Amos Oz: ¡°No he visto nunca un fan¨¢tico con sentido del humor¡±
El escritor m¨¢s reconocido en lengua hebrea publica 'Queridos fan¨¢ticos', un libro en el que condensa en forma de cuento lo que ha aprendido sobre la vida
Parece el mismo de hace tres a?os, pero su voz se pierde a menudo en la grabadora entre el ronroneo de su gato ?Freddie. ¡°Mi salud ya solo me permite viajar con la imaginaci¨®n¡±, se excusa el escritor m¨¢s reconocido en lengua hebrea. Amos Oz (Jerusal¨¦n, 1939) comienza una conversaci¨®n con Babelia en su casa de Tel Aviv sobre los zelotes, extremistas y sectarios que prefieren observar un mundo complejo de la forma m¨¢s simple, aunque termina reconociendo que su ¨²ltimo libro, Queridos fan¨¢ticos, es en realidad un legado: ¡°Se lo he dedicado a mis nietos. He concentrado lo que he aprendido en la vida, pero no de una manera abstracta, sino como un cuento¡±.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ ha recuperado discursos de hace tres lustros?
RESPUESTA. Es una revisi¨®n de mis conferencias de 2002 en Alemania. Hay una nueva aproximaci¨®n. Lo m¨¢s peligroso del siglo XXI es el fanatismo. En todas sus formas: religioso, ideol¨®gico, econ¨®mico¡, incluso feminista. Es importante entender por qu¨¦ regresa ahora. En el islam, en ciertas formas del cristianismo, en el juda¨ªsmo¡
P. Escribe sobre su tierra. ?Oriente Pr¨®ximo es la cuna del fanatismo?
R. Es una idea com¨²n, pero no creo que sea verdad. El auge del fanatismo y el racismo en Estados Unidos es mucho m¨¢s peligroso. Existe fundamentalismo en Rusia y en el este de Europa. Tambi¨¦n es peligroso el fanatismo nacionalista en Europa Occidental.
P. ?Compartimos ese pecado original?
R. Creo que hay un gen fan¨¢tico en casi todos nosotros. Es la tendencia del ser humano de intentar cambiar a los dem¨¢s. Les decimos a los ni?os: ¡°Tienes que ser como yo¡±. Eso es muy com¨²n.
P. Usted razona sobre un fanatismo universal.
R. Cuanto m¨¢s complejos se van haciendo los problemas, m¨¢s y m¨¢s gente est¨¢ hambrienta de respuestas muy simples. Una f¨®rmula que lo cubra todo. Pero muy a menudo se trata de mensajes fan¨¢ticos. Por ejemplo: ¡°Todos nuestros problemas se deben a la civilizaci¨®n occidental¡±, o ¡°nuestros problemas se deben al fundamentalismo isl¨¢mico¡±, o ¡°tienen su origen en la globalizaci¨®n¡± o ¡°en el sionismo¡±¡
P. Usted fue un muchacho fan¨¢tico.
R. Un peque?o extremista, educado en una convenci¨®n de nacionalismo y sionismo. ¡°Los jud¨ªos tienen raz¨®n, nuestros enemigos est¨¢n equivocados. Somos los buenos de la pel¨ªcula y los otros son los malos¡±. As¨ª de simple.
¡°Una nueva fragmentaci¨®n de Europa no me hace feliz, pero si una mayor¨ªa del pueblo en Catalu?a quiere vivir por su cuenta, lo har¨¢¡±
P. ?C¨®mo se cura el fanatismo?
R. Hay que tener curiosidad. Ponerse en la piel del otro. Aunque sea un enemigo. La receta es imaginaci¨®n, sentido del humor, empat¨ªa. Pero no para contentar al otro. No soy como Jesucristo y no pido poner la otra mejilla. Lo m¨ªo es intentar imaginar qu¨¦ hace al otro actuar de determinada forma.
P. Usted escap¨® de la atm¨®sfera de su Jerusal¨¦n natal. ?Es dif¨ªcil no acabar siendo un fan¨¢tico en esa ciudad?
R. Amo Jerusal¨¦n. Pero necesito mantener una cierta distancia. Es demasiado conservadora, en t¨¦rminos de ideolog¨ªa o religi¨®n. En Jerusal¨¦n casi todo el mundo tiene una f¨®rmula personal para la salvaci¨®n o la redenci¨®n. Cristianos, musulmanes, jud¨ªos, pacifistas, ateos, racistas, todo el mundo.
P. Naci¨® en un barrio que hoy es ultraortodoxo.
R. Entonces era de clase media baja. Hab¨ªa religiosos, pero tambi¨¦n comunistas y alg¨²n anarquista. Y nacionalistas. Era un barrio interesante porque la gente discut¨ªa a todas horas.
P. ?Una caracter¨ªstica m¨¢s bien jerosolimitana?
R. Es israel¨ª, en general, aunque resulta m¨¢s evidente en Jerusal¨¦n. Cualquier parada de autob¨²s puede convertirse en un seminario acad¨¦mico. Completos desconocidos discuten de pol¨ªtica, moralidad, religi¨®n, historia o sobre cu¨¢les son las verdaderas intenciones de Dios. Pero nadie quiere escuchar al otro, todos creen tener la raz¨®n.
