Canciones para resistir
Luisa y Cuco P¨¦rez re¨²nen las canciones que su madre y otros refugiados espa?oles coreaban en los campos de concentraci¨®n franceses
Luisa y Cuco P¨¦rez saben que la m¨²sica se pega a la memoria como un traje de buzo al cuerpo y que es capaz de defender su hueco incluso cuando se ha olvidado todo lo dem¨¢s. Lo aprendieron en las residencias de ancianos a las que iban a dar conciertos de coplas y tangos; de repente un enfermo de alzh¨¦imer que no recordaba su propio nombre recitaba estrofas enteras sin pesta?ear. Y lo vieron tambi¨¦n en su propia casa, cuando de peque?os, a¨²n sin entender su contenido, escuchaban a su madre cantar las canciones que los espa?oles coreaban en los campos de concentraci¨®n franceses. Luisa de la Cruz era apenas una ni?a cuando cruz¨® los Pirineos huyendo de Franco, pero nunca olvid¨® aquellos estribillos de hambre y de fr¨ªo. Sabiendo que la m¨²sica segu¨ªa ah¨ª, guardada entre los recuerdos de los espa?oles que recalaron en los barracones de Argel¨¨s-sur-Mer o Rivesaltes, ambos hermanos decidieron ir a buscarlas.
El resultado es Allez Allez, un disco en el que interpretan 12 temas, la banda sonora de los republicanos que huyeron a Francia tras perder la Guerra Civil y fueron confinados en campos de concentraci¨®n. Cuco, acordeonista, ha acompa?ado a artistas como Mar¨ªa Dolores Pradera o Joaqu¨ªn Sabina y a los grupos Celtas Cortos y Rev¨®lver. Luisa es solista y ha publicado un disco con canciones del poeta ?ngel Gonz¨¢lez. Este viernes actuar¨¢n solos en el centro Conde Duque (Madrid) para cantar la historia de una larga familia.
¡°Contactamos con muchos refugiados espa?oles que despu¨¦s de pasar por los campos se hab¨ªan quedado en Francia. ?bamos a sus casas y les ped¨ªamos que nos cantaran las canciones. Algunos ten¨ªan casi 100 a?os¡±, recuerda Cuco. ¡°Uno cantaba una estrofa y otro la completaba. As¨ª fuimos reconstruyendo el puzle¡±. "Conocerles -a?ade Luisa-, fue muy emocionante, como encontrar a otra parte de nuestra familia. Nos unen muchas cosas y seguimos en contacto¡±.
Las canciones hablan de las terribles condiciones que se encontraron los espa?oles al cruzar a Francia: la escasez de comida, los piojos, los chinches, las humillaciones de los campos de concentraci¨®n. Pero muchas de ellas lo hacen de forma jocosa, ri¨¦ndose de su mala suerte, como si el humor fuera la ¨²ltima forma de resistencia. ¡°Son canciones sobre todo de desahogo. Creo que al cantarlas en grupo se sent¨ªan mejor. Casi todas se construyen sobre melod¨ªas populares de la ¨¦poca: coplas, zarzuelas, tangos o habaneras ¡±, explica Cuco.
En los barracones del abandono,los refugiados espa?oles se organizaron para compartir lo poco que ten¨ªan. Como el abuelo de Luisa y Cuco, Ces¨¢reo de la Cruz, era maestro, daba clases a los ni?os y ense?aba franc¨¦s a los adultos. Y los m¨²sicos crearon humildes orquestas. Tocaban los instrumentos que hab¨ªan decidido llevarse en su huida de Espa?a sacrificando as¨ª una mano para otra maleta, y tambi¨¦n otros que construyeron en los propios campos de concentraci¨®n con maderas, alambres o trozos de metal.
La idea de recopilar las canciones de los refugiados surgi¨® tras un viaje a los campos de concentraci¨®n. ¡°Mi madre reconoci¨® enseguida su islote, el F, en Rivesaltes.? Nos impresion¨® much¨ªsimo imaginarles all¨ª, viviendo en aquellas condiciones¡±, recuerda Cuco. Luisa de la Cruz ten¨ªa 7 a?os cuando cruz¨® la frontera con sus padres, su hermano, de 11, y una marea de republicanos vencidos por Franco. La familia estuvo dando tumbos por campos de concentraci¨®n franceses y caser¨ªos donde les dejaban dormir en un establo a cambio de trabajar en el campo. La hermana peque?a de Luisa, Blanca, naci¨® en uno de ellos. "Fueron humillados. Se les quiso arrebatar la dignidad. Los que hu¨ªan en busca de la libertad esperaban otro tipo de acogida. Eso no es Francia¡±, declar¨® el entonces primer ministro, Manuel Valls, cuando, en 2015, inaugur¨® un memorial en Rivesaltes. Desde la localidad francesa, a 30 kil¨®metros de la frontera oriental con Espa?a, el pa¨ªs les ped¨ªa perd¨®n 76 a?os despu¨¦s.
Casi la mitad de los 20.000 espa?oles que pasaron por Rivesaltes fueron enviados a los campos de la muerte nazis. La familia De la Cruz tuvo suerte porque en 1942 decidi¨® volver a Espa?a. Un cura y un guardia civil del pueblo donde Ces¨¢reo daba clases hab¨ªan hecho sendos informes acus¨¢ndole de ateo, socialista y "hombre de alma baja", as¨ª que primero fueron su mujer y sus hijos. Tras comprobar que no habr¨ªa represalias contra ¨¦l, le enviaron una carta indic¨¢ndole con una contrase?a ("la ni?a est¨¢ bien") que pod¨ªa volver a casa.
Luisa de la Cruz muri¨® en 2012, sin llegar a ver el disco de sus hijos terminado. Pero los hermanos la grabaron a tiempo para incluirla en el disco. Oir¨¢n su risa y c¨®mo canta algunas estrofas si van al concierto. Tambi¨¦n son suyas la maleta y la ro¨ªda manta del campo que Luisa y Cuco colocar¨¢n sobre el escenario. En amarillo est¨¢ bordada la fecha de llegada: 1939. Hace una vida entera, pero la m¨²sica sigue ah¨ª. ?
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