La mentira del mito sexo d¨¦bil/sexo fuerte
La discriminaci¨®n sexual prevalece sobre todas las dem¨¢s formas de desigualdad social
"?rase una vez" ?¡ªnos contaron¡ª "un sexo fuerte y otro d¨¦bil...". Tanto se nos ha repetido y repetido este cuento en sus m¨²ltiples versiones, que hemos terminado por aceptarlo como una verdad, lo hemos interiorizado en nuestro proceso de socializaci¨®n sin darnos cuenta de sus consecuencias. No en vano, las definiciones estructuran la realidad de las personas, porque aportan significados que utilizan para explicarse las cosas que ven y a s¨ª mismas en el encuentro con otros en un orden social dado. De ah¨ª que definir es crear, es hacer historia, pues se destacan algunas verdades, se las reconoce y acepta, dejando otras en el olvido.
Los significados se originan en un espacio social e influyen en la construcci¨®n de la realidad en la que nos ubicamos y nos relacionamos con otros; se inscriben en nuestros deseos, en aquello que valoramos y nos atrevemos a so?ar, en nuestras acciones... La existencia en un espacio social nos moldea con sus verdades, porque respiramos en ¨¦l, nos movemos en ¨¦l y nos relacionamos con otros en ¨¦l. As¨ª, el discurso vigente que cohesiona el orden social es interiorizado por los individuos de manera apenas perceptible y hace nacer expectativas, actitudes, convicciones, cometidos, papeles, posibilidades reales de proyectos de vida... Las personas, al habituarse a un determinado estar en ese orden social, se convierten en vivos recordatorios de las verdades interiorizadas, que se viven como propias y se confirman en sus acciones. Las verdades interiorizadas influyen en la creaci¨®n de nosotros mismos, porque lo que hacemos y creamos, a su vez, nos hace y nos crea. Poco a poco, lo social y lo cultural se muta en carnal.
Las definiciones de los dos sexos aportan los significados de lo que es ser mujer u hombre en el orden social dado; nacen en ¨¦l, son coherentes con ¨¦l y sirven para perpetuarlo, pues se acompa?an de normas, usos y costumbres para cada uno de los sexos. Esas normas no se deben solo a un porqu¨¦, sino tambi¨¦n a un para qu¨¦. En el orden patriarcal acontece el reparto de poder entre los sexos, que se inscribe en sus definiciones, y este reparto es desigual: el poder lo sustenta el hombre, es el que ocupa la posici¨®n social privilegiada, es el que gobierna y dicta las leyes. La discriminaci¨®n sexual prevalece sobre todas las dem¨¢s formas de desigualdad social, y nos afecta profundamente en nuestro ser y en nuestra existencia. Nacer mujer en un orden patriarcal implica una desventaja social de partida, independiente de la racial, econ¨®mica o pol¨ªtica. Se espera del sexo femenino que acepte su secundario lugar, que obedezca y que sirva al mantenimiento del orden dado, que sirva al que sustenta el poder. Las mujeres adaptadas aprenden a subordinarse y a consentir en ser la natural perdedora social o a burlar el poder de los hombres aprovech¨¢ndose de las reglas del juego y de las debilidades masculinas.
En el orden patriarcal, la mujer es definida desde y por el var¨®n; todav¨ªa hoy el hombre sigue siendo el criterio a partir del cual se mide a la mujer, que se torna del otro sexo extra?o, del otro que no es. ?C¨®mo se puede vivir con dignidad humana en un mundo que reduce un sexo para que el otro se valore como Uno? La diferencia sexual produce muchas otras diferencias. De ese modo, los estereotipos de ambos sexos no solo reflejan lo que son, sino que se convierten en un instrumento para perpetuar un orden dado de cosas, que podr¨ªa ser otro, pues una vez interiorizadas esas im¨¢genes ideales, har¨¢n que los mismos individuos repriman las cualidades y las capacidades que no encajen en ellas y lo har¨¢n sin ser conscientes de lo que hacen.
Puede parecer natural que el fuerte domine y proteja al d¨¦bil, pero la fuerza no solo se basa en el poder del m¨²sculo. Cabr¨ªa hablar de otros aspectos de la fortaleza humana, como la inteligencia, incluyendo la emocional y la social, como la resistencia ante las enfermedades y adversidades existenciales, aspectos en que el sexo femenino se destaca por su gran capacidad. As¨ª, la tasa de suicidios en cualquier franja de edad es mayor en el sexo masculino y, por lo general, los hombres son peores enfermos que las mujeres y toleran peor la frustraci¨®n. Por otra parte, ambos sexos son fr¨¢giles y vulnerables en su interrelaci¨®n, porque se necesitan y dependen uno del otro en su existencia.
Quiz¨¢s, la comparaci¨®n y la oposici¨®n entre los dos sexos no sea la mejor manera para definirlos; dificulta comprender lo que en realidad somos. No olvidemos que lo masculino se valora y lo femenino se desvaloriza, se ignora y se oculta, salvo cuando sirve para mantener el orden establecido. Sin embargo, ?lo femenino es bueno, es verdadero, es bello! Adem¨¢s, lo masculino y lo femenino son cualidades que comparten ambos sexos. Cualquiera que se identifique con uno solo de estos opuestos se empobrece en su ser. Conviene subrayar que las mujeres y los hombres somos personas reales, no estereotipos andantes, y una persona real no se agota en su definici¨®n de mujer o de hombre.
?Y si reescribimos el cuento? "?rase una vez, en un lugar lejano, dos sexos, humanos y hermosos ambos, que conviv¨ªan respet¨¢ndose, admir¨¢ndose, colaborando en igualdad y aprendiendo uno del otro. Ambos eran poderosos y sabios en su existencia en com¨²n. Ambos cuidaban, amaban y creaban un mundo mejor..." ?Qu¨¦ pasar¨ªa si interioriz¨¢ramos estas verdades? ?Qu¨¦ mundo crear¨ªamos entre todos?
Anna Arn¨¢iz Kompanietz es m¨¦dica, sex¨®loga y escritora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.