Muere Miguel ?ngel Sanz Bocos, ¡®Vallecas¡¯, el ¨²ltimo piloto de caza republicano
El aviador madrile?o, que combat¨ªa en los Moscas, falleci¨® el lunes a los 100 a?os
Ha muerto, el lunes, derribado por la edad y no por el enemigo, a los cien a?os, Miguel ?ngel Sanz Bocos Vallecas, el ¨²ltimo piloto de caza de la Rep¨²blica durante la Guerra Civil que quedaba vivo, y seg¨²n ADAR, la asociaci¨®n de aviadores republicanos, de la que era presidente, el ¨²ltimo de los pilotos de cualquier tipo de aparatos (del personal volante a¨²n vive un ametrallador de SB-2 Tupolev Katiuska, Amacio Baltan¨¢s, tambi¨¦n centenario). Vallecas, un hombre vital, jovial y con sentido del humor, fue un aviador que estuvo en todos los fregados y vivi¨® en toda su intensidad la guerra a¨¦rea.
Su mayor aventura, dec¨ªa, fue aquel d¨ªa de agosto de 1938 en el que tras participar en un dog fight de cuidado, un combate multitudinario y salvaje, una mel¨¦ en un cielo repleto de cazas Fiats, Meserschmitts, Chatos y Moscas como el suyo -¡°¨¦ramos 200 entre los dos bandos¡±, relataba-, se qued¨® inesperadamente solo en el ancho firmamento. Observ¨® a lo lejos un avi¨®n con el morro blanco como el de su jefe de escuadrilla, Zarauza, y vol¨® hacia ¨¦l. Result¨® ser un Me-109 y luego apareci¨® otro, y otros m¨¢s. Se colocaron a su derecha y su izquierda y le indicaron que los siguiera. Comprendi¨® que en lugar de intentar derribarlo quer¨ªan hacerlo prisionero. Atrapado, vol¨® con ellos hacia el aer¨®dromo de la Legi¨®n C¨®ndor en la S¨¨nia. Sanz miraba por el rabillo del ojo ¨C¡°ve¨ªas f¨¢cilmente por los lados, por la costumbre de forzar la vista¡±- y cuando le pareci¨® que sus captores se despistaban se ech¨® encima del m¨¢s cercano. Los otros empezaron a disparar, pero les entorpec¨ªa su compa?ero, y el piloto republicano, tras hacer medio tonel, huy¨® a todo gas. Le alcanzaron varios disparos en el dep¨®sito de gasolina y los mandos, hiri¨¦ndole en una mano, pero su Mosca no se incendi¨® y los que le persegu¨ªan no pudieron colimar bien sus armas sobre ¨¦l porque no paraba de dar vueltas. Consigui¨® asar el Ebro y aterrizar en Reus. Explicaba que se puso a darse golpes en el pecho y a gritar: ¡°?Estoy vivo!, ?esto es gratis!¡±. Baj¨® de la cabina y se estir¨® en un prado. Al despertar, su avi¨®n acribillado estaba rodeado de gente. Un capit¨¢n lo vio venir y le pregunt¨® si era el piloto. Dado que iba con el traje de vuelo, el gorro y las antiparras le contest¨®: ¡°?No hombre, el chocolatero de Vallecas que vengo de llevar un pedido, no te jode!¡±.
Sanz Bocos naci¨® en La Poveda (Arganda del Rey, Madrid) el 5 de julio de 1918. Su familia viv¨ªa en Vallecas, donde su padre ten¨ªa una ferreter¨ªa. Estudi¨® en la escuela de Artes y Oficios y en los Salesianos de Atocha. Al estallar la guerra se incorpor¨® como voluntario en un batall¨®n antig¨¢s y estuvo en varios frentes. Durante un permiso en Madrid se enter¨® de la convocatoria para los cursos de piloto y pas¨® las pruebas. Fue a la URSS para entrenarse y consigui¨® que lo enviaran a la c¨¦lebre escuela de vuelo de Kirovabad para el exclusivo curso de caza con los Polikarpov I-16 Mosca. ¡°Es con el que todos quer¨ªamos volar, pero solo fuimos 16 de 150, los dem¨¢s a bombarderos u observaci¨®n¡±, recordaba en su libro Memorias de un chico de Vallecas, piloto de caza de la Rep¨²blica (Uno Editorial, 2011).
