Un mar de ¡®sorollas¡¯ flota en el Niemeyer
Una muestra en el centro de Avil¨¦s re¨²ne los 58 lienzos del pintor valenciano que pertenecieron a Pedro Masaveu, el coleccionista espa?ol que atesor¨® m¨¢s obras de este artista
Dentro de un cuadro hay muchas historias: la que representa; la suya propia, sus avatares desde que fue creado hasta el presente; la del artista que lo pint¨® y, tambi¨¦n, la de su due?o. Cada uno de los 58 lienzos que se muestran en la exposici¨®n Pedro Masaveu: pasi¨®n por Sorolla son un ejemplo de esto. Hablan del coleccionista que las reuni¨® y de la pasi¨®n que este sent¨ªa por su autor. Es una clara declaraci¨®n de amor de Masaveu por Sorolla, es el espa?ol que m¨¢s obras suyas atesor¨®, el segundo a nivel mundial por detr¨¢s de Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America. Y esta exposici¨®n, inaugurada este jueves, es un retrato y un homenaje tanto al coleccionista como al pintor.
El homenaje al empresario y fil¨¢ntropo Pedro Masaveu Peterson (Oviedo, 1939-Madrid, 1993), en el 25? aniversario de su muerte, se ha llevado a cabo mostrando al p¨²blico por primera vez juntos los sorollas que le pertenecieron en el Centro Niemeyer de Avil¨¦s (Asturias). Bajo la c¨²pula creada por el arquitecto brasile?o que da nombre al espacio, el visitante se encontrar¨¢ un mar de lienzos flotando casi literalmente. La gran plaza de 55 metros de di¨¢metro ha sido determinante a la hora de conformar el espacio expositivo, ya que las obras no ocupan las paredes si no que est¨¢n dispuestas en el centro de la sala, cada una en un lienzo de vidrio que a su vez se sujeta sobre un cubo de hormig¨®n, soporte inspirado en los caballetes de cristal de la arquitecta italo-brasile?a Lina Bo Bardi para exponer la colecci¨®n del Museo de Arte de S?o Paulo. Esta estructura da car¨¢cter de obra exenta a cada ¨®leo, se puede observar por todos sus flancos. Una manera nada convencional de mostrar las pinturas, consideradas habitualmente como bidimensionales y que gracias a esta tridimensionalidad pueden hablar por todos sus costados y hacer accesible lo que no se suele ense?ar de los cuadros: su parte de atr¨¢s, las telas, los bastidores, las pegatinas y las anotaciones que dan pistas sobre la historia y las vueltas que estos han dado con etiquetas en distintos idiomas con, por ejemplo, los n¨²meros de cat¨¢logo y los lugares de las exposiciones a las que han ido. Una suerte de diario y de retrato de los lienzos que en su reverso se muestran desnudos y ense?an sus secretos.
Cartones asturianos
Blanca Pons-Sorolla explica que no hab¨ªa una relaci¨®n especial de Pedro Masaveu con su familia. Ella recuerda al mecenas porque alguna vez ped¨ªa consejo a su padre, como conocedor de la obra de su antecesor. La comisaria, gran experta en la obra de su bisabuelo, comenta que podr¨ªa contar mil historias de cada cuadro, se para en una: Corriendo por la playa. Valencia (1908). "Recuerdo esta obra en la casa de Pedro [Masaveu] en la calle Alcal¨¢".
Sin embargo, de la relaci¨®n de Sorolla con el Principado da buena muestra una peque?a exposici¨®n paralela Notas de Asturias, en la que se pueden ver una treintena de cartones prestados por el Museo Sorolla con apuntes que el artista hizo de paisajes, tipos y puertos asturianos.
Y si Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, Madrid, 1923) ha hecho dialogar a dos arquitectos brasile?os, el Centro Niemeyer y la Fundaci¨®n Mar¨ªa Cristina Masaveu Peterson, organizadores de la muestra, han vuelto a reunir a artista y coleccionista en torno a lo que les uni¨®: el deslumbramiento que ambos sent¨ªan por la luz. Explica la comisaria de la muestra y bisnieta del pintor, Blanca Pons-Sorolla, que no hay un discurso en la exposici¨®n porque el discurso es el propio Masaveu y su pasi¨®n por el valenciano y "por su manera singular de representar la luz". Compr¨® obras de todos sus momentos desde pintura de historia como ?ltimos sacramentos de Carlos V en Yuste (1882), o los retratos velazque?os de Los hijos de los se?ores de Urcola (1907) y el de La familia de don Rafael Err¨¢zuriz Urmeneta (1905) con claras referencias a Las meninas: la puerta del fondo, la ni?a en el centro de la composici¨®n mirando al espectador, la atm¨®sfera de la estancia. Pinturas costumbristas como la magn¨ªfica Familia segoviana. El mam¨®n (1894), lienzo en el que el exterior, tanto la parra como la luz, se mete en la escena cotidiana de la familia. Sus famosos ni?os en la playa, los pescadores, los bueyes, las velas y los vol¨²menes que crean, los blancos, la luz que pasa por los ca?izos, el mar plateado, Clotilde (su esposa). Llega hasta su ¨²ltima etapa con Danzarinas griegas (1917), realizada en el jard¨ªn de su casa de Madrid, donde hoy se sit¨²a el Museo Sorolla. Y as¨ª, retratando la colecci¨®n se consigue tambi¨¦n un retrato del artista y de lo que fue su amplia producci¨®n.
Esta es una oportunidad ¨²nica de ver las obras reunidas, ya que la colecci¨®n est¨¢ dividida, la mayor¨ªa pertencen a la Fundaci¨®n y de estas solo se han podido disfrutar las que han sido prestadas a alguna exposici¨®n temporal. Otros 13 de estos lienzos son del Museo de Bella Artes de Asturias, que se encuentra en Oviedo, al que llegaron tras el fallecimiento de Pedro Masaveu como daci¨®n en pago de los impuestos sucesorios, una de estas obras, Llegada de la pesca (1889), est¨¢ en dep¨®sito temporal en el Museo Reina Sof¨ªa y es la ¨²nica que no ha acudido a la cita.
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