Mis amigos son monstruos
Emil Ferris sorprende con una primera novela gr¨¢fica detectivesca, 'Lo que m¨¢s me gusta son los monstruos', protagonizada por una ni?a-lobo lesbiana
Los monstruos adoran a Emil Ferris. Tambi¨¦n Art Spiegelman y Alison Bech?del. Pero lo singular no radica en que dos autores de c¨®mic, por m¨¢s en la cumbre que est¨¦n, reverencien a otra colega, por m¨¢s reci¨¦n llegada que sea. Lo an¨®malo en esta historia es que los monstruos llevan protegiendo a Emil Ferris (Chicago, 1962) desde que naci¨®. ¡°Yo era una ni?a discapacitada que no pod¨ªa correr tan bien como los dem¨¢s y que ten¨ªa otras limitaciones f¨ªsicas. Fui muy afortunada porque encontr¨¦ unos amigos fant¨¢sticos, los monstruos, tanto vivos como ficticios, que me ayudaron a sobrevivir entre los compa?eros, los profesores y los trabajadores de mi escuela¡±. En el patio, los cuentos de terror que Ferris tramaba relegaban al mundo de las an¨¦cdotas su joroba o sus piernas desiguales. La narraci¨®n era m¨¢s poderosa que la diferencia. Qu¨¦ miedo m¨¢s rico.
Ya entonces Ferris podr¨ªa haber hablado por boca de Karen Reyes, la protagonista de su llameante primera novela gr¨¢fica, Lo que m¨¢s me gusta son los monstruos (Reservoir Books): ¡°A los humanos les da miedo la muerte, los pone fren¨¦ticos. Como cuando sea mayor ser¨¦ una muerta viviente (compuesta de oscuridad, eternidad y cosas as¨ª), a m¨ª no me asustar¨¢. Los muertos vivientes no tienen problemas de autoestima ni cuestiones de esas¡±.
As¨ª que puede afirmarse que los monstruos le salvaron la infancia. ¡°Absolutamente¡±, corrobora en una entrevista por correo electr¨®nico. Y de nuevo le cambiaron la vida, cuando la vida entraba en uno de esos t¨²neles largos y sombr¨ªos que acaso huelan como las pinturas negras de Goya porque en el mundo de fantas¨ªa de la autora ¡°los s¨®tanos, fr¨ªo y sudor a la vez, huelen a surrealismo¡± y ¡°las cocinas a impresionismo¡±.
Emil Ferris contrajo el virus del Nilo occidental en 2001, en el peor momento posible: madre soltera, ni?a de siete a?os, trabajo de noche para cuidar de d¨ªa. El mosquito la inmoviliz¨® durante semanas. ¡°El jefe de neurolog¨ªa de un gran hospital me dijo que me quedar¨ªa paralizada de cintura abajo y que no confiase en recobrar el uso de mi mano derecha. Aunque no creo completamente a los m¨¦dicos, regres¨¦ a la escuela para desarrollar las habilidades que me quedaban. Me imagin¨¦ como escritora. Estoy muy agradecida por el hecho de que se hayan equivocado¡±.
Esp¨ªritu Ferris. Si un t¨²nel te absorbe, recr¨¦ate en las paredes. Aunque se cansa y le cuesta m¨¢s que antes, recuper¨® su mano para dibujar, cosa por la que dan gracias Chris Ware y otros lectores m¨¢s an¨®nimos. Con esa mano agotada a la que fuerza, un bol¨ªgrafo y un rotulador ¡ªocasionalmente colores¡ª, despliega una pirotecnia visual asombrosa: dibujo cl¨¢sico, vi?etas gore, retrato rom¨¢ntico, portadas pulp, reinterpretaciones de Seurat, Delacroix o Fuseli. Los cuadros reproducidos, salvo la tarde de domingo puntillista, ahondan en las tinieblas y el antes de morir.
Lic¨¢ntropos, engendros y demonios han arropado de nuevo a su dibujante predilecta. La disciplina creadora actu¨® como cualquier fisioterapeuta diplomado: favoreci¨® la rehabilitaci¨®n. ¡°El libro me ha cambiado la vida por completo. No me esperaba esto. Pero uno muerde y te cambia totalmente. Supongo que deber¨ªa haberlo visto venir, ?acaso no es eso lo que los monstruos hacen mejor?¡±, bromea. Hasta entonces, Ferris trabajaba como ilustradora y dise?adora de juguetes para otros, ya fuese la l¨ªnea Happy Meal de McDonald¡¯s o la compa?¨ªa china Tomy.
