Etnograf¨ªa audiovisual
El documental es obra de Cl¨¦ment Cogitore, artista multidisciplinar que se fue con su c¨¢mara a la taiga siberiana, y muestra a dos familias con odios at¨¢vicos
BRAGUINO
Direcci¨®n: Cl¨¦ment Cogitore.
G¨¦nero: documental. Francia, 2017.
Duraci¨®n: 49 minutos.
El cine como testigo, la antropolog¨ªa visual como prueba de hechos, situaciones y vidas que siempre han estado ah¨ª, pero que apenas ser¨ªan conocidos si no fuera por la pel¨ªcula en cuesti¨®n. Es la etnograf¨ªa documental, formato en el que, como cima hist¨®rica, como ineludible referente, surge siempre el nombre de Jean Rouch, cineasta franc¨¦s que, por muy distintas particularidades, resucita en la memoria mientras se ve la ins¨®lita Braguino.
Premio Zabaltegui Tabakalera en el Festival de San Sebasti¨¢n de 2017, el documental del (tambi¨¦n) director franc¨¦s Cl¨¦ment Cogitore, artista multidisciplinar que se fue con su c¨¢mara a la taiga siberiana, muestra una realidad con conflictos de western americano: la de dos familias con odios at¨¢vicos, separadas por apenas una valla, que viven en soledad, sin m¨¢s comunidad que sus propios hijos, a m¨¢s de 500 kil¨®metros de la civilizaci¨®n. ¡°Los humanos son los animales m¨¢s peligrosos de la taiga¡±, dice uno de los pater familias. La libertad, el miedo, el rencor.
Fronteras consangu¨ªneas entre la inmensidad, filmadas y montadas por Cogitore con preciosos juegos de sonido y espectacular fotograf¨ªa, con una llamativa singularidad: la pel¨ªcula es un mediometraje de apenas tres cuartos de hora. Y dura lo que tiene que durar, sin hinchazones impostoras ni ritmos equivocados. Un tiempo con el que, de nuevo, Cogitore enlaza con Rouch, que siempre aplic¨® el metraje necesario para cada uno de sus materiales e historias, ya fueran apenas unos minutos o un par de horas, aunque aqu¨ª parezca obligatorio acordarse de Los amos locos (1955), una de sus mejores obras, tanto por su condici¨®n de ritual ajeno a las sociedades m¨¢s cercanas, como por ser otro mediometraje.
Porque, aviso a navegantes, Braguino es una experiencia visual fascinante, pero quiz¨¢ no apta para cualquier sensibilidad, y ah¨ª el paradigma es la secuencia en la que se mata a un oso en directo, para luego despellejarlo y descuartizarlo con detalle. Que luego se le rece un responso y se cante por su alma perfecciona un antropol¨®gico dibujo de meridiana honestidad sobre un modo de vida al margen, solo completado cuando, en la siguiente secuencia, el director filma unos aparentemente id¨ªlicos juegos en la naturaleza, con una de las ni?as ataviada con unos zapatones de oso. El mejor disfraz de la historia de las fiestas infantiles.
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