Por qu¨¦ seguir amando Venecia
Una ciudad ¨²nica yace enterrada bajo los ¡®selfies¡¯. A pesar de que millones de turistas la visitan cada a?o, es una de las grandes desconocidas de Europa


Lo que mata tiene poco que ver con el amor. El acervo popular, generalmente sabio, yerra completamente al sostener lo contrario. Porque normalmente se emplea el amor para presentar como una fatalidad inevitable lo que es puro y simple ego¨ªsmo. Lo que est¨¢ sucediendo con Venecia es un buen ejemplo.
La inmensa mayor¨ªa de los millones de turistas que al a?o transitan apenas cuatro horas de media por sus calles y campos ¡ªen Venecia solo hay una Plaza, con may¨²sculas, lo dem¨¢s son campos¡ª aseguran que regresan a sus lugares de origen enamorados de la ciudad. Muchos incluso ya est¨¢n enamorados antes de ir. Es dif¨ªcil resistirse al encanto de un lugar est¨¦ticamente tan cautivador donde el agua ¡ªun elemento ajeno a los seres que vivimos sobre tierra, pero que tanto nos atrae¡ª forma el paisaje urbano. Una ciudad que, precisamente por esto, ha cambiado muy poco en t¨¦rminos generales en los ¨²ltimos 300 o 400 a?os. Es como un viaje al pasado. Un sue?o que se publicita como un remanso de paz donde es posible encontrar y, sobre todo, reencontrarse. Un par¨¦ntesis en una vida convertida en una guerra.
Pero Venecia no es nada de eso. Y no se trata de que el turista reci¨¦n descendido del crucero ¡ªo llegado en tren a la estaci¨®n de Santa Luc¨ªa para pasar el d¨ªa¡ª descubra que apenas puede caminar por las estrechas calles de lo congestionadas que est¨¢n de peatones. Otros visitantes. O que debe guardar interminables colas ya sea para viajar en el transporte p¨²blico o bien para acceder a los numerosos monumentos. Y que entonces tiene que calcular apresuradamente el tiempo que le resta de visita hasta que su barco zarpe o su tren parta de regreso. Y que debe tener previsto lo que le llevar¨¢ poder admirar durante apenas unos segundos tal objeto o cual lugar. S¨ª, Venecia es muy hermosa. Al regreso, la memoria selectiva conformar¨¢ recuerdos que cada vez se acoplar¨¢n m¨¢s al sue?o y se negar¨¢ la frustraci¨®n. Y el enamoramiento persistir¨¢. Es complicado tratar de no enamorarse de Venecia. Amarla es otra cosa.
Venecia es como esas reinas antiguas de los relatos infantiles ¡ªy no tan infantiles¡ª que bajo una superficie de gran belleza albergan una largu¨ªsima, sorprendente, terrible, gloriosa, cruel, magn¨¢nima y tr¨¢gica historia. Es parad¨®jico, porque millones de personas han pasado y pasan por all¨ª y, sin embargo, Venecia es una de las grand¨ªsimas desconocidas de Europa. Una ciudad que marc¨® decisivamente el destino de Occidente. Su nombre deber¨ªa figurar junto a Roma y Atenas como ejemplo de ciudades que conformaron el mundo. ?Exagerado? Tal vez no tanto.
Esa ciudad que ¡ªen palabras de los personajes de la escritora Donna Leon, estadounidense de nacimiento, veneciana de coraz¨®n¡ª hoy se ha llenado de tiendas de chinos donde se venden recuerdos de Venecia fabricados en China a turistas chinos, fue un Estado independiente durante nada menos que 1.100 a?os. Hasta 1797. En ese milenio pr¨¢cticamente jam¨¢s fue atacada en su propio territorio urbano ¡ªy en esto se parece a Estados Unidos¡ª y construy¨® un imperio mar¨ªtimo y comercial muy similar al que ya hab¨ªa tenido Atenas. Como recuerda el historiador Thomas Madden, mientras Europa era apenas un campo de batalla medieval, Venecia era una Rep¨²blica de ciudadanos libres que no solo sobrevivi¨® durante siglos, sino que fue estudiada ¡ªy a?adimos, copiada¡ª por quienes quer¨ªan cambiar el mundo a mejor, entre ellos los padres fundadores de Estados Unidos.
