C¨¢rdenas: ¡°EE UU est¨¢ basado en la explotaci¨®n de los latinoamericanos¡±
El escritor ecuatoriano publica en espa?ol 'Los revolucionarios lo intentan de nuevo', su celebrada novela en ingl¨¦s sobre el idealismo y la p¨¦rdida de fe en las personas, las instituciones y en Dios
Mucho antes de que Barack Obama popularizara su c¨¦lebre eslogan Yes, we can (S¨ª, podemos) en la campa?a a la presidencia de EE?UU en 2008, Mauro Javier C¨¢rdenas (Guayaquil, 1978) ya lo hab¨ªa convertido en motor de su existencia. Y en el ¨¦xito de su primera novela, Los revolucionarios lo intentan de nuevo (Literatura Random House), recientemente publicada en espa?ol, est¨¢ la prueba de que la en¨¦rgica e hiperactiva persecuci¨®n de sue?os que ha protagonizado durante a?os ¡ªestudiar en una exclusiva universidad estadounidense, convertirse en escritor y adem¨¢s en una lengua que no es la suya¡ª ten¨ªa raz¨®n de ser.
Escrita originalmente en ingl¨¦s ¡ªa excepci¨®n de dos cap¨ªtulos en castellano¡ª y publicada en 2016 en EE?UU, esta ficci¨®n que habla del idealismo de juventud, la amistad, la corrupci¨®n y la p¨¦rdida de fe ¡ªen las personas, las instituciones y en Dios¡ª ha sido celebrada como un dechado literario de virtudes. Y le ha concedido a su autor, saludado por la cr¨ªtica estadounidense como la gran revelaci¨®n de la literatura latinoamericana, nuevos argumentos para persistir en la tard¨ªa vocaci¨®n que se despert¨® en ¨¦l cuando, a punto de graduarse en Econom¨ªa en Stanford, ley¨® Ficciones, de Borges. ¡°El fascinante libro de C¨¢rdenas atraer¨¢ tanto a los devotos de McOndo como a los fan¨¢ticos de Bola?o¡±, ha dicho Los Angeles Review of Books. ¡°Esta primera novela, escrita a lo largo de 12 a?os, es un buen ejemplo de c¨®mo la ficci¨®n puede tener una urgencia, c¨®mo es una de las mejores formas de abordar lo inconmensurable. Esta es una novela original e insubordinada, como su gram¨¢tica, como su sintaxis, pero fabulosamente, convincentemente legible¡±, ha certificado The New York Times.
¡°Los elogios siempre te caen bien, pero no afectan a tu escritura¡±, relativizaba el escritor durante el ¨²ltimo Hay Festival, que lo incluy¨® en 2017 en Bogot¨¢39, la lista de los 39 escritores latinoamericanos menores de 40 a?os a los que hay que seguir la pista. ¡°Llega un momento en que ya sabes lo que quieres y lo que te gusta¡±.
"Odio la trama, la caracterizaci¨®n..., todos los elementos tradicionales de la ficci¨®n. Como escritor, busco nuevas formas de narrar"
C¨¢rdenas llega a la cita seguro de s¨ª mismo, pero con los pies en la tierra y una vitalidad envidiable para la solana que est¨¢ cayendo, a punto de expirar enero. Toma asiento en un estrecho e inc¨®modo banco de madera y, con un verbo tan torrencial como su escritura, se apresta a conversar sobre su primera novela: una ficci¨®n de sarcasmo implacable, cuya trama est¨¢ colmada de paralelismos con su vida y la historia pol¨ªtica y social de su pa¨ªs en el ¨²ltimo cuarto del siglo XX.
¡ª?La define como novela pol¨ªtica?
¡ªDepende del d¨ªa que me pregunte. Hay autores super-avant-garde que dicen que la pol¨ªtica no les interesa. Pero al mismo tiempo vivimos en un mundo en el que tenemos a un presidente de EE?UU que toma decisiones que afectan a las personas. Y si yo tengo dos personajes que son antiamericanos, hay pol¨ªtica. Los personajes siempre existen en un contexto. Antonio viv¨ªa en San Francisco y se regres¨® porque por alguna raz¨®n no se sent¨ªa a gusto.
