Las figuras ni se despeinan
Ferrera, Manzanares y Talavante cortaron una oreja cada uno a una noble y blanda corrida de Cuvillo
Del Cuvillo/Ferrera, Manzanares, Talvante
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, justos de presentaci¨®n, desiguales en el caballo, muy blandos y nobles; encastado el tercero.
Antonio Ferrera: estocada (oreja); metisaca en los bajos ¡ªaviso¡ª (palmas).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada (silencio); estocada (oreja).
Alejandro Talavante: casi entera (oreja); dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. Noveno festejo de la Feria de San Isidro. 16 de mayo. Lleno de 'no hay billetes'. Se guard¨® un minuto de silencio en memoria de Joselito el Gallo, fallecido hace 98 a?os en Talavera.
No cuesta esfuerzo alguno imaginar qu¨¦ hubiera ocurrido si Talavante mata a la primera al nobil¨ªsimo terciado toro sexto de la tarde; pues que le piden la dos orejas, y se puede aventurar que el presidente las hubiera concedido. As¨ª est¨¢ el p¨²blico de este desconocido Madrid, y as¨ª la autoridad, que ayer otorg¨® trofeos con mucha menos exigencia que el d¨ªa que este mismo presidente se lo neg¨® a Fortes.
Pero, amigo, las figuras son las figuras, y lo tienen muy f¨¢cil. Por algo est¨¢n ah¨ª, claro est¨¢, pero se aprovechan con descarado ego¨ªsmo de su posici¨®n de poder para exigir corridas como esta de N¨²?ez del Cuvillo, justita de trap¨ªo, blanda, muy blanda, mansona y artista.
Vamos, que las figuras no necesitan despeinarse. Las figuras juegan con ventaja, controlan el toro, carteles y fechas, y son expertos en el cuidado de sus oponentes m¨¢s que en la lidia, y en el toreo bonito m¨¢s que el toreo apasionante. Y cuentan con el apoyo y el benepl¨¢cito de un p¨²blico jaranero y triunfalista, que cree estar viendo una obra de arte en simples muletazos limpios a un torete inv¨¢lido y de carril; y de la autoridad, m¨¢s ben¨¦vola que con los toreros menos agraciados por la suerte o la aptitud.
Si Talavante mata a la primera al sexto de la tarde, sale por la puerta grande; pero hubiera sido un triunfo de poco peso, menor, y de escasos recuerdos. El toro, una mona ¡ªa la que banderille¨® muy bien Juan Jos¨¦ Trujillo¡ª, pero una mona de clase excepcional en la muleta por su movilidad en los compases iniciales y la calidad de su embestida. Talavante torea bien, y ante una parroquia tan generosa, dibuj¨® muletazos muy templados y largos y con gran prestancia algunos de ellos La faena fue corta o, quiz¨¢, es que supo a poco, pero qued¨® la sensaci¨®n de que la obra no estaba redonda ni acabada. Fall¨® con la espada y todo qued¨® en una clamorosa ovaci¨®n. A veces, el destino es m¨¢s justo que el deseo.
Cort¨® la oreja de su primero, el m¨¢s encastado de la tarde, y el comienzo por bajo en la muleta fue espectacular, con muletazos hondos y templad¨ªsimos. Despu¨¦s, mejor con la derecha que con la zurda, en una faena de buen torero, que lo es, y conformista, que tambi¨¦n. ?l mejor¨® la condici¨®n del toro, pero su labor fue tan bonita como poco emocionante.
Otra oreja le regalaron a Ferrera, muy teatral e impostado toda la tarde. Quiere hacerlo todo muy despacio, pero raya en el aburrimiento. Bueno, no es que raye, es que aburri¨® soberanamente en su labor ante el blandengue cuarto, con el que actu¨® como enfermero distinguido, y se puso pesad¨ªsimo, rid¨ªculamente flamenco, ante un animal moribundo que ped¨ªa a gritos que acabara aquella farsa cuanto antes. Encima, lo mat¨® de un metisaca en los bajos, lo cual no fue impedimento para que algunos lo aplaudieran.
El trofeo lo pase¨® a la muerte del primero, muy blando, noble y dulce, al que Ferrera tore¨® como si estuviera con la toalla de ducha en el ba?o de su casa. Toreo de sal¨®n, tan bonito como falto de vida. Hubo muletazos con destellos de clase, pero no hab¨ªa toro, sino un animalito tan feble como bondadoso, y el resultado final careci¨® de la emoci¨®n necesaria.
Y tampoco Manzanares se fue de vac¨ªo. No dijo nada ante el segundo de la tarde, un toro de carril en el l¨ªmite de la invalidez, con el que se mostr¨® f¨¢cil, desganado y con pocas ideas. El animal tampoco ten¨ªa ganas de fiesta y se ech¨® a mitad de faena, agotado y hundido.
Tore¨® a la ver¨®nica al quinto en dos momentos ¡ªde salida y en un quite¡ª y lo hizo con suavidad y gusto. Manso en el caballo, el toro persigui¨® en banderillas y lleg¨® al tercio final con la calidad propia de la casa que lo vio nacer. Los muletazos de Manzanares no acabaron de dibujar una obra de las que levantan del asiento, no. Como sus compa?eros, ni se despein¨®, y con la natural elegancia que le caracteriza se gan¨® el favor del p¨²blico sin sudar la camiseta. Mat¨® bien, de una estocada fulminante, y vuelta al ruedo con la oreja del toro. As¨ª es la vida¡
Babelia
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