Superman naci¨® en Cleveland
Una peque?a comunidad de seguidores de Siegel y Shuster est¨¢ decidida, ingenuamente, a hacer de uno de los barrios m¨¢s peligrosos de la ciudad lugar de peregrinaje superheroico
El a?o 2003, la Sociedad Hist¨®rica de Ohio instal¨® en Cleveland una placa conmemorativa en el cruce de la calle 105 Este con Clair Avenue. Dicha placa declaraba la zona 'Hogar de Superman'. El instituto Glenville, en el que se conocieron Jerry Spiegel y Joe Shuster, est¨¢ a la vuelta de la esquina. El edificio actual no tiene nada que ver con el edificio en el que los creadores de Superman se enamoraron de Lois Amster?¡ª¡°?La chica m¨¢s guapa de Glenville!¡±¡ª pero sigue siendo un instituto. Poco m¨¢s all¨¢, se levantaba el edificio de apartamentos en el que viv¨ªa la familia Shuster. Hoy no existe, pero en 2009, la Siegel & Shuster Society ¡ªuna organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro decidida a convertir Cleveland en la ciudad natal de Superman¡ª levant¨® una valla decorada con los c¨®mics de Superman para recordarlo.
Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ la valla a¨²n exista. Quiz¨¢ tambi¨¦n exista el logo que se coloc¨® en la fachada restaurada, gracias a los fondos comunitarios de dicha organizaci¨®n, del 10.622 de Kimberly Avenue. All¨ª viv¨ªa el casi adolescente Siegel cuando dio con la idea de un beb¨¦ superdotado llegado de un futuro en el que la Tierra no existe para, primero, doblar los barrotes de su cuna? ¡ª¡°?Qu¨¦ me dices, Joe? ?No crees que puede ser divertido?¡±, le espet¨® el a¨²n alumno de instituto Spiegel al tambi¨¦n entonces alumno de instituto Shuster¡ª y despu¨¦s, salvar el mundo. Lamentablemente, como cuenta Julian Voloj en Joe Shuster. Una historia a la sombra de Superman (Dibukks), interesant¨ªsima biograf¨ªa en vi?etas, dibujada por el hooperiano Thomas Campi, de nada servir¨ªa que lo hiciera.
Podr¨ªa decirse que los integrantes de la Siegel & Shuster Society son tan ingenuos como lo era el propio Superman ¡ªuna de las primeras cr¨ªticas que tuvo el h¨¦roe fue la de que su ingenuidad resultaba atractiva, pero nadie iba a cre¨¦rsela¡ª y como lo fueron Jerry y Joe, que vendieron su alma a National Comics por 130 d¨®lares. Eso fue lo que cobraron por la primera historieta de Superman, poco despu¨¦s de firmar el contrato en el que, ilusionados y sin sospechar que el personaje iba a obligar al mism¨ªsimo Will Eisner a ponerse a dibujar superh¨¦roes ¡ªVoloj relata c¨®mo cre¨® a la primera Wonder Woman, retirada por plagio porque que ten¨ªa los mismos poderes que Superman¡ª, conced¨ªa a la, en breve y gracias a ellos, billonaria empresa, los derechos de por vida de su creaci¨®n.
?Por qu¨¦? Porque siguen esperando que la casa de Kimberly Avenue se convierta en una suerte de atracci¨®n tur¨ªstica para todo aquel que alguna vez am¨® a Superman y que quiz¨¢ no sepa que su dibujante, Shuster, dorm¨ªa en un parque cuando se estren¨® el cl¨¢sico que protagoniz¨® Christopher Reeve y dirigi¨® Richard Donner ¡ªcon guion de, entre otros, Mario Puzo¡ª y su guionista, Jerry, hab¨ªa tenido que mudarse con su familia a California para dejarse cuidar, porque no ten¨ªa un centavo. Y van a esperar en vano porque Glenville es hoy uno de los barrios m¨¢s peligrosos de Cleveland y, como apunta el propio Voloj, ¡°a diferencia de Superman, sus fans no son inmunes a las balas¡±.
Babelia
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