La reinvenci¨®n a orillas del Caribe de Hevia
¡®Al son del indianu¡¯ reactiva la carrera del gaitero 20 a?os despu¨¦s de triunfar en las listas de ¨¦xitos
Un gaitero tradicional astur interpretando piezas de las dos orillas en compa?¨ªa de m¨²sicos cubanos y dominicanos. Puede sonar estrafalario o atrevido, pero ese es el contenido de Al son del indianu, el voluminoso y documentad¨ªsimo libro-disco con el que Jos¨¦ ?ngel Hevia (Villaviciosa, 1967) se propone regresar a la primera l¨ªnea de la actualidad, justo dos d¨¦cadas despu¨¦s de que se convirtiera en el morador m¨¢s at¨ªpico de las listas de ¨¦xitos a finales del siglo pasado. El inventor de la gaita MIDI relega esta vez la electr¨®nica y la sofisticaci¨®n tecnol¨®gica para reformular ritmos tan at¨ªpicos en su obra como el merengue y la bachata, por la parte de Santo Domingo, o el son, el bolero y el chachach¨¢, en lo que se refiere a la vertiente habanera. Parece una fusi¨®n pintoresca, pero es, en realidad, lo mismo que ya ensayaron los gaiteros que hicieron las Am¨¦ricas casi un siglo atr¨¢s.
Hevia se erigi¨® hace 20 a?os en el superventas que no esperaba nadie. En 1998 solo hab¨ªa publicado un ¨¢lbum tradicional de gaita y tamboril junto a su hermana Mar¨ªa Jos¨¦, pero Hispavox lo fich¨® al calor del auge celta que entonces representaban Carlos N¨²?ez, Luar na Lubre o Berrog¨¹etto. Confiaban los directivos m¨¢s audaces que En tierra de nadie alcanzar¨ªa los 25.000 ejemplares, pero aquel debut ronda a estas alturas 1,8 millones de unidades, 700.000 de ellas solo en Espa?a. Y, aunque los tiempos y los n¨²meros han cambiado dr¨¢sticamente, el m¨²sico que arras¨® con piezas como Busindre reel, El garrot¨ªn o Tanzila se siente hoy reactivado e imaginativo como entonces. ¡°Mi abuelo paterno fue tendero en La Habana en los a?os 20, y ya entonces sus amigos gaiteros no se limitaban a tocar jotas o fandangos, sino tambi¨¦n m¨²sica criolla. En esto de la merengaita hab¨ªa una gran historia que contar¡±, resume con gesto de satisfacci¨®n.
No es Jos¨¦ ?ngel ning¨²n turista que se calza sombrero indiano y camisa guayabera para salir simp¨¢tico en las fotos. Nuestro protagonista se cas¨® con una mujer de Santo Domingo, tiene dos hijas astur-dominicanas de 7 y 13 a?os y reside la mayor parte del a?o a orillas del Caribe, ¡°por aquello de pasar los inviernos con chanclas¡±. ¡°Me march¨¦ para all¨¢ en 2014, cuando el pesimismo social se hab¨ªa instaurado en Espa?a¡±, rememora. ¡°No era solo una cuesti¨®n econ¨®mica: aquella desesperanza mataba la creatividad. Conceb¨ªas proyectos que nadie ve¨ªa viables, as¨ª que al rato tirabas la toalla¡±. La reactivaci¨®n art¨ªstica lleg¨® con el clima c¨¢lido. ¡°Solo en Santo Domingo viven 7.000 asturianos de origen, muchos provenientes de Cabranes, el concejo de mi madre. Hab¨ªa una maravillosa historia que contar¡±.
De ah¨ª surgieron las investigaciones, hallazgos y encuentros. La pista del gaitero Libard¨®n, que pis¨® Buenos Aires y lleg¨® a tratar con Gardel, del que ahora Hevia recrea Volver y El d¨ªa que me quieras. El sonido ins¨®lito de la gaita criolla, que en los a?os treinta incorpor¨® llaves de plata (como el clarinete o el oboe) y suplementos en el ronc¨®n para adaptarse al formato orquestal. La amistad con el director de la banda de gaitas de La Habana, que result¨® ser de Tineo. O la convivencia con emigrantes astures que, desde el otro extremo del planeta, se informan al minuto sobre la romer¨ªa de Fresneu. Y as¨ª todo. ¡°La historia de la emigraci¨®n sigue viva y la distancia te permite comprender que Asturias no es un lugar geogr¨¢fico, sino un estado mental¡±, resume el artista.
Gracias a esta simbiosis, ahora podemos redescubrir el Asturias de Alb¨¦niz con sabrosura latina o comprobar c¨®mo la gaita puede compartir espacio en El son de la Capitana con la voz de V¨ªctor V¨ªctor, el m¨ªtico rey de la bachata. Hevia sabe que no le faltar¨¢n detractores, los mismos que cuatro lustros atr¨¢s se llevaron las manos a la cabeza con su gaita electr¨®nica. Y se sonr¨ªe: ¡°No pretendo que las bandas de gaita se pasen a la salsa, igual que mi m¨²sica no es una representaci¨®n muse¨ªstica de este instrumento. Todos ponemos algo de nuestro tiempo en las tradiciones. Lo siento por los puristas, pero¡ ?no les temo!¡±.
La semicorchea de la discordia
?C¨®mo hace un asturiano oriental para amoldarse a los c¨¢lidos ritmos del Caribe? En el caso de Hevia, paseando muchas ma?anas por la playa junto a su suegro dominicano. ¡°Hay una semicorchea de diferencia, un golpe de cadera, en su manera de caminar. Y ese es el elemento que debes interiorizar y automatizar para introducirte en su m¨²sica¡±. Jos¨¦ ?ngel hoy no solo es un estudioso de los sonidos caribe?os, sino que imita el acento y los modismos de la regi¨®n con precisi¨®n de comediante. Y hasta ha aprendido a aplacar su car¨¢cter nervioso e impulsivo fraguado en tierras ib¨¦ricas. ¡°El choque cultural comienza cuando el fontanero necesita visitarte cinco veces para reparar una caldera. A partir de ah¨ª, asumes otra filosof¨ªa de vida y sincronizas los relojes¡¡±.
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