En 2017 la editorial Fantagraphics public¨® en Estados Unidos la obra. Ferris y sus criaturas todav¨ªa afrontaron una ¨²ltima prueba, a la altura del pavor que emana del Naufragio de Eug¨¨ne Isabey (tambi¨¦n presente en el c¨®mic). El barco que transportaba los ejemplares, impresos en Corea del Sur, fue inmovilizado en el canal de Panam¨¢ tras la quiebra de la naviera china que lo hab¨ªa fletado. Cuando se impuso el final feliz, los monstruos salieron a comerse el mundo. ¡°Emil Ferris es una de las autoras de c¨®mic m¨¢s importantes de nuestra ¨¦poca¡±, vocea Art Spiegelman desde la contracubierta. En plena Feria del Libro de Miami, se lo hab¨ªa dicho a la cara a la dibujante: ¡°Soy Art Spiegelman y me encanta tu obra¡±. Ferris se ech¨® a llorar.
Luego se sucedieron m¨¢s elogios, dos Ignatz (mejor artista y mejor novela gr¨¢fica de 2017), cuatro nominaciones para los Eisner que se fallan este verano y peticiones de traducci¨®n al espa?ol (obra de Montse Meneses Vilar), franc¨¦s, italiano, coreano, ruso, alem¨¢n y portugu¨¦s. Todo conquistado a partir de la perspectiva de una ni?a-lobo que se disfraza de detective con sombrero borsalino y gabardina. Karen Reyes, a la que Ferris har¨¢ madurar en el segundo volumen en el que ya trabaja, es una ni?a inclinada hacia las mujeres y entregada a la oscuridad de su fantas¨ªa. En San Valent¨ªn reparte tarjetas con fideos rojos y esta declaraci¨®n de amor: ¡°Te habr¨ªa entregado mi coraz¨®n, pero solo pod¨ªa darte este ventr¨ªculo¡±. Una peque?a S¨ªsifo que soporta acoso escolar con la resignaci¨®n de quien recorre siempre la misma escalera. Ferris la dibuja subiendo escalones en la escuela mientras carga al hombro un pesado bocadillo donde se reproducen los rostros y los comentarios de esos compa?eros de aula que son el enemigo. Cutre. Fea. Perra. Rara.
El mundo feliz est¨¢ ah¨ª afuera, en los s¨®tanos de un edificio de Chicago de los a?os sesenta, habitado por ventr¨ªlocuos que desaparecen, mafiosos de medio pelo y supervivientes del Holocausto. Hierve la lucha por los derechos civiles y el movimiento hippy. El famoso 68. Cuando asesinan a Anka Silverberg, la mujer m¨¢s bella que Karen ha visto nunca, la ni?a-lobo encuentra su misi¨®n.
¡ª?Cu¨¢nto de Karen hay en Emil?
¡ªKaren est¨¢ en m¨ª. Y aunque no es totalmente yo, tiene una gran parte de mi personalidad.
Por el camino se entrecruzan historias de perdedores y de fantasmas, revistas de terror y d¨ªas de nazismo, la enfermedad y el sexo o los homenajes a la pintura a trav¨¦s de cuadros del Instituto de Arte de Chicago, donde los padres de Emil Ferris se conocieron. ¡°Cada personaje se inspira en alguien que he conocido. En algunos casos son la amalgama de diferentes personas¡±, se?ala.
Parte del poder del libro descansa sobre una elecci¨®n art¨ªstica nada inocente: la simulaci¨®n de un cuaderno escolar pautado a modo de diario de Karen. La autora viaja a los d¨ªas en los que tendr¨ªa la edad de su protagonista, 10 a?os. ¡°Una de mis t¨ªas favoritas, Ann Spiess Mills, que ten¨ªa ascendencia india como yo, me regal¨® un libro titulado Mi nombre es Le¨®n, de Margaret Embry. Cuenta la historia de un ni?o nativo que se niega a escribir entre las l¨ªneas de su cuaderno y lo record¨¦ cuando estaba creando la historia de Karen. Las l¨ªneas son incapaces de constre?ir la visi¨®n de Karen. Creo que es un llamamiento a los artistas. Debemos resistir la dictadura de las rayas azules. No solo debemos estar dispuestos a superar nuestros l¨ªmites; si queremos entregarnos, debemos esperar exceder esos l¨ªmites¡±.
¡®Lo que me gusta son los monstruos¡¯. Emil Ferris. Traducci¨®n de Montse Meneses Vilar. Reservoir Books, 2018. 416 p¨¢ginas. 34,90 euros.
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