Trump altera el orden mundial para ganar votos en Wisconsin
En un a?o donde se decide el control de las C¨¢maras, el presidente busca satisfacer a su electorado con gestos como la ruptura del pacto nuclear
Ir¨¢n est¨¢ en Wisconsin. Pero tambi¨¦n en Ohio, Kansas, Pensilvania¡ El presidente Donald Trump juega la partida internacional en clave interna. Liquidada el ala moderada de la Casa Blanca, el presidente estadounidense ha hecho o¨ªdos sordos al terremoto mundial desencadenado por la ruptura del pacto nuclear con Ir¨¢n y ha primado su supervivencia pol¨ªtica. No solo ha propinado otro varapalo al legado de Barack Obama, sino que ante sus votantes se vanagloria de haber cumplido una promesa m¨¢s. En un a?o electoral, donde se decide el control de las C¨¢maras y su suerte ante un posible impeachment, Donald Trump no ha golpeado a ciegas, sino buscando el voto.
Trump ha puesto la pol¨ªtica imperial al servicio de sus intereses electorales. No es la primera vez ni ser¨¢ la ¨²ltima. Lejos de la imprevisibilidad que se le atribuye, el presidente est¨¢ cumpliendo a rajatabla su programa. Una retah¨ªla de promesas que alarmaron en su d¨ªa al mundo pero que ahora ya muestran los rasgos de un legado hist¨®rico. En el camino han quedado el Acuerdo del Transpac¨ªfico, el Pacto contra el Cambio Clim¨¢tico, los dreamers, la buena vecindad con M¨¦xico o la cercan¨ªa con Europa. El Am¨¦rica Primero de aquellos m¨ªtines ha pasado de ser demagogia a formar un corpus pol¨ªtico que la Casa Blanca mide en votos.
La estrategia persigue la polarizaci¨®n. Trump, como recuerdan los expertos electorales, no busca el consenso. Dividir, para ¨¦l, es ganar. El objetivo de esta fricci¨®n permanente es mantener activa esa gran masa de electores, mayoritariamente blancos y rurales, que le dio la victoria. En ese segmento, Trump es poderoso. Incluso en las encuestas de valoraci¨®n general, que tan desfavorables le han sido, el magnate obtiene esta semana su mejor puntuaci¨®n del ¨²ltimo a?o (41% en poblaci¨®n general, 53% entre aquellos que acuden a misa semanalmente, seg¨²n Gallup).
Con la econom¨ªa en crecimiento, el menor desempleo desde 2000 (3,9% en abril) y la imagen de un presidente capaz de demoler la obra de su antecesor, Trump est¨¢ recogiendo en casa los frutos de su ofensiva exterior. La efervescencia llega al punto de que entre sus seguidores corre la especie de que puede lograr el Premio Nobel de la Paz. ¡°Todo el mundo lo cree as¨ª, pero yo jam¨¢s lo dir¨ªa. El premio que quiero es la victoria para el mundo¡±, se ufan¨® ayer el mandatario.
A esta sensaci¨®n de euforia contribuye la calma que reina en su partido. Con el senador John McCain fuera de juego, ya quedan pocos capaces de liderar la contestaci¨®n. Por el contrario, los republicanos han abandonado su belicosidad inicial y se han api?ado a su alrededor. Ya no hay motines como los vistos durante la tramitaci¨®n de la contrarreforma sanitaria.
Las elecciones del 6 de noviembre, con la renovaci¨®n total de la C¨¢mara de Representantes y un tercio del Senado, han catalizado este apoyo. La mayor¨ªa de los conservadores ha concluido que situarse contra el presidente puede reducir sus expectativas de victoria. Y Trump no ha dejado pasar la oportunidad. M¨¢s all¨¢ de la paz legislativa, en un momento en que las investigaciones del fiscal especial sobre la trama rusa avanzan a pasos agigantados, ganar los comicios y mantener el control de ambas C¨¢maras le blinda de un posible impeachment.
En este escenario, la inmensa ola de condena internacional por el abandono del pacto nuclear suena lejana, pero no deja de tener eco interno. Los forjadores del acuerdo de 2015, conscientes de los riesgos que entra?a la salida, se han lanzado en tromba.
¡°Donald Trump ha mentido sobre el pacto nuclear con Ir¨¢n, ha socavado la confianza internacional en los compromisos adquiridos por Estados Unidos, se ha apartado de sus aliados m¨¢s cercanos, ha fortalecido a los halcones iran¨ªes y ha dado m¨¢s razones a Corea del Norte para mantener sus cabezas nucleares. Esta locura es un peligro para nuestra seguridad nacional¡±, ha dicho el exdirector de la CIA (marzo 2013 - enero 2017) John Brennan. ¡°Trump ha empozo?ado el discurso pol¨ªtico y ha convertido las m¨¢s importantes cuestiones de seguridad nacional en un reality show¡±, ha se?alado Ben Rhodes, asesor de Obama y uno de los forjadores del pacto.
Son cr¨ªticas que en territorio republicano no computan. Pertenecen a la polarizaci¨®n que tanto fomenta la Casa Blanca y que tan buenos resultados le dio en las elecciones a Trump. Antes que erosionarle, le muestran a cuerpo completo. M¨¢s Trump que nunca.
¡°En el pacto con Ir¨¢n, Trump ha seguido sus instintos. Y sus instintos le ped¨ªan matar el acuerdo con Ir¨¢n. Una vez tomada la decisi¨®n, no hay espacio para las medias tintas¡±, ha escrito el analista conservador Jonathan Schanzer.
En esta radicalizaci¨®n ha influido la guillotina aplicada a los miembros del gabinete que ejerc¨ªan de contrapeso a sus decisiones m¨¢s estridentes. Eliminada el ala moderada y entronizados los halcones al frente de la Secretaria de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, el magnate se siente libre y reforzado para el siguiente desaf¨ªo: Corea del Norte. Una batalla a la que el presidente considera que tras la ruptura del pacto con Ir¨¢n llega con m¨¢s fuerza.
Lejos de debilitar la credibilidad del compromiso estadounidense, para la Casa Blanca la salida representa un golpe de autoridad que les permite exigir un acuerdo de m¨¢ximos. ¡°Mi decisi¨®n env¨ªa un mensaje crucial [a Corea del Norte]. Estados Unidos ya no lanza amenazas vac¨ªas¡±, afirm¨® Trump al romper el acuerdo. Ahora le toca materializar sus palabras. El mundo aguarda; Wisconsin, Ohio y Kansas, tambi¨¦n.
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