La m¨²sica perdida
La posteridad de John Coltrane es tan f¨¦rtil como lo fue su vida. Lo que desapareci¨® durante muchos a?os surge de pronto e irrumpe luminosamente en el tiempo
Parece que ni la muerte temprana puede interrumpir la obra en marcha de un artista. La posteridad de John Coltrane ya empieza a durar m¨¢s que su vida, porque muri¨® a los 40 a?os, en 1967, pero le dio tiempo a crear tanta m¨²sica que siempre estamos descubriendo algo nuevo de ¨¦l. Glenn Gould dec¨ªa con malevolencia que Mozart no hab¨ªa muerto joven, sino viejo, porque a los 35 a?os ya no le quedaba nada m¨¢s que decir. John Coltrane muri¨® m¨¢s prematuramente todav¨ªa porque en sus ¨²ltimos a?os su m¨²sica estaba desplegando posibilidades inauditas. Me recuerda a Garc¨ªa Lorca, que fue asesinado justo cuando su poes¨ªa y su teatro se encontraban en un estado de tr¨¢nsito hacia algo completamente nuevo, una originalidad en parte cuajada y en parte cargada de promesas que ya no llegar¨ªan a cumplirse. Lorca muri¨® en 1936: la onda expansiva de lo que estaba escribiendo e imaginando se prolonga en un porvenir que ¨¦l ya no pudo ver, pero que sigui¨® marcado por la novedad de su influencia. Poeta en Nueva York y La casa de Bernarda Alba vieron la luz fuera de Espa?a y en los a?os cuarenta. El p¨²blico segu¨ªa siendo perturbadora y nueva cuando se estren¨® en Madrid en 1986.
John Coltrane muri¨® joven, pero tuvo tiempo de alcanzar una plena madurez y un dilatado reconocimiento. Con 38 a?os, en 1965, grab¨® A Love Supreme, que es una afirmaci¨®n simult¨¢nea de ruptura y de clasicismo, una de las obras m¨¢s altas de la m¨²sica sagrada del siglo XX. Pod¨ªa haberse instalado en su maestr¨ªa, que era la suya como int¨¦rprete y compositor y la de los m¨²sicos de su cuarteto, pero nada m¨¢s alcanzarla ya se estaba alejando de ella, y en sus ¨²ltimos a?os se dedic¨® a un riguroso despojamiento, a una ruptura incesante que para muchos de quienes lo admiraban ten¨ªa algo de calamidad y de trastorno. Rompi¨® con lo que hab¨ªa hecho y con lo que le hab¨ªa asegurado el ¨¦xito, una libertad de improvisaci¨®n firmemente anclada en el blues y en una riqueza mel¨®dica heredera de Duke Ellington y de los cantos de iglesia afroamericanos. Ese equilibrio entre la libertad y el rigor, entre la efusi¨®n del arrebato y el puro oficio infalible, lo hab¨ªan sostenido los miembros fijos de su cuarteto durante los mejores a?os, el bater¨ªa Elvin Jones, el pianista McCoy Tyner, el bajista ?Jimmy Garrison. Pero Coltrane tambi¨¦n los fue dejando atr¨¢s, o ellos lo dejaban a ¨¦l, incapaces de seguirlo en una b¨²squeda que lo llevaba hacia donde ellos cre¨ªan que no pod¨ªa llegarse, hacia lo que para muchos o¨ªdos era pura confusi¨®n, chirridos, desorden. Lo que hab¨ªa sido un cuarteto se convert¨ªa en una orquesta tumultuosa. La forma cerrada de una canci¨®n de tres minutos se descompon¨ªa en las duraciones de la m¨²sica religiosa musulmana o hind¨² o de las celebraciones africanas. El sonido del saxo abandonaba no solo la tonalidad, sino la noci¨®n misma de las notas, convertidas a veces en algo parecido a gru?idos o a gritos. A veces Coltrane dejaba de tocar, ah¨ªto o exhausto, y murmuraba una salmodia, o se golpeaba r¨ªtmicamente el pecho, pose¨ªdo como un cham¨¢n, su caja tor¨¢cica y su cuerpo entero convertidos en instrumento.
