general y las teor¨ªas de Sigmund Freud hab¨ªan transformado a artistas y escritores en puros agentes de deseo. La mujer es para ellos fuente de inspiraci¨®n y s¨ªmbolo de poder. Resultan impresionantes las fotograf¨ªas de Man Ray como Las manos de Kiki o el retrato de su colega Meret Oppenheim desnuda leyendo. Cuelgan junto al retrato de Nusch ?luard realizado por Dora Maar o El sue?o de Venus de?Dal¨ª y el fot¨®grafo Horst P. Horst. La secci¨®n concluye con la obra de Picasso Mujer ante el mar (1939).
En el espacio dedicado a El paisaje on¨ªrico tiene su presencia m¨¢s notable Ren¨¦ Magritte. De ¨¦l solo se muestra un ¨®leo de gran tama?o: El castillo de los Pirineos (1959). El resto de obras del artista belga consiste en una selecci¨®n de cinco bocetos, 12 fotograf¨ªas y una pintura de peque?o formato titulada El bello tenebroso (1950). La importancia del ojo humano para los surrealistas alcanza su punto ¨¢lgido con un fotograma de Un perro andaluz, filme de Dal¨ª y Bu?uel, y la imagen no menos perturbadora del bosque vigilante de Herbert Bayer.
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