Antonio es el protagonista de Los revolucionarios lo intentan de nuevo. Como C¨¢rdenas, naci¨® en Guayaquil y ha tenido una vida id¨¦ntica a la de su autor en muchos aspectos. Hijo del jefe de suministros en el Gobierno de Le¨®n Mart¨ªn Cordero (trasunto de Le¨®n Febres-Cordero), estudi¨® en un colegio de ¨¦lite de los jesuitas ¡ªel San Javier¡ª; de adolescente hizo apostolado en los barrios m¨¢s marginales de su ciudad y en el ¨²ltimo curso se propuso formarse en alguna de las grandes universidades norteamericanas para volver y salvar a Ecuador de la pobreza y la injusticia. Pero a diferencia del escritor, a¨²n instalado en San Francisco, Antonio se aferra a ese plan, acaso ingenuo, y, reclamado por sus amigos de la infancia, regresa a casa en la treintena para lanzar una candidatura electoral que frene a los corruptos y cambie el curso de la historia de Ecuador. ¡°El libro tiene muchos aspectos autobiogr¨¢ficos, pero nunca me interes¨® escribir una autobiograf¨ªa¡±, conf¨ªa. ¡°La autobiograf¨ªa es un ingrediente m¨¢s. Lo que me interesa es que se combine con mis lecturas, con la m¨²sica de John Cage, el baile de Merce Cunningham¡, y que de todo eso salga un gremlin¡±, explica. ¡°Odio la trama, odio la caracterizaci¨®n¡, odio todos los elementos tradicionales de la ficci¨®n. Como escritor, busco nuevas formas de narrar¡±.
Si por algo se destaca este relato es por sus enrevesados vericuetos narrativos. Su escritura, raras veces convencional, y siempre cambiante y cargada de slang guayaquile?o, evoluciona hacia frases cada vez m¨¢s largas, acotadas por guiones, en las que C¨¢rdenas dice haber hallado un tesoro narrativo. ¡°Casi al final de la novela me di cuenta de que hab¨ªa encontrado un tipo de oraci¨®n que me resolv¨ªa todo, que era la oraci¨®n larga un poco tradicional europea de Thomas Bernhard, y observ¨¦ que al combinarla con esas rayitas, que fuerzan a los personajes a hablar mucho, todo ten¨ªa cabida: narrativa, memoria, imaginaci¨®n, referencias a otros libros, y adem¨¢s de forma muy fluida¡±, explica. ¡°Hay escritores que dicen que escogen un tipo de oraci¨®n porque el personaje lo requiere. Y yo creo que es a la inversa. Creo que es la forma de escribir lo que determina c¨®mo son los personajes¡±.
"La idea de que un republicano abriera mi libro y viera un cap¨ªtulo en espa?ol y se cabreara me gust¨®. Fue mi peque?a sublevaci¨®n"
El escritor ecuatoriano ¡ªque no ha querido traducir la novela porque, como W. G. Sebald, ve¨ªa ¡°el fin en el horizonte¡±¡ª escribi¨® la obra como quien toca un concierto de jazz, improvisando, sin saber ad¨®nde le conducir¨ªa cada frase. Solo ten¨ªa un comienzo y un final ¡ª¡°Antonio regresa y se da cuenta de que no deb¨ªa haber regresado¡±?¡ª y una determinaci¨®n: escribir¨ªa b¨¢sicamente en ingl¨¦s. ¡°Para m¨ª el espa?ol era el de la escuelita, el de los amigos, el de la joda. Muy rico, pero muy limitado. Y uno no puede hacer as¨ª literatura. Lo que me interesaba del ingl¨¦s es que para m¨ª no ten¨ªa restricciones, en mi mente era como un sistema, no un lenguaje. Las palabras, que para los americanos tienen asociaciones, no las ten¨ªan para m¨ª. Me sent¨ªa libre¡±.
