Negro como un falso m¨¢ster
El autor lamenta su mala suerte con las novelas policiacas en los ¨²ltimos tiempos. La excepci¨®n que destaca es 'Cuando sale la reclusa', de Fred Vargas
1. Sabuesos
?ltimamente no tengo muy buena suerte con las novelas policiacas ¡ªo ¡°negras¡±, p¨®nganles el marbete que deseen¡ª que voy leyendo. A excepci¨®n de esa obra maestra que es Cuando sale la reclusa (Siruela), de Fred Vargas, que he vuelto a leer en castellano (a pesar de algunos problemas de traducci¨®n), empiezan a cansarme los ¨²ltimos productos ¡ªy esta vez no voy a entrecomillar el t¨¦rmino¡ª de autores cuyas novelas esperaba antes con impaciencia. Me ha sucedido, por ejemplo, con La tentaci¨®n del perd¨®n (Seix Barral), de Donna Leon, y con La pir¨¢mide de fango (Salamandra), de Andrea Camilleri, dos autores prol¨ªficos de quienes he le¨ªdo suficientes libros. Se trata de dos nuevos casos de los respectivos detectives Brunetti y Montalbano, y quiz¨¢s ah¨ª resida el problema. En estas ¡°sagas¡± negras construidas parcialmente a partir de sabuesos que uno ya conoce demasiado, sus aventuras terminan por resultar mon¨®tonas, manieristas. Habr¨ªa que ser un genio para superarse en cada entrega, y no siempre las expectativas est¨¢n al nivel de los resultados. Desde que el estupendo escritor de Porto Empedocle public¨® (1994) La forma del agua (Salamandra), Montalbano ha protagonizado m¨¢s de 30 novelas y relatos. Y desde que Brunetti apareci¨® en 1992 en Muerte en La Fenice (Seix Barral), la estadounidense Donna Leon ha publicado una larga veintena de sus ¡°casos¡±. Lo mismo me estaba pasando con Bernie Gunther, el detective del recientemente fallecido Philip Kerr, cuyos tics marlowianos ya resultaban excesivos ¡ªy casi caricaturescos¡ª despu¨¦s de las m¨¢s de una docena de novelas por ¨¦l protagonizadas desde que en 1989 apareci¨® Violetas de marzo (RBA). Habr¨ªa que ver (talentos narrativos de sus autores aparte) si detectives como Philip Marlowe (Chandler) habr¨ªan resistido tal sobreexposici¨®n sin cansar al respetable lectorado. En todo caso, si del nonagenario Camilleri ya no puede esperarse demasiado ¡ªbastante ha hecho ya¡ª, la setentona Leon puede darnos a¨²n agradables sorpresas: hasta Faulkner tiene mejores y peores novelas. Y respecto al malogrado Kerr, si echo la vista hacia atr¨¢s, su mejor novela me sigue pareciendo Una investigaci¨®n filos¨®fica (Anagrama), un tecno-thriller apasionante en el que no aparece Gunther, pero por el que planea la sombra de Wittgenstein. Y no hay color.
2. Los ?ngeles
En 1910, la industria del cine comenz¨® a asentar sus estudios en Hollywood. Hacia 1920, m¨¢s del 80% de la ya boyante cinematograf¨ªa estadounidense se concentraba en este barrio de las afueras de Los ?ngeles. A partir de esa d¨¦cada, muy poco fue quedando del viejo poblach¨®n agr¨ªcola fundado por colonos espa?oles y mestizos (¡°los pobladores¡±) a finales del XVIII. El crecimiento de la ciudad fue vertiginoso, y a la sombra de aquel El Dorado que promet¨ªa dinero f¨¢cil y la encarnaci¨®n de todos los sue?os de felicidad fue surgiendo un submundo de arribismo sin escr¨²pulos, corrupci¨®n, crimen, prostituci¨®n y narcotr¨¢fico que, a partir de su apogeo en los a?os treinta y cuarenta del siglo pasado, ha atra¨ªdo el inter¨¦s no s¨®lo de la cr¨®nica m¨¢s sangrienta de sucesos, sino de buena parte de la literatura y del cine ¡°negro¡±. Dark City. The Real Los Angeles Noir (Taschen, 480 p¨¢ginas, 75 euros; textos breves en ingl¨¦s, franc¨¦s y alem¨¢n), una soberbia historia gr¨¢fica del crimen y la cr¨®nica de sucesos en esa ciudad desde 1920 hasta 1950, constituye el mejor documento sobre aquella siniestra sociedad paralela en la que el crimen campaba (casi) impunemente. En sus p¨¢ginas se acumulan no s¨®lo facs¨ªmiles de revistas de la ¨¦poca cuyas columnas reflejan el ambiente de lujo y perversi¨®n del vecindario, sino multitud de asombrosas fotograf¨ªas de la colecci¨®n de Jim Heimann, autor y editor del volumen, que ilustran cada momento culminante de ese submundo del vicio: desde los cr¨ªmenes y ordal¨ªas perpetradas en los a?os treinta por las mafias italo-judio-americanas de Bugsy Siegel o Jack Dragna hasta asesinatos medi¨¢ticos ¡ªcomo el de Johnny Stompanato, lugarteniente de mafiosos (a quien apiol¨® la hija de su amante, Lana Turner), o el famos¨ªsimo de la descuartizada Dalia Negra¡ª, pasando por multitud de asesinatos y esc¨¢ndalos de ¨ªndole sexual, o por la vergonzosa represi¨®n que sufri¨® la poblaci¨®n nipoamericana tras el ataque a Pearl Harbour. Dark City es una aut¨¦ntica summa de ese noir Los ?ngeles cuya perversa atracci¨®n ha informado pel¨ªculas tan inolvidables como Perdici¨®n (Billy Wilder, 1944), Alma en suplicio (Michael Curtiz, 1945), Chinatown (Roman Polansky, 1974) o LA Confidential (Curtis Hanson, 1997).
3. Monstruos
Dense un respiro de tanta novedad y sum¨¦rjanse en la espl¨¦ndida novela de aventuras El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle, que acaba de reeditar Random House en la vieja (pero eficaz) traducci¨®n de Amando L¨¢zaro Ros y con ilustraciones de Sergio Mora. La existencia de un rinc¨®n perdido del mundo en el que habr¨ªan subsistido animales anteriores a la prehistoria es un material literario ya explorado por Julio Verne en su Viaje al centro de la Tierra (1864), pero el gran Conan Doyle lo llev¨® a la perfecci¨®n en esta novela publicada originalmente como follet¨ªn en 1912, y en la que se inspirar¨ªa Michael Crichton para sus novelas ¡°jur¨¢sicas¡±. Una expedici¨®n a la selva amaz¨®nica para comprobar la veracidad de los descubrimientos del profesor Challenger (que protagonizar¨¢ otras novelas de ACD) lleva a dos cient¨ªficos rivales, un periodista y un aventurero ¡ªacompa?ados por un peque?o grupo de porteadores y siervos ind¨ªgenas sobre los que el autor proyecta la mirada condescendiente y un punto racista tan t¨ªpica del apogeo del colonialismo¡ª a descubrir un ¨¢mbito secreto y milagrosamente conservado en el que pterod¨¢ctilos, dinosaurios, iguanodontes, monos antropoides (?el ¡°eslab¨®n perdido¡±?) y hasta primitivos seres humanos luchan por su subsistencia. Si consiguen desencolar a sus hijos adolescentes del tel¨¦fono m¨®vil, d¨¦nselo a leer. Para que aprendan que la literatura es tambi¨¦n gozo.
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