Viaje al arte colonial de Am¨¦rica
Una muestra en el Metropolitan refleja el inter¨¦s por recuperar la producci¨®n americana de los siglos XVII y XVIII, ignorada durante a?os en el discurso est¨¦tico de los grandes museos
!['Virgen de los Dolores' (hacia 1750) atribuida a Nicol¨¢s Enr¨ªquez, incluida en la exposici¨®n Pintado en M¨¦xico.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/F4UBS3AUOYODZEW2GGAKHDRYMM.jpg?auth=28e27df01ae18e5a52bd7cb3b9753c5d207de2bf3c5a7d0aa89b4417ee44c1ec&width=414)
Quiz¨¢s sea cierto que la visibilizaci¨®n del arte producido en Am¨¦rica Latina ha sido un curioso rebobinar del relato de delante hacia detr¨¢s. De hecho, en los a?os 90 del siglo XX el arte contempor¨¢neo producido en ese ¨¢rea geogr¨¢fica empezaba a desplegarse con fuerza en Nueva York, entonces el lugar de producci¨®n y transacci¨®n por antonomasia en el panorama internacional. Los j¨®venes artistas brasile?os o cubanos se convert¨ªan en presencia recurrente y la escena art¨ªstica neoyorquina se tambaleaba, como el que presiente cambios radicales. Los artistas latinoamericanos hab¨ªan llegado para quedarse: de una presencia al principio t¨ªmida en algunas Bienales del Whitney, se pasaba a un inter¨¦s creciente en galer¨ªas, salas de subastas o instituciones como The New Museum.
Luego las cosas fueron ocurriendo lenta, pero inexorablemente y tras el boom de los j¨®venes y su supuesto ¡°factor diferencial¡±, los cr¨ªticos latinoamericanos llegaron a los foros de debate internacionales y trajeron consigo sus contundentes dudas te¨®ricas respecto a la denominaci¨®n misma del t¨¦rmino, las que siempre asaltan a los discursos construidos desde la subalternidad: si la denominaci¨®n ¡°latinoamericano¡± era una f¨®rmula de visibilizaci¨®n, pod¨ªa tambi¨¦n llegar a parecerse a un ¡°estereotipo¡±.
Han pasado muchas cosas desde entonces. Lejos quedan los a?os en los cuales los ¨²nicos artistas latinoamericanos que todos recordaban eran Diego y Frida. La lista se ha ampliado y la curiosidad hacia esos j¨®venes que en la d¨¦cada de 1990 fascinaban al voraz mercado neoyorquino ha animado la atracci¨®n hacia las vanguardias y la modernidad en los diferentes pa¨ªses. Recientemente, Oiticica ha llegado al Whitney y Lygia Clark o Torres Garc¨ªa al MoMA.
Esta ausencia de inter¨¦s hacia el arte colonial se ha debido tal vez a una cuesti¨®n tan b¨¢sica como el absurdo concepto de ¡°calidad¡±, a partir del cual se establece lo que est¨¢ ¡°bien¡± o ¡°mal¡± pintado
Pese a los cambios indiscutibles quedaba tal vez por ¡°recuperar¡± de una forma sostenida la producci¨®n americana de los siglos XVII y XVIII, si bien estos ¨²ltimos a?os instituciones como el Museo de Bellas Artes de Boston han hecho un ejercicio de revisi¨®n hist¨®rica espl¨¦ndida al ¡°construir¡± un relato de la producci¨®n colonial de las Am¨¦ricas, incluyendo los Estados Unidos. Esta ausencia reiterada de inter¨¦s hacia el arte colonial y republicano se ha debido tal vez a una cuesti¨®n tan b¨¢sica como el absurdo concepto de ¡°calidad¡± que gobierna el discurso est¨¦tico en Occidente y a partir del cual se establece lo que est¨¢ ¡°bien¡± o ¡°mal¡± pintado. ?C¨®mo puede el arte colonial ¨Clleno de ¡°imperfecciones¡±- convivir en un museo como el Prado con los ¡°grandes maestros¡±? Pero, ?y si ese arte colonial no fuera de ¡°peor calidad¡±, sino que buscara modos alternativos de representar, respuestas a las miradas peninsulares, tal y como apunt¨® Serge Gruzinski en Pensamiento mestizo de 1999?
Hace escasas semanas el soberbio arte del XVIII mexicano ha llegado al Metropolitan -un museo de amplios p¨²blicos- y no parece en absoluto casual. Pintado en M¨¦xico. 1700-1790 -donde el retrato convive con la pintura religiosa o las pinturas de castas- habla del mencionado inter¨¦s por la producci¨®n americana que ha pasado del arte contempor¨¢neo a las vanguardias y la modernidad y de all¨ª al arte colonial, durante demasiado tiempo olvidado en tantos ¡°grandes museos¡±. Algo est¨¢ cambiando y no s¨®lo en el Met. El curso de verano del Museo del Prado dentro de la programaci¨®n de los cursos de verano de la Complutense tiene un t¨ªtulo elocuente -El legado del Nuevo Mundo. Arte latinoamericano en la Edad Moderna- y se publicita con el cuadro Los mulatos de Esmeraldas , depositado en el Museo de Am¨¦rica. Hace a?os, en 1996, Ilona Katzew, la investigadora que ha dirigido el equipo para la muestra ¨Cen el cual han participado Ronda Kasl, Luisa Elena Alcal¨¢ o Jaime Cuadriello, entre otros- mostraba estas maravillosas pinturas de castas en el Brooklyn Museum. Aunque ya se sabe que este museo ha sido siempre muy emprendedor. Lo que quiz¨¢s no sepan tantos es que en Madrid, en el Museo de Am¨¦rica, se puede ver un conjunto excepcional de pinturas de castas, adem¨¢s de otras obras extraordinarias del periodo colonial.
Painted in Mexico. 1700-1790. Metropolitan. Nueva York. Hasta el 22 de julio
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