¡°Soy una mezcla de Felisberto Hern¨¢ndez y Netflix¡±
El peruano Gustavo Rodr¨ªguez homenajea en 'Madrugada' (Alfaguara) toda la narrativa a la que es adicto
Quien toca este libro, Madrugada (Alfaguara) de Gustavo Rodr¨ªguez, no s¨®lo toca un libro, un drama, una historia: toca a un lector. Peruano de 1968, se cri¨® leyendo a Julio Verne, pas¨® por Felisberto Hern¨¢ndez (el uruguayo que engord¨® tanto, y escribi¨® tan bien, que tuvo que salir al cementerio por la ventana de su casa) y por sus paisanos Ricardo Palma, Alfredo Bryce Echenique y Julio Ram¨®n Ribeyro, para llegar a Mario Vargas Llosa, al que saluda con reverencia y de cuya arquitectura narrativa tambi¨¦n es heredero. En su pa¨ªs la arm¨® grande en su otro oficio, el de publicitario. Fue el que hizo, por encargo de la revista Caretas, un anuncio reclamando a Chile que no se apoderara del peruan¨ªsimo pisco. Chile, olv¨ªdate del pisco. Esa frase se hizo viral en 2002 y a¨²n hoy si t¨² escribes en Google la palabra olv¨ªdate lo que te sale es lo que se le ocurri¨® a Rodr¨ªguez para irritaci¨®n de la inteligencia pisquera chilena.?
Esta novela naci¨® en la mesa donde almuerza los mi¨¦rcoles con su madre, ya muy mayor, y sus dos hermanos. Uno de ellos, Dani, es cantante y parrandero, y el otro es Germ¨¢n, un tipo formal. Un d¨ªa le dijo a Dani que lo quer¨ªa convertir en personaje de novela. Result¨® que este hombre, guapo, de pelo trenzado, encantador de cientos de mujeres, ten¨ªa historias para repartir, y de algunas se vali¨® Gustavo para crear una ficci¨®n en la que los personajes son esos parientes que se sientan con ¨¦l en torno a esa mesa de formica. (Casi) todo es mentira. Gustavo tambi¨¦n sale: es el hermano homosexual. El resultado de estas mezclas (lectura, vida real, imaginaci¨®n y pisco) es este libro en el que, adem¨¢s, hay una historia: el cantante (de la ficci¨®n, ?de la realidad?) es el eslab¨®n perdido de la familia; por esos mundos debi¨® tener amores e hijos, y de pronto le aparece Trinidad, que le naci¨® de una amor casual en Tarapoto, en la selva norte?a. Ella tiene treinta a?os, ¨¦l le dobla la edad. La trayectoria de ambas vidas alcanza el punto m¨¢s delicado cuando ella le pide que le done un ri?¨®n. Contada as¨ª es una historia; le¨ªda es la consecuencia del lector que resulta ser el escritor Gustavo Rodr¨ªguez.
A lomos de Cort¨¢zar
?l se fue formando "un poco a ciegas, por instinto". Y con lo primero que se encontr¨® fue con los libros rojos de Julio Verne que tra¨ªa su padre a casa. Sus referentes peruanos le llevaron a pensar que "la literatura no s¨®lo eran historias que les pasaban a grandes sino que pod¨ªan aparecer personajes con los que yo me pod¨ªa haber identificado de peque?o: chicos que se averg¨¹enzan de su padre, inseguros con respecto a su sexualidad, que incluso se masturban". Ribeyro, adem¨¢s, le dio el gusto de la prosa. Y a los dieciocho a?os empez¨® a cabalgar a lomos de Julio Cort¨¢zar y de Jorge Luis Borges. Pero lo que hereda de Ribeyro est¨¢ por todas partes: "Es el primer escritor peruano que puso de relieve la clase media peruana que trataba de no despe?arse hacia la pobreza".
Ecos literarios de todo eso hay en Madrugada. Empieza la novela teniendo el ritmo musical de los Tres tristes tigres de Cabrera Infante y acaba emparentado con la arquitectura del mejor libro de Vargas Llosa, Conversaci¨®n en La Catedral. "Quise ser arquitecto, y en este libro quer¨ªa tener el control del espacio en el que se mueven sus habitantes. El reto es que el lector no note los hilos que coloco".
¨CY dice que la historia parece provenir de la realidad.
¨C Me voy a desnudar. La novela procede de veras de la realidad. Esa conversaci¨®n que tuve con mi hermano, Daniel, el m¨²sico, tuvo una deriva dram¨¢tica: de sus amores perdidos por Per¨² naci¨® en realidad esa ni?a. "??Pero c¨®mo sabes que es tuya, si naci¨® hace treinta a?os?!", le grit¨¦. Y me dijo: "No s¨¦ m¨¢s, est¨¢ al norte, en la selva, pero yo le creo porque tiene la voz de mi otra hija que vive en Argentina".
El resto, en la novela, es ficci¨®n. "Y alguien me dijo que ten¨ªa que hacer crecer a esa ni?a, hacer que le ocurrieran desventuras. Y en la novela ella encarna todo mi esfuerzo por no ser machista en una sociedad que lo es, con todas las observaciones que en las ¨²ltimas a?os me ha inspirado el hecho de ser padre de tres mujeres".
Las desventuras (de Dani, de sus hermanos, de Trinidad) son graves, capaces de crear maldad en los que sufren. "Pero yo creo en la redenci¨®n, en la bondad, de modo que esta novela es un camino de perfecci¨®n. Yo soy optimista de los que se?ala Bryce: aquellos que quieren que las cosas salgan bien. Y de hecho la novela se llama Madrugada porque despu¨¦s de las noches oscuras es en la madrugada cuando puedes adivinar que va a salir el sol".
La familia en cuya mesa de comedor nace la novela a¨²n no ha le¨ªdo las peripecias para las que sirven sus identidades aunque no sus hechos. Madrugada ser¨¢ presentada en la Feria del Libro de Per¨² a mediados de julio. "Mi hermano Dani sale guapo y ping¨®n, y se lo he dicho, as¨ª que su machismo est¨¢ satisfecho. Y mi madre sabe que escribo de fantas¨ªas".
¨C Hay un af¨¢n latinoamericano por escribir bien, que debe proceder de las abundantes lecturas. ?Qu¨¦ hace de un lector un escritor?
¨C El exhibicionista que lleva dentro. Creo en la vanidad como motor de la cultura, pero en el caso de la literatura si al lector le a?ades el exhibicionista es muy probable que te salga un escritor.
Como autor, dice Gustavo Rodr¨ªguez, "yo soy una mezcla de Felisberto Hern¨¢ndez y Netflix, soy un devorador de narrativa sea cual sea la plataforma. Medio en serio medio en broma siempre digo que si Shakespeare hubiera nacido en este siglo estar¨ªa trabajando para series de HBO o Netflix. Pero, f¨ªjate, ya Vargas Llosa se hab¨ªa adelantado, en la arquitectura de sus novelas, a la explosi¨®n actual de los experimentos narrativos".
En ese sentido, ser¨ªa mejor decir que Gustavo Rodr¨ªguez es una mezcla de Felisberto Hern¨¢ndez, del que no hered¨® la gordura, de Ribeyro, de quien tambi¨¦n tiene la flacura, de Vargas Llosa y, acaso, de William Shakespeare.
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