Dos caras del ritmo
LCD Soundsystem se encumbran y Thom Yorke no conect¨® con la pista en un S¨®nar con Sakamoto como broche final con un espect¨¢culo in¨¦dito en Espa?a

Con la presentaci¨®n del espect¨¢culo in¨¦dito Two en el Teatre Grec, uno de los pocos lugares de Europa donde ser¨¢ representado esta temporada, los viejos conocidos del S¨®nar, Ryuichi Sakamoto y Alva Noto, se encargaron en la noche de ayer de poner el broche de oro al festival. Su delicado espect¨¢culo marc¨® el punto y final a tres d¨ªas de m¨²sica que en la noche del s¨¢bado mostr¨® dos formas de entender el ritmo en el festival de ritmos por antonomasia: el S¨®nar. Por un lado James Murphy encarn¨® el ritmo sin fisuras, rectil¨ªneo, maced¨®nico en su unidad como falange que avanza al un¨ªsono aplastando toda resistencia. Por su parte, la propuesta de Thom Yorke despleg¨® un ritmo sinuoso, ora ausente y sugerido, ora presente y reiterado, casi aplastante en su intenci¨®n avasalladora para compensar los instantes en que su presencia era eludida. M¨²sica muy cerebral para cuando el cuerpo pide m¨²sculo en un festival que celebr¨® sus 25 a?os con aumento de p¨²blico y una programaci¨®n irregular salvada en buena medida por peque?os descubrimientos, lo que se llama la letra min¨²scula.
May¨²sculas: nada tan imponente como James Murphy en pie, subido a un monitor, cantando enhiesto como quien da instrucciones, m¨¢s hablando mel¨®dicamente que otra cosa. Su voz, desapasionada, como si llegase del hast¨ªo, remataba una maquinaria de ritmo casi cuadrado no por ello machorro. Sobre una base inc¨®lume, las adiciones consist¨ªan en peque?os elementos casi inadvertidos que se iban sumando para mantener y aumentar la tensi¨®n de las piezas y su implacable rigor bailable. Disco-punk, lo llaman, pero tambi¨¦n podr¨ªa decirse ritmo con estudios, porque nada es tan sencillo como parece en la m¨²sica del grupo de Murphy. El repertorio equilibr¨® piezas de American Dream, LCD Soundsystem This Is Happening y Sounds Of Silver, manteniendo la tensi¨®n a lo largo de casi dos horas de actuaci¨®n, cerrada apote¨®sicamente con All my friends.
En el apartado visual, destacaron los efectos de transici¨®n de planos en las pantallas, que iban m¨¢s all¨¢ del fundido, el encadenado o el corte en favor de cambios progresivos con alteraciones de colores y formas. Nada m¨¢s fue necesario, los ojos siempre acababan centr¨¢ndose en Murphy, mascar¨®n de proa cogido a su micro como si fuese lo ¨²nico capaz de anclar su figura al suelo.
Pero el espect¨¢culo viv¨ªa tambi¨¦n en la pista. El hangar del Club sumaba un n¨²mero de personas pose¨ªdas por el baile que no cabr¨ªan en una escena ¨¦pica del Se?or de los Anillos. Casi todo el mundo en el complejo estaba all¨ª, y por el aspecto de algunos parec¨ªa que lo estaban desde la v¨ªspera. Sus caras abobadas cuando actuaban las bolas de discoteca repartiendo reflejos blancos lo dec¨ªan todo. Enternecedores tambi¨¦n aquellos muchachos con gafas de sol en aquel agujero negro, una muestra, creen ellos, de dureza, fiesta, control, coqueter¨ªa o disimulo p¨¦simamente entendido. En una redada ser¨ªan los primeros cacheados. Por cierto, la mayor¨ªa de los usuarios de ese complemento eran varones que se sub¨ªan las gafas en un gesto de sexador de pollos incr¨¦dulo cuando pasaba cerca algo que ellos determinaban merec¨ªa una detallada observaci¨®n.
Distante Thom Yorke
La segunda cara del ritmo la propuso Thom Yorke. Distante de su papel dolido en Radiohead, Thom se entreg¨® corporalmente al concierto, dando saltos y vaci¨¢ndose para integrar a la audiencia. Pero sus temas estaban tocados por la extra?eza, y salvo algunas excepciones, The Clock con sus graves tel¨²ricos, Traffic, I'm a Very Rude Personcon su guitarra casi africana, el repertorio no era precisamente la alegr¨ªa de la huerta.
No era tampoco era el lamento del abollado sentimental o del incomprendido, pero las canciones, muy sinuosas, muy para pensarlas, no ayudaban cuando el reloj avanzaba hacia las tres de la madrugada, con el personal esperando zapatilla. As¨ª, Thom, funcion¨® como insecticida en un panal, y el p¨²blico fue desertando poco a poco de la pista en busca de emociones menos sesudas. Y eso que los gr¨¢ficos estuvieron muy trabajados, alternando en las cinco pantallas del escenario y las dos laterales figuras geom¨¦tricas, acuarelas desle¨ªdas y colores que en ocasiones parec¨ªan salidos de cuadros de Kandinsky como Murnau, casas en el Obermarkt.
Pero ni por esas, el personal no estaba para ¨®leos y m¨²sica especulativa, deseaba algo m¨¢s tangible y de efectos m¨¢s inmediatos. Hawtin y Garnier fueron los doctores que dispensaron el medicamento adecuado, y las gafas de sol y los brazos pidiendo m¨¢s despidieron un S¨®nar en pos de la vida adulta.
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