Un reclutador de espa?oles para los campos nazis
Una biograf¨ªa ¡®descubre¡¯ a Otto Warncke, un alem¨¢n que llev¨® a cientos de republicanos a trabajar en obras para el Tercer Reich
Agust¨ªn Castellano se encontr¨® con algo inesperado mientras estudiaba en 2011 los archivos municipales de L¡¯Hospitalet de Llobregat (Barcelona): una carta con el membrete del Tercer Reich. Era una solicitud del consulado alem¨¢n, fechada en octubre del 1939, de informaci¨®n acerca de un antiguo vecino del pueblo, un alem¨¢n llamado Jos¨¦ Mar¨ªa Otto Warncke. Siete a?os despu¨¦s de aquel descubrimiento, Castellano y un equipo de historiadores ultiman la biograf¨ªa de un personaje inaudito, un hombre que durante la Guerra Civil fue comandante de un batall¨®n de la CNT, en la Segunda Guerra Mundial sirvi¨® como reclutador de espa?oles para los campos de trabajo nazis en Francia y que acab¨® sus d¨ªas como delegado en la Alemania Federal del Gobierno republicano en el exilio.
Castellano, Enric Gil, Antonio Mu?oz y Heike Mart¨ªnez forman el grupo que investiga la trayectoria de este personaje desconocido pese a que jam¨¢s pas¨® desapercibido. ¡°La historia de Otto est¨¢ muy fragmentada y seg¨²n con qui¨¦n hables, creer¨¢s que era un colaboracionista o alguien que salv¨® a muchos republicanos espa?oles¡±, explica Gil. Nada en la vida de Warncke es sencillo, es el paradigma de ¡°la zona gris¡± de Primo Levi, el espacio en el que el bien y el mal, el verdugo y la v¨ªctima, se confunden.
Otto Warncke naci¨® en Hamburgo en 1897. Su familia era propietaria de un negocio de tabaco y siendo un adolescente fue enviado a Camer¨²n ¡ªpor entonces colonia alemana¡ª para trabajar en una plantaci¨®n con un t¨ªo suyo. En 1916, durante la Primera Guerra Mundial, fue evacuado a las Islas Canarias. De all¨ª viaj¨® a Barcelona. Form¨® una familia, trabaj¨® como comercial de productos farmac¨¦uticos y colabor¨® con el consulado alem¨¢n hasta la llegada de Hitler al poder en 1933. No acept¨® la funci¨®n de difundir propaganda nacionalsocialista, seg¨²n explic¨® ¨¦l mismo en una declaraci¨®n judicial de 1969, conservada en el Instituto Internacional de Historia Social de ?msterdam (IISG). El IISG guarda el archivo de Jos¨¦ Ester, quien fue secretario general de la Federaci¨®n Espa?ola de Deportados e Internados Pol¨ªticos. La documentaci¨®n que Ester recib¨ªa de Warncke era utilizada para reclamar indemnizaciones a la Alemania Federal para trabajadores forzados del nazismo.
Warncke se alist¨® voluntario en el Ej¨¦rcito Popular y acab¨® siendo comandante en el 491 Batall¨®n de la 28 Divisi¨®n, de la CNT, en el frente de Arag¨®n. En L¡¯Hospitalet le dedicaron una calle en 1938, la actual ronda de la v¨ªa. Derrotada la Rep¨²blica, Warncke huy¨® a Francia y tras su paso por los centros de refugiados de Argelers y Gurs fue destinado a trabajos forzados en el campo de Saint Medard, controlado por el Gobierno de Vichy. All¨ª vendi¨® con ¨¦xito una propuesta: convertirse en enlace entre las autoridades y la mano de obra republicana espa?ola. Warncke empez¨® en 1941 su empleo para la Organizaci¨®n Todt (OT).
