Los ni?os del coro que dan vida a las ¨®peras del Teatro Real
Los Peque?os Cantores de la JORCAM son los actores y cantantes l¨ªricos infantiles titulares en la instituci¨®n cultural
El pesado tel¨®n de terciopelo rojo que absorbe la atenci¨®n al entrar en el Teatro Real de Madrid se abre y deja ver una estructura met¨¢lica que dibuja la fachada de una corrala. El escenario permanece en silencio a la espera de las indicaciones del director de la ¨®pera, aunque detr¨¢s, en la inmensa caja esc¨¦nica de m¨¢s de 80 metros de alto, que sirve para las puestas en escena, hay un ir y venir de artistas, t¨¦cnicos, maquinaria y ni?os. Son los Peque?os Cantores de la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (JORCAM), que act¨²an en conciertos y ¨®peras por toda Espa?a.
Estos 35 ni?os est¨¢n divididos en los dos laterales del escenario preparados para salir. Tienen entre 9 y 14 a?os y han estado m¨¢s de dos meses preparando la ¨®pera Street Scene, de Kurt Weill, que estuvo en cartel en febrero y vuelve el 26 de mayo, s¨¢bado. La obra est¨¢ ambientada en la zona pobre de Manhattan durante el caluroso verano de 1946 y, en ella, las pasiones, peleas, chismorreos y traiciones entre vecinos la convierten en una ¨®pera de denuncia social. Los chavales, caracterizados como ni?os y ni?as humildes, juegan en la calle ajenos a la historia a su alrededor.
Por fin, el silencio se rompe a las seis en punto con las primeras notas de la orquesta. Los ni?os, que llevan desde las cuatro y media prepar¨¢ndose, se han tenido que saltar las ¨²ltimas horas de clase para poder llegar. Con el bocadillo en la mano, la mochila repleta de deberes y cara de ilusi¨®n, a pesar de haber tenido siete horas de clases, se acercan a la puerta del Real de la mano de sus padres, abuelos o cuidadores. ¡°Habitualmente trabajamos solo mi¨¦rcoles y s¨¢bado, pero cuando se acerca el estreno deben venir todos los d¨ªas a ensayar durante las tres ¨²ltimas semanas¡±, explica Ana Gonz¨¢lez, directora y profesora del coro desde que se cre¨® en 2009.
El coro cuenta con m¨¢s de 70 ni?os, pero solo los mejores son seleccionados para representar las obras. En algunas tienen que cantar detr¨¢s del escenario, en otras, como en las tres ¨²ltimas del Real, La Boh¨¨me, Dead Man Walking y Street Scene, deben tambi¨¦n interpretar. Algunos han representado m¨¢s de siete ¨®peras con solo 14 a?os. ?C¨®mo pueden compaginarlo con el colegio? ¡°A veces es complicado porque sale a las 9 o 10 de la noche, llegamos a casa y se tiene que poner a hacer los deberes hasta tarde, pero a ella le merece la pena¡±, explica Mar Rueda, madre de Candela Garc¨ªa, de 10 a?os, que entr¨® en el coro el a?o pasado y por primera vez se sube al escenario.
La ¨®pera da comienzo. Mientras que los operistas preparan la voz y hacen ejercicios de relajaci¨®n, los ni?os se mantienen tranquilos y en silencio. El regidor les indica el momento de salir y lo hacen bajo la atenta mirada de Gonz¨¢lez, que no se despega de ellos. Llevan semanas preparando este momento, repitiendo una y otra vez cada estrofa y hablando en ingl¨¦s para que el acento sea perfecto.
En Street Scene, los ni?os salen en el primer acto y tambi¨¦n en el segundo, por lo que, cuando acaba su primera aparici¨®n, se van a los camerinos a esperar. No se les suele ver por los pasillos, pero es imposible no sentir su presencia. Se les escucha tararear las canciones, jugar y re¨ªr. Tienen por delante hora y media libre hasta que vuelvan a escena, as¨ª que aprovechan para estudiar, hacer los deberes y merendar. Los que pueden se sientan en las sillas frente al espejo de camerino rodeado de bombillas, pero los tardones lo hacen en el suelo. Libros, tabletas, cuadernos... est¨¢n acostumbrados a viajar con todo lo necesario para avanzar sus deberes en cualquier rato libre.
Llama la atenci¨®n que hay m¨¢s ni?as que ni?os. ¡°A ellos les cambia la voz en torno a los 13 a?os y entonces tienen que dejar el coro¡±, apunta Gonz¨¢lez. ¡°Cuando me vaya, me dedicar¨¦ a ser mago¡±, explica Ignasi Garci, que tiene 12 a?os y entr¨® con seis. Entre ejercicio y ejercicio de matem¨¢ticas, Garci aprovecha para hacerles un truco de magia a sus compa?eros. ¡°Las experiencias que vive aqu¨ª le durar¨¢n toda la vida¡±, declara su padre.
De repente, las risas se interrumpen. ¡°Los ni?os de la JORCAM, a escena¡±, anuncian por megafon¨ªa, y todos se colocan en fila. De camino, la soprano Patricia Racette abraza a uno de ellos, que hace de su hijo en la ficci¨®n, mientras que el bar¨ªtono Eric Greene ense?a un apret¨®n de manos a otros dos. Se desenvuelven tan bien en el escenario que no parecen pensar en los m¨¢s de 1.500 espectadores que hay enfrente. Al acabar, solo les queda esperar a que finalice la ¨®pera para salir a saludar. ¡°Pasamos tanto tiempo aqu¨ª que muchas veces siento que mis amigos no entienden que falte a sus planes. Yo quiero ser artista y esto es mi vida¡±, cuenta Nerea Fortea, que con 14 a?os lleva casi tantos en los escenarios como en el colegio.
Durante la ovaci¨®n final, en sus rostros no se dibuja una sonrisa emocionada, sino el rubor de ver a todos en pie aplaudiendo. Al terminar, los chavales se reconvierten en ellos mismos. Fuera les esperan sus padres para devolverles a la realidad: ¡°Venga, que te tienes que poner a estudiar". Sin embargo, ma?ana estar¨¢n de vuelta en el Real.
Una exigencia casi profesional
Para poder entrar en el coro, los ni?os tienen que pasar pruebas de acceso que suelen convocarse en junio. ¡°Primero cantan algo que se hayan preparado y luego trabajo con ellos unos 10 minutos para ver si tienen buen o¨ªdo y capacidad de aprendizaje. Suelen presentarse unos 80 y cojo unos 20. El nivel de exigencia es muy alto¡±, explica la directora, Ana Gonz¨¢lez.
En ocasiones son sus padres quienes les insisten en que hagan las pruebas, pero a veces ellos mismos buscan pasar la criba. ¡°De peque?a estaba cantando todo el d¨ªa. Mis padres se dedican a la m¨²sica y quer¨ªa ser como ellos¡±, recuerda Eva J¨¢uregui, de 9 a?os. Este es el primer a?o que act¨²a en el Real. Adem¨¢s de su formaci¨®n de canto, toca varios instrumentos, como el viol¨ªn, el piano, la guitarra y el ukelele. Hay m¨¢s de uno que tambi¨¦n va a clases de f¨²tbol ¡°cuando pueden¡±, afirma Mario S¨¢nchez, tambi¨¦n de 9 a?os: ¡°Esto es como un trabajo, pero sin que nos paguen¡±.
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