Joe, el patriarca infernal
La violencia y la intimidaci¨®n psicol¨®gica eran las armas del l¨ªder del clan Jackson. V¨ªctima principal fue el m¨¢s fr¨¢gil de los ni?os, Michael
Seg¨²n la famosa denuncia del soci¨®logo Daniel Moynihan, publicada en 1965, el gran problema de la minor¨ªa negra en Estados Unidos es la ausencia del padre en millones de familias. Moynihan, sin embargo, se olvidaba de otras patolog¨ªas: padres inflexibles que s¨ª estaban presentes, convirtiendo en un infierno la vida de los seres cercanos, quiz¨¢s tras interiorizar la visi¨®n de Booker T. Washington, que exig¨ªa esfuerzos supremos a los descendientes de esclavos para demostrar su humanidad frente al racismo dominante.
Tal vez estemos dignificando excesivamente a Joseph Joe Jacksonal integrarle en esa tradici¨®n de sacrificio. El padre de los Jackson se incorpor¨® tard¨ªamente a la Gran Migraci¨®n que abandon¨® los Estados sure?os para buscar realizarse en el Norte industrial. Lleg¨® demasiado tarde y no le funcionaron los atajos del deporte (fue boxeador) ni la m¨²sica (estuvo en una banda de blues). Termin¨® manejando gr¨²as en una fundici¨®n de Gary (Indiana).
La ciudad hab¨ªa sido territorio mafioso desde los tiempos de Al Capone; Joe decidi¨® aplicar el m¨¢ximo rigor a sus nueve hijos para que no cayeran en las tentaciones. Dicen que se le encendi¨® la bombilla tras azotar a Tito, tercero de los hermanos, por tocar la guitarra paterna. Dado que no ten¨ªan envergadura de boxeadores, quiso transformarlos en m¨²sicos y cantantes con un implacable r¨¦gimen de ensayos y actuaciones.
La violencia y la intimidaci¨®n psicol¨®gica eran las armas de Joe Jackson. V¨ªctima principal fue el m¨¢s fr¨¢gil de los ni?os, Michael. Mientras sus hermanos mayores desarrollaron picard¨ªas que les permitieron un m¨ªnimo de autonom¨ªa, sobre todo en las salidas fuera de Gary, Michael se conform¨® con construir un mundo interior que prefer¨ªa no compartir con nadie.
Encerrados en una casa diminuta, donde conviv¨ªan 11 personas, aquello ten¨ªa mucho de c¨¢rcel. La madre, Katherine, se refugiaba en la religi¨®n y aparentaba no ver las libertades que se tomaba Joe con Rebbie y La Toya, entonces las ¨²nicas chicas del reba?o. S¨ª lo ve¨ªan los hermanos, que ya sab¨ªan que su padre era d¨¦bil en cuestiones sexuales.
Con 40 a?os, el grupo era la ¨²ltima oportunidad para Joe. Ya hab¨ªan sacado discos en un sello local, sin gran impacto. Pero ten¨ªan un as en la manga: Michael, din¨¢mico en sus bailes e intenso en sus interpretaciones vocales. A la hora de hacerles una prueba, en vez de una maqueta, los tipos listos de Motown grabaron una cinta de v¨ªdeo y Berry Gordy Jr., el capo de la compa?¨ªa, dio su aprobaci¨®n.
Tras los primeros ¨¦xitos en Motown, Joe Jackson se sinti¨® reivindicado: aquello justificaba la disciplina, las palizas, las infancias robadas. Al mismo tiempo, su omnipotencia fue puesta en entredicho: sus hijos pasaban a manos de unos equipos que tomaban decisiones musicales y profesionales. Joe fung¨ªa como m¨¢nager, pero su margen de actuaci¨®n era m¨ªnimo. De todos modos, su presencia era un recordatorio del poder de los v¨ªnculos en las familias negras. Los hijos aceptaron su jerarqu¨ªa simb¨®lica, pero rompieron amarras. Intent¨® montar su propia discogr¨¢fica, Ivory Tower, que no prosper¨®. En alg¨²n momento, se confes¨® incapaz de jugar en aquella liga. Como recomendar¨ªa a Michael, la soluci¨®n estaba en aliarse con ¡°hombres blancos¡± (es decir, los ejecutivos jud¨ªos, tan presentes en el show business). Por su parte, Michael se reserv¨® la venganza final: no le mencion¨® en su testamento.
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