Me gusta escuchar esta m¨²sica no como el preludio de algo, sino como una culminaci¨®n en s¨ª misma, dotada de esa libertad desenvuelta y sin ¨¦nfasis que es propia de quien hace bien su trabajo y sabe disfrutarlo
No paraba de componer y de tocar en sus ¨²ltimos a?os, de hacer giras agotadoras por todo el mundo, de prolongar una actuaci¨®n hasta que ni los m¨²sicos ni ¨¦l parec¨ªa que pudieran mantenerse en pie. Muri¨® y siguieron apareciendo discos cada vez m¨¢s radicales. Interstellar Space, tocado mano a mano con el bater¨ªa Rashied Ali, se grab¨® sin ensayo ni partitura a lo largo de un solo d¨ªa de febrero, en 1967. La compa?¨ªa de discos tard¨® siete a?os en publicarlo. Pero en noviembre de 1966 se hab¨ªa grabado en directo un largo concierto prodigioso en Temple University, un trance colectivo de m¨²sica y de misticismo en el que una sola canci¨®n, la inagotable ¡®My Favourite Things¡¯, duraba casi media hora: se public¨® en 2014, al cabo de 48 a?os.
La posteridad de John Coltrane es tan f¨¦rtil como lo fue su vida. Desde hace meses se ven¨ªa sabiendo que hab¨ªa vuelto a aparecer una grabaci¨®n perdida. Para los aficionados, el amor por la m¨²sica se confund¨ªa con la fascinaci¨®n de las leyendas, la f¨¢bula de la obra maestra oculta, del manuscrito extraviado. Hubo una sesi¨®n de estudio del cuarteto cl¨¢sico el 6 de marzo de 1963, pero la cinta se daba por perdida. Coltrane le regal¨® una copia a Naima, su primera mujer. Lo que desapareci¨® durante ?muchos a?os surge de pronto e irrumpe luminosamente en el tiempo. En su rese?a fervorosa del disco reci¨¦n publicado, Both Directions at Once, Yahv¨¦ M. de la Cavada dice que su descubrimiento equivale al de una novela in¨¦dita de Dostoievski. Sonny Rollins lo compara con el hallazgo de una nueva c¨¢mara secreta en la Gran Pir¨¢mide. Yo escucho el disco desde hace varios d¨ªas y lo que siento sobre todo es el asombro y la gratitud de que un tesoro as¨ª haya llegado intacto a nosotros, a trav¨¦s de la lejan¨ªa de los a?os, con la inmediatez de lo que surge sobre la marcha en un estudio, en el encuentro de cuatro m¨²sicos que se conocen muy bien y est¨¢n en la cima de sus facultades individuales y de la complicidad de cada uno con los otros. Wayne Shorter explica el t¨ªtulo aludiendo a un consejo que Coltrane sol¨ªa darle: arranca una pieza en torno a la mitad y a partir de ah¨ª avanza al mismo tiempo hacia atr¨¢s y hacia delante. Ese d¨ªa, el 6 de marzo de 1963, John Coltrane est¨¢ justo en la mitad de su madurez, cosechando todo el esfuerzo y el aprendizaje del pasado ¡ªel suyo personal y el de la tradici¨®n musical a la que pertenece¡ª y tanteando ya lo que vendr¨¢ despu¨¦s y no se le ha revelado todav¨ªa, lo que ya lo empuja como una gran corriente sin que ¨¦l sepa del todo hacia d¨®nde. Como sabemos lo que vino despu¨¦s, corremos el peligro de creer que tenemos el don de la profec¨ªa. Pero a m¨ª me gusta escuchar esta m¨²sica no como el preludio de algo, sino como una culminaci¨®n en s¨ª misma, dotada de esa libertad desenvuelta y sin ¨¦nfasis que es propia de quien hace bien su trabajo y sabe disfrutarlo. Esa misma noche, despu¨¦s de pasarse el d¨ªa entero grabando en el estudio, los m¨²sicos se fueron a tocar en un club.
¡®Both Directions at Once¡¯. John Coltrane. Impulse!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.