Nocturno urbano

Pasarse una errante noche en vela por las calles de la ciudad tiene algo de tr¨¢nsito al otro lado del espejo, tal y como propuso el Martin Scorsese de Jo, qu¨¦ noche (1985), una pel¨ªcula que deformaba la po¨¦tica maldita com¨²nmente asociada al nocturno urbano sirvi¨¦ndose de un estilizado humor negro. La Barcelona que, bajo la luz de la luna, recorre el protagonista de Yo la busco, estupenda opera prima de Sara Guti¨¦rrez, tambi¨¦n tiene algo de tr¨¢nsito a trav¨¦s del espejo, pero lo que el personaje encuentra en su err¨¢tico recorrido de fl?neur, activado por una decepci¨®n amorosa ¨Caunque se trate de un amor que no se hab¨ªa construido como tal- y armado con un enigm¨¢tico cuaderno, poco tiene que ver con los trazos surreales scorsesianos. Lo que desvela la pel¨ªcula es, sin embargo, una ciudad no vista, pero tremendamente veros¨ªmil, dibujando un mapa de encuentros azarosos, soledades comunicantes, afectos provisionales y complicidades que se pueden declinar en inesperada hostilidad. Una ciudad tan oculta como veros¨ªmil que permite a la cineasta articular una po¨¦tica personal y hablar, en el fondo, de muchas cosas.

Yo la busco, al igual que en su momento la reveladora Les amigues de l¡¯?gata (2015) ¨Ccon la que, por cierto, comparte una actriz, la siempre tonificante Marta Ca?as-, es una pel¨ªcula nacida como trabajo de fin de grado en la Universidad Pompeu Fabra. El ¨²nico punto en com¨²n entre ambos trabajos est¨¢ en su capacidad de hablar de lo inmediato sin imposturas, ofreciendo ese tipo de instant¨¢neas generacionales tan valiosas porque no han sido calculadas como tales. Yo la busco indaga en la fragilidad emocional masculina, tantea nuevos modelos de convivencia y relaci¨®n, adopta cierto esp¨ªritu de novela de caballer¨ªas (la entrega del cuaderno) y propone un modelo de discurso claramente indisociable de lo vital.