Dev¨®rame otra vez
El MOMA exhibe las pinturas biom¨®rficas de Tarsila do Amaral, acicate de la modernidad brasile?a que inici¨® el Manifesto Antrop¨®fago
La primera artista latino?americana que cuenta con una retrospectiva en el MOMA es Tarsila do Amaral, y ella es tambi¨¦n la octava de una corta lista de autores ¡ªtras Diego Rivera, C?ndido Portinari, Roberto Matta, ?lvarez Bravo, Armando Rever¨®n, Jos¨¦ Clemente Orozco y Torres Garc¨ªa¡ª que con esta faja geogr¨¢fica han ido desfilando durante los ¨²ltimos lustros por las salas del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Las pinacotecas son ¨¢giles cuando se trata de ponerse al d¨ªa y absorber las demandas sociales y culturales, pero la agilidad no es sin¨®nimo de gracilidad. En Tarsila do Amaral: Inventing Modern Art in Brazil, la pintura que acab¨® definiendo la modernidad brasile?a entra en las salas del museo sin la sutileza ni el equilibrio que merece.
Su obra exige una lectura comprometida en una ¨¦poca en que nos asaltan cuestiones sobre las fuerzas en juego en las cartograf¨ªas globales
La obra de Tarsila do Amaral (S?o Paulo, 1886-1973) exige una lectura comprometida en una ¨¦poca en que constantemente nos asaltan cuestiones sobre las fuerzas que est¨¢n en juego en las cartograf¨ªas globales. Conceptos como "personalidad flexible" (Brian Holmes), "subjetividad antropof¨¢gica" (Suely Rolnik) o "modernidad l¨ªquida" (Zygmunt Bauman) ¡ªeste ¨²ltimo como efecto acr¨ªtico adecuado a la movilidad que solicita el capitalismo transnacional desde la ca¨ªda del muro¡ª son de una u otra forma deudoras del Manifesto Antrop¨®fago (1928), la referencia m¨¢s conocida de O Grupo dos Cinco, del que forman parte Amaral y su marido, el poeta Oswald de Andrade, y que remite originariamente a los rituales tupinambu¨¦s de muerte del enemigo, que pod¨ªan durar meses, incluso a?os, y de los cuales el canibalismo era tan solo una etapa pero la m¨¢s conocida, por el horror causado al colonizador europeo. La vanguardia brasile?a encontr¨® en aquellos ind¨ªgenas de la Mata Atl¨¢ntica la f¨®rmula ¨¦tica de la ineludible existencia del otro en uno mismo, y la hizo migrar al arte de su ¨¦poca, que deb¨ªa emerger despu¨¦s de digerir las diferentes culturas (invasoras) del interior del pa¨ªs, en lugar de copiar sencillamente los estilos europeos. Esa ¡°devoraci¨®n cr¨ªtica¡± e irreverente de una alteraci¨®n m¨²ltiple y variable que proclama una desobediencia a cualquier regla establecida lleg¨® a tener una deriva en otra corriente art¨ªstica y musical asimismo fundamental en el Brasil de los sesenta y setenta, el Tropicalismo, si bien H¨¦lio Oiticica, Gilberto Gil y Caetano Veloso la llevaron m¨¢s lejos al postular una superantropofagia frente al colonialismo.
La retrospectiva que sobre Tarsila do Amaral propone el MOMA es tranquilizadora y sospechosamente parcial. Pone el foco en el par¨¦ntesis entre 1923 y 1933, la d¨¦cada posterior a sus a?os de aprendizaje en Par¨ªs, donde la pintora devor¨® cr¨ªticamente las ense?anzas de la prestigiosa academia Julien y los c¨ªrculos cubistas. Se muestran, claro, sus conocidos cuadros biom¨®rficos de est¨¦tica primitivista y naive, A Cuca (1924), Urutu (1928) Abaporu (1926) y Antropofagia (1929), as¨ª como la inquietante A Negra (1923), que representa a una trabajadora a la que Tarsila sol¨ªa ver en las plantaciones de caf¨¦ que pose¨ªa su familia. El cuadro es impresionante en lo que tiene que ver con la dislocaci¨®n de un ser humano expulsado de su continente de origen por una econom¨ªa que la convierte en esclava: el pecho sobre el brazo (era habitual que las mujeres se colgaran una piedra del pez¨®n para s¨ª alargar la mama) est¨¢ fuera de sitio y con ¨¦l quiere dar de mamar al ni?o que posiblemente lleva atado a la espalda; sus labios est¨¢n a punto de abrirse para gritar, pero no pueden.
A Negra amaga el cambio que tendr¨ªa su obra a partir de 1933, a?o de Workers, un ¨®leo que realiza tras sufrir la debacle econ¨®mica de su familia, arrastrada por la Depresi¨®n de 1929. Tarsila abandona el colorido, la representaci¨®n de figuras solitarias y toda utop¨ªa antropof¨¢gica, sustituy¨¦ndola por una figuraci¨®n m¨¢s pr¨®xima al realismo social del muralismo mexicano, que ya se hab¨ªa extendido por el continente americano. Pero esta es la otra Tarsila que el MOMA no considera. ?Le importa a alguien? Desde luego no a un museo cuya trayectoria de los ¨²ltimos a?os no deja de mostrar sus logros en el ¨²nico lugar donde se ven, la mercantilizaci¨®n de lo ex¨®tico y el consumo. El pegadizo Dev¨®rame otra vez.
Tarsila do Amaral: Inventing Modern Art in Brazil. MOMA. Nueva York. Hasta el 3 de junio. Comisarios: Luis P¨¦rez Oramas y St¨¦phanie D¡¯Alessandro.
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