En el primer vuelo en solitario, tras pruebas dur¨ªsimas de los instructores sovi¨¦ticos, que hasta les examinaban la dentadura, el sexo y las varices, ¡°iba cagado de miedo¡±. El Mosca, dec¨ªa, era un aparato dificil¨ªsimo de volar sobre todo en el despegue y en el aterrizaje. Durante la guerra, la gente de los alrededores de los aer¨®dromos sol¨ªa contemplar las salidas y llegadas de Moscas porque siempre hab¨ªa, relataba, alguna bofetada. ¡°Era una fiera, pero en acrobacias, una alhaja, hac¨ªa de todo, maravillas¡±. Y sobre todo con un gran piloto. Bien lo vieron aquellos Messerschmitts en agosto de 1938.
Sanz consigui¨® el t¨ªtulo de piloto en enero de 1938 y empez¨® a combatir en Teruel como sargento en la cuarta escuadrilla del Grupo 21. En Catalu?a vol¨® con la patrulla del teniente Bravo y realiz¨® en Figueres el complejo curso para pilotar los Supermosca I-16 del tipo 10. Particip¨® en la defensa a¨¦rea de Barcelona con un avi¨®n dotado de radio. Pasaban un fr¨ªo ¡°del carajo¡±. Volaban a 6.000 metros donde en invierno hab¨ªa temperaturas de -40?. ¡°Llor¨¢bamos de dolor por el fr¨ªo terrible en la cara y los pies¡±, explic¨® en una entrevista con la televisi¨®n de Vallecas, junto a un Mosca reconstruido. Durante la contraofensiva del Ebro en 1939 y ascendido a teniente dirigi¨® la 3? escuadrilla.
Ateo gracias a Dios
Dec¨ªa que hab¨ªa tenido mucha suerte porque no tuvo accidentes ni lo derribaron en el aire. ¡°Me ametrallaron muchas veces, hasta 150 disparos recib¨ª, pero como soy ateo gracias a Dios nunca recib¨ª una bala que atravesara la chapa protectora que llev¨¢bamos detr¨¢s del asiento¡±. Sin embargo, el ¨²ltimo d¨ªa de la guerra lo cazaron. ¡°Me tumbaron cuando despegaba, a un metro del suelo, los Me. Estuve muy cerca de la muerte¡±. Vallecas hab¨ªa recibido una carta de Negr¨ªn que mandaba a su escuadrilla a Toulouse y ped¨ªa a los franceses que los acogieran. Despegaban, pero no vieron que ten¨ªan encima una escuadrilla de Messerschmitts de la C¨®ndor que se desplomaron sobre ellos como aves de presa. A ¨¦l le hirieron en la cabeza, donde le qued¨® una cicatriz. Su avi¨®n, con matr¨ªcula 262, ¡°muri¨® aquel d¨ªa¡±, pero ¨¦l se salv¨®. No as¨ª muchos de sus compa?eros. ¡°Fue una matanza terrible¡±. Un caza alem¨¢n se estrell¨® durante el ataque. Sanz y otro piloto trataron de sacar al aviador de la cabina. Le colgaba un ojo y al extraerlo estirando de los hombros las piernas se le quedaron amputadas dentro. La guerra.
Vallecas pas¨® finalmente la frontera a pie. Lo ingresaron en Argel¨¦s y luego en Gurs. Durante la Segunda guerra Mundial trat¨® de volar para los franceses sin conseguirlo y luego tras la invasi¨®n realiz¨® algunas misiones con la Resistencia. Tras la contienda, exiliado en Par¨ªs, creo con otros ex miembros de las fuerzas a¨¦reas el grupo Alas Plegadas. Ya en Espa?a, organiz¨® una de las primeras reuniones de ex combatientes present¨¢ndola como una fiesta de aniversario de boda. Trabaj¨® en una empresa de antenas de televisi¨®n y luego en otra de maquinaria. ¡°Fue uno de nuestros grandes pilotos¡±, ha se?alado Aquilino Mata, presidente de ADAR en Catalu?a, que ha recordado su jovialidad y caballerosidad. ¡°Si alg¨²n d¨ªa me muero que se sepa que ha sido sin mi consentimiento¡±, bromeaba el viejo aviador. ¡°Fue una juventud excitante, sobre todo una vez has sobrevivido, pero no se la deseo a nadie¡±.
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