P. En el Estado jud¨ªo, donde la religi¨®n es un signo identitario, ?c¨®mo vive un laico, un ateo?
R. Mi problema no es la religi¨®n, sino el fanatismo religioso. No es el cristianismo, sino la Inquisici¨®n. No es el islam, sino el yihadismo. No es el juda¨ªsmo, sino los jud¨ªos fundamentalistas. No es Jesucristo, sino los cruzados.
P. Un Gobierno ultraconservador en Israel, Trump en la Casa Banca, ?una era propicia a la intransigencia?
R. La mayor parte del mundo se est¨¢ moviendo r¨¢pido desde una perspectiva compleja a otra muy simplista. Pasa tambi¨¦n en la izquierda radical.
P. El nacionalismo, el conflicto palestino, ?no han condicionado esa visi¨®n en Israel?
R. Es natural. Cuando un maldito y cruel conflicto dura m¨¢s de cien a?os hay heridas en ambos bandos. Oscuras im¨¢genes del otro. Hay gente sentimental en Europa que cree que todo puede arreglarse charlando y tomando un caf¨¦, con la idea de que en el fondo todo es un malentendido. Un poco de terapia de grupo y tan amigos. No. Hay conflictos que son muy reales. Cuando dos hombres aman a la misma mujer. O dos mujeres al mismo hombre. Eso no se puede solucionar tomando un caf¨¦. El conflicto entre israel¨ªes y palestinos es real.
P. ?Hace falta un divorcio: dos Estados?
R. B¨¢sicamente es eso. La casa es muy peque?a. Tenemos que hacer dos apartamentos. Israel y, en la puerta de al lado, Palestina. Luego tendremos que aprender a decirnos ¡°buenos d¨ªas¡± en la escalera. M¨¢s tarde podremos ir de visita, a tomar caf¨¦ a casa del otro¡ Y hasta cocinar juntos: un mercado com¨²n, una federaci¨®n o confederaci¨®n¡, pero antes hay que dividir la casa¡ En el fondo todos saben que la ¨²nica soluci¨®n posible es la de los dos Estados. Aunque no les gusta. Para palestinos e israel¨ªes es como una ampu?taci¨®n, pierdes parte de tu cuerpo.
P. En Israel hay quien le cree un fan¨¢tico de la f¨®rmula de los dos Estados.
R. La otra soluci¨®n solo funciona en Suiza. En Yugoslavia acab¨® en un ba?o de sangre. Hubo un divorcio pac¨ªfico en la antigua Checoslovaquia. ?A qui¨¦n se le ocurre que israel¨ªes y palestinos deben acostarse juntos y hacer el amor y no la guerra? Despu¨¦s de un siglo de matanzas no es posible.
P. No parece que el liderazgo israel¨ª muestre prisa por hallar una soluci¨®n.
R. Ese es el coraz¨®n del conflicto, la falta de liderazgo. Nadie tiene el valor que tuvo [el presidente franc¨¦s Charles] De Gaulle cuando concedi¨® la independencia a Argelia.
P. ?Ni los israel¨ªes ni los palestinos?
R. Todo el liderazgo mundial. Por no citar tambi¨¦n el de su pa¨ªs¡
P. Precisamente iba a preguntarle¡
R. No veo l¨ªderes valientes en Madrid o Barcelona. Una nueva fragmentaci¨®n de Europa no me hace feliz. No entiendo por qu¨¦, pero si una mayor¨ªa del pueblo en Catalu?a quiere vivir por su cuenta, lo har¨¢. Puede que sea una gran equivocaci¨®n, una tragedia para Catalu?a y para el resto del pa¨ªs. No se puede obligar a dos personas a compartir cama si una de ellas no quiere.
P. O sea, como en Israel y Palestina.
R. Pienso en Checoslovaquia, fue complicado, pero no hubo guerra. Hasta Escocia quiere un Estado.
P. Entonces, ?ahora vivimos una era de cobardes y fan¨¢ticos?
R. Es un tiempo de simplificaciones. La gente espera respuestas simples y ya no teme parecer extremista. Hace 80 a?os ten¨ªamos miedo de Hitler o Stalin.
P. Si la inmunizaci¨®n que supuso la II Guerra Mundial ya no surte efecto, ?hace falta una nueva vacuna?
R. No quiero otro ba?o de sangre. Pero existe el riesgo: el fanatismo conduce a la violencia. Mi librito contiene un miligramo de vacuna: tolerancia y curiosidad. Sonre¨ªr de tiempo en tiempo, incluso re¨ªrse de uno mismo. No he visto nunca un fan¨¢tico con sentido del humor.
Queridos fan¨¢ticos. Amos Oz. Traducci¨®n de Raquel Garc¨ªa Lozano. Siruela, 2018. 172 p¨¢ginas. 16,95 euros.
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