Toro manso y exigente
Adame cort¨® una protestada oreja en una corrida mansa, encastada y complicada de Alcurruc¨¦n
Alcurruc¨¦n/D¨ªaz, Adame, Del ?lamo
Cinco toros de Alcurruc¨¦n y uno -el sexto- de Lozano Hermanos, cinque?os, bien presentados, mansos y encastados. Destacaron primero y segundo; deslucidos tercero y cuarto.
Curro D¨ªaz: estocada baja (ovaci¨®n); pinchazo hondo y un descabello (silencio).
Joselito Adame: estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y algunos pitos); estocada ca¨ªda (oreja protestada).
Juan del ?lamo: estocada ca¨ªda (silencio); estocada, dos descabellos _aviso_ y dos descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. Duod¨¦cimo festejo de la Feria de San Isidro. 19 de mayo. Casi lleno (22.179 espectadores, seg¨²n la empresa).
El toro serio y exigente mantiene fascinada a la afici¨®n, advertidos a los taurinos e inquietos a los toreros.
La corrida de Alcurruc¨¦n fue mansa, muy mansa, cambiante, vibrante, ¨¢spera, encastada y, en consecuencia, complicada, que se dir¨ªa hoy. Vamos, que no fue tonta, que ped¨ªa el carn¨¦ de h¨¦roes a los lidiadores y sali¨® dispuesta a dejar a m¨¢s de uno con las verg¨¹enzas al aire.
Ese es el toro y no el artista que se demanda hoy; no es bondadoso sino fiero, y exige mando y templanza, conocimiento, valor y torer¨ªa.
No fue la de Alcurruc¨¦n una ejemplar corrida de toros, ni mucho menos, pero s¨ª diferente, de esas que obligan a estar atento a todo bicho viviente, y a emplearse m¨¢s de lo previsto. Complicada, s¨ª, pero muy agradecida cuando el torero se coloca en su sitio, porque el toro humilla, obedece y transmite al p¨²blico la emoci¨®n del toreo de verdad.
Preg¨²ntenle, si no, a Joselito Adame que se las vio en quinto lugar con un manso de libro, el peor presentado del festejo, que se neg¨® a embestir hasta que el mexicano comprendi¨® que se estaba jugando el futuro y decidi¨® presentar la muleta como mandan los c¨¢nones. Embisti¨®, entonces, el toro y la faena alcanz¨® una intensidad inesperada; tan inesperada que le cort¨® una oreja, protestada con raz¨®n por parte del p¨²blico.
Ese mismo torero conoci¨® la hiel ante el segundo, el m¨¢s encastado y fiero, con el que se lucieron, y bien, Miguel Mart¨ªn y Fernando S¨¢nchez en banderillas. Adame lo intent¨® de veras; primero, con ce?idos estatuarios, un recorte y un largo pase de pecho torer¨ªsimos. Continu¨® despu¨¦s con buen tono con la mano derecha, pero al tiempo que el quehacer del torero intentaba sin ¨¦xito alcanzar la emoci¨®n aumentaba la fijeza, la codicia y la exigencia de su oponente. Total, que qued¨® la certera impresi¨®n de que el toro se fue sin torear y que Joselito no le hab¨ªa llegado ni a las pezu?as.
Curro D¨ªaz sufri¨® una voltereta espantosa en su primero; andaba el hombre tratando de gustar y gustarse ante otro manso y encastado, con el que se dobl¨® por bajo y mulete¨® por derechazos en dos tandas muy cortas pero henchidas de empaque y buen gusto. Se pas¨® la muleta a la zurda, tropez¨® con el toro al final del primer muletazo, cay¨® al suelo y, cuando quiso levantarse, lo enganch¨® por el vientre y lo lanz¨® con furia hacia las alturas. Milagrosamente, el recuerdo solo ser¨¢ un cuerpo dolorido, pero cambi¨® el animal y aunque Curro recuper¨® el ¨¢nimo, ya era tarde. Muy poca clase mostr¨® el cuarto.
Y Del ?lamo se encontr¨® con un muy deslucido tercero y no acab¨® de encontrarse con el m¨¢s noble sexto.
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