Su decisi¨®n de intercalar dos cap¨ªtulos y colar palabros en espa?ol tuvo trasfondo literario. Pero no solo. Hubo en ello un acto de rebeld¨ªa y subversi¨®n pol¨ªtica. ¡°Yo me he sentido bien tratado en EE?UU hasta que ha llegado Trump. Pero con el tiempo uno se va dando cuenta de que el pa¨ªs est¨¢ basado en una explotaci¨®n de mis hermanos latinoamericanos. Su actitud es tan negativa que la idea de que un republicano abriera mi libro y viera un cap¨ªtulo en espa?ol y se cabreara me gust¨®. Fue mi peque?a sublevaci¨®n, deformar el lenguaje americano para que suene m¨¢s latino¡±, explica.
C¨¢rdenas trabaja como responsable de un equipo de analistas en un banco en San Francisco. Solo tiene dos horas al d¨ªa para escribir. Se levanta temprano, lee ¡°en la noche¡±, y as¨ª va ya por su tercer libro ¡ªel segundo se publicar¨¢ en EE?UU en 2019¡ª, todos con Antonio como protagonista. Si el primero cuenta que Antonio regresa a Ecuador, el segundo trata de que no quiere lidiar con su hermana, que ha perdido la raz¨®n. ?Y el tercero? En el tercero lo deportan, y ese es el motivo por el que el escritor, ya a disgusto en su pa¨ªs de acogida, no ha dejado a¨²n EE?UU.
Si C¨¢rdenas ha llegado hasta aqu¨ª no ha sido por ciencia infusa, pero tampoco propulsado por el ambiente en el que creci¨®. En el colegio se llevaban las matem¨¢ticas y en casa su gran lectura fue la enciclopedia que compr¨® su madre cuando el psic¨®logo le dijo: ¡°D¨¦ al muchacho mucho que hacer para que no se meta en problemas¡±. El caso es que si hoy escribe es porque jam¨¢s ha dejado de buscarse. De ni?o quiso ser cura. ¡°L¨®gico¡±, enfatiza. ¡°Si te dicen que Dios es lo m¨¢ximo, uno quiere ser lo m¨¢ximo, y lo m¨¢ximo alcanzable era ser cura¡±. Y a?ade: ¡°A veces pienso que pasar tantas horas rezando solo el rosario y teniendo conversaciones imaginarias con la madre dolorosa fue el inicio inconsciente de ser escritor¡±.
Con las visitas a los pobres de Guayaquil, esa vocaci¨®n religiosa se transform¨® en la ambici¨®n de ayudar al pr¨®jimo desde la pol¨ªtica. Perfeccion¨® el ingl¨¦s, se matricul¨® en Stanford, pero sinti¨® que eso tampoco era lo suyo. Andaba totalmente perdido y desorientado cuando, providencialmente, se top¨® con Borges en el piso de una compa?era, que le aloj¨® en su casa durante unas vacaciones, y emprendi¨® entonces el camino informal hacia la literatura. Cursos y m¨¢s cursos, lecturas y m¨¢s lecturas. Y as¨ª, el entonces empleado de una consultor¨ªa se prend¨® de Rayuela ¡ª¡°la literatura como juego¡±¡ª porque le ense?¨® que en la ficci¨®n todo es posible; identific¨® al enemigo en Arist¨®teles ¡ª¡°vi clar¨ªsimo que no me interesaba ese conflicto acci¨®n-resoluci¨®n¡±¡ª, y con Virginia Woolf, Lobo Antunes y W. G. Sebald se dijo: ¡°S¨ª, puedo¡±. Le llev¨® 12 a?os conseguirlo, pero ah¨ª est¨¢ Los revolucionarios lo intentan de nuevo.
Los revolucionarios lo intentan de nuevo. Mauro Javier C¨¢rdenas. Traducci¨®n de Miguel Antonio Ch¨¢vez. Literatura Random House, 2018. 320 p¨¢ginas. 21,90 euros.
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