Grandes infraestructuras
Fritz Todt, ministro de Armamento, cre¨® en 1934 un departamento que coordinaba con el sector privado la construcci¨®n de infraestructuras del Reich. A partir de 1938 el principal cometido de la OT fue la construcci¨®n de instalaciones militares. Los n¨²meros de la OT son de v¨¦rtigo: lleg¨® a contar con 1,3 millones de trabajadores, la mayor¨ªa forzados. En Francia, la OT tuvo 220.000 empleados, 25.000 de los cuales eran espa?oles, seg¨²n datos recogidos por el historiador Scott Soo en el libro The Routes to Exile. Soo detalla que los campos con mano de obra espa?ola fueron una excepci¨®n en la OT por las mejores condiciones de vida, en gran parte gracias a Warncke. Todt falleci¨® en 1942 y lo relev¨® Albert Speer para dar inicio a la obra m¨¢s fara¨®nica de la OT: el muro Atl¨¢ntico, los 4.000 kil¨®metros de fortificaciones para impedir una invasi¨®n aliada. La importancia de los casi 3.000 espa?oles coordinados por Warncke en Burdeos en las obras del muro Atl¨¢ntico la demuestra la visita en siete ocasiones que el ministro Albert Speer habr¨ªa realizado al lager Otto Weddigen, donde Warncke ten¨ªa sus oficinas.
Castellano y Gil han recogido testimonios de internos en el campo Otto Weddigen que llaman a Warncke pap¨¢ Otto, por el papel protector que asume. Soo destaca que la OT aplic¨® con los republicanos de Warncke un m¨¦todo inusual de reclutamiento, m¨¢s basado en convencer que en imponer. La revista republicana Foc Nou dedic¨® unas l¨ªneas a Warncke en febrero de 1945 a ¡°la propaganda del misterioso Jos¨¦ Mar¨ªa para reclutar espa?oles para levantar fortificaciones en las costas del Atl¨¢ntico, dici¨¦ndoles textualmente ¡®alistaros ahora voluntariamente porque en un par de meses lo har¨¦is a la fuerza¡±. Soo recopila media docena de charlas similares de Warncke en campos de internamiento de espa?oles en las que promete buenos salarios y vacaciones si aceptaban el trabajo en la OT. Muy pocos le siguieron voluntariamente y se hizo realidad su predicci¨®n del reclutamiento forzado para evitar la extradici¨®n o la deportaci¨®n.
Muchos testimonios confirman que pap¨¢ Otto persuadi¨® a las autoridades nazis para poner a los republicanos bajo su tutela, libr¨¢ndoles as¨ª de campos donde los maltratos eran habituales. Pero tambi¨¦n tuvo cr¨ªticos. El militar Juan Carrasco, internado en Weddigen, escribi¨® que Warncke hac¨ªa deportar a comunistas con los que no ten¨ªa buena relaci¨®n, y que utilizaba a seguidores afines para saquear comercios franceses. Gil dice que no hay pruebas sobre las denuncias de Carrasco y subraya que Warncke ten¨ªa m¨¢s partidarios que detractores: ¡°El problema¡±, a?ade Gil, ¡°es que los cr¨ªticos fueron v¨ªctimas¡±.
Una carta para Willy Brandt
Otto Warncke huy¨® a Espa?a en verano de 1944, cuando los aliados liberaron Francia, temeroso de posibles juicios y de posibles represalias comunistas. Residi¨® diez a?os en Barcelona ejerciendo de vendedor ambulante, seg¨²n Agust¨ªn Castellano. En 1955, se traslad¨® a vivir a Colonia donde consigui¨® una posici¨®n como representante de la empresa farmac¨¦utica Roma-Wagner. Pero lo m¨¢s importante es que consigui¨® ser reconocido como delegado oficial del gobierno espa?ol republicano en el exilio. La historiadora Birgit Aschmann explica en el libro Treue Frendeel quebradero de cabeza que supuso para el gobierno alem¨¢n y para el entonces alcalde de Berl¨ªn Willy Brandt recibir en 1960 una carta de Warncke pidiendo apoyo a los republicanos espa?oles. Ante las dudas de ambos, el Ministerio de Exteriores decidi¨® finalmente no responder porque la Alemania Federal reconoc¨ªa a las autoridades franquistas como representantes leg¨ªtimos del Estado espa?ol. Warncke mantuvo hasta su muerte, en 1972, multitud de contactos con exiliados republicanos para tramitar posibles indemnizaciones alemanas pero tambi¨¦n, seg¨²n Antonio Mu?oz, para intentar conseguir oportunidades de negocio en Am¨¦rica Latina.
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