Esta Rep¨²blica nunca conoci¨® el feudalismo y desde siempre tuvo claro un principio muy similar al de la separaci¨®n de poderes y al sistema de control y contrapesos pol¨ªticos de cuya paternidad se apropiaron despu¨¦s los anglosajones con sus famosos checks and balances. Entendi¨® que la diplomacia es m¨¢s efectiva que la acci¨®n militar y que los servicios de inteligencia resultan decisivos para la pol¨ªtica comercial. Se adelantaron varios siglos al due dilligence y a las agencias de inteligencia empresarial que ahora proliferan como setas. Cuando en el resto de Europa la noci¨®n de cr¨¦dito parec¨ªa una herej¨ªa y las monedas ¡ªsi las hab¨ªa¡ª se guardaban bajo el colch¨®n, los venecianos de a pie sab¨ªan lo que era el inter¨¦s compuesto y hasta un esbozo del fondo de inversi¨®n. Como narra Roger Crowley, muchos ciudadanos participaban con sus ahorros, mayores o menores, en expediciones comerciales regulares, de las que recib¨ªan beneficio proporcionalmente seg¨²n su aportaci¨®n. Hasta pod¨ªan gozar de un seguro en el caso de que su barco se fuera a pique.
Venecia fue la Nueva York de Europa durante mucho tiempo. Al igual que los presidentes extranjeros son paseados por Broadway o Times Square, reyes y emperadores quedaron fascinados por el Gran Canal, que no era muy diferente del que los turistas fotograf¨ªan hoy d¨ªa. John Julius Norwich, de quien se acaba de reeditar su Historia de Venecia (?tico), narra la cumbre en la ciudad en 1177 entre el emperador Federico I Barbarroja y el papa Alejandro III. Y es dif¨ªcil no pensar en la Asamblea General de la ONU en el cruce de la Primera Avenida con la calle 48. Adem¨¢s, su Bolsa ¡ªsu mercado¡ª fue una de las m¨¢s importantes del mundo durante siglos. Marco Polo no es una historia para chavales, sino el Elon Musk de su ¨¦poca.
Militarmente, la Rep¨²blica contribuy¨® decisivamente a frenar la expansi¨®n turca. Si las seis galeazas ¡ªlos acorazados de la ¨¦poca¡ª y las 106 galeras ¡ªlos destructores¡ª de Venecia no hubieran participado en Lepanto, hoy Europa ser¨ªa muy diferente. ?Cu¨¢ntos turistas se preguntan por qu¨¦ Santorini se llama as¨ª? ?O qu¨¦ hace en la ciudadela de Corf¨² un le¨®n alado con el Evangelio abierto?
Pero la Seren¨ªsima tambi¨¦n protagoniz¨® eventos terribles. Traicion¨®, saque¨® y expoli¨® Constantinopla, dejando al Imperio Bizantino herido de muerte. Los caballos de la bas¨ªlica de San Marcos ¡ªuna r¨¦plica, los originales est¨¢n en un museo¡ª son uno de los botines de guerra m¨¢s famosos de la historia. Cuando comenz¨® su decadencia ¡ªy tal vez por eso¡ª, permiti¨® que la seguridad del Estado aplastara los derechos individuales, admitiendo la delaci¨®n an¨®nima, la tortura extendida y los juicios sin garant¨ªas. Y s¨ª. Destruy¨® el Parten¨®n de Atenas, aunque los venecianos echen la culpa a un artillero alem¨¢n.
Iron¨ªas de la historia. La globalizaci¨®n, con la llegada de Col¨®n a Am¨¦rica y el desplazamiento de las rutas de comercio al Atl¨¢ntico, marc¨® el comienzo de su ca¨ªda. Ahora esa misma globalizaci¨®n, con la masificaci¨®n del turismo, amenaza con deformar del todo a la ciudad se?orial que todos los a?os se casaba simb¨®licamente con el mar. Lo que hoy necesita Venecia es menos enamorados y m¨¢s personas que la amen.
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