Yannick N¨¦zet-S¨¦guin, l¨ªder carism¨¢tico de la cl¨¢sica
El pr¨®ximo director del Metropolitan Opera de Nueva York triunfa en la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n con la Filarm¨®nica de Rotterdam
Si Disney volviera a producir una nueva versi¨®n del cl¨¢sico de animaci¨®n Fantas¨ªa, ya no ver¨ªamos a Mickey Mouse dando la enhorabuena al director de orquesta Leopold Stokowski, como en 1940, ni tampoco ajustando la pajarita a James Levine, como sucedi¨® en 1999. Esta vez la secuencia ser¨ªa protagonizada, seguramente, por Yannick N¨¦zet-S¨¦guin. El director de orquesta canadiense (Montreal, 1975) est¨¢ a punto de convertirse en la figura m¨¢s relevante en el podio de la m¨²sica cl¨¢sica en Estados Unidos.
Como director musical, desde 2012, de la Orquesta de Filadelfia, el conjunto que Stokowski dirigi¨® en la pel¨ªcula de Disney y cuyo m¨ªtico sonido ayud¨® a forjar. Pero tambi¨¦n como responsable musical del Metropolitan Opera, a partir del mes que viene, la misma orquesta que dirigi¨® Levine en la nueva versi¨®n del filme de animaci¨®n, Fantas¨ªa 2000. N¨¦zet-S¨¦guin ha tenido que adelantar dos a?os su toma de posesi¨®n al frente del teatro neoyorquino, tras el reciente despido de su antecesor por acoso y abusos sexuales, precisamente el referido James Levine, que llevaba m¨¢s de 40 a?os en el cargo. ¡°La situaci¨®n ha sido muy dif¨ªcil para el Met y creo que mi toma de posesi¨®n supondr¨¢ un cambio psicol¨®gico saludable para la orquesta y el coro¡±, reconoce el director canadiense tras recibir a EL PA?S en su camerino del Auditorio Kursaal.
N¨¦zet-S¨¦guin actu¨® ayer viernes, 24 de agosto, en la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n al frente de la Filarm¨®nica de Rotterdam, la segunda orquesta holandesa tras el Concertgebouw. El concierto formaba parte de su gira internacional de despedida como titular de esa orquesta, pero tambi¨¦n de las celebraciones de su centenario. Y con regalos empez¨® el concierto: el Zorionak zuri, la versi¨®n en euskera del cumplea?os feliz, por los ni?os del Coro Easo. A continuaci¨®n, el director canadiense regres¨® al escenario para dirigir la Sinfon¨ªa n? 35 ¡°Haffner¡±, de Mozart, ataviado con la t¨ªpica txapela donostiarra. Dirigi¨® una versi¨®n energ¨¦tica y de tintes historicistas. Con m¨¢s unidad del allegro con spirito que discurso en el fren¨¦tico presto final, aunque por encima de todo elev¨® el andante. La versi¨®n permiti¨®, en todo caso, hacer balance de la flexibilidad del conjunto holand¨¦s en la etapa de N¨¦zet-S¨¦guin. ¡°La Filarm¨®nica de Rotterdam ha sido mi primera orquesta europea. Hemos crecido juntos en estos diez maravillosos a?os. Y creo que el conjunto se ha transformado, sin cambiar necesariamente de m¨²sicos. Ahora escuchan de otra manera y tienen un sonido m¨¢s pulido y acabado¡±.
Esa intensidad y dedicaci¨®n del director canadiense le han llevado a concentrar su carrera en Norteam¨¦rica donde dirige tres orquestas como titular. ¡°Voy a compaginar las titularidades de la Orchestre M¨¦tropolitain de Montr¨¦al junto a Filadelfia y el Met del Nueva York, aunque pasar¨¦ cuatro semanas al a?o en Europa para dirigir como invitado a las Filarm¨®nicas de Berl¨ªn y Viena, Radio de Baviera, Orquesta de C¨¢mara Europea o Filarm¨®nica de Rotterdam, donde ser¨¦ director honorario¡±, aclara. Precisamente, acaba de vender su apartamento en Rotterdam y espera poder mudarse a Manhattan con su pareja, el violista Pierre Tourville, pero su casa est¨¢ en Montreal: ¡°All¨ª es donde pago mis impuestos y donde viven mis gatos¡±, puntualiza.
En Montreal decidi¨® hacerse director con diez a?os, tras asistir a un concierto de Charles Dutoit al frente de la Sinf¨®nica de la ciudad. Dutoit, que fue su antecesor al frente de la Orquesta de Filadelfia, es otro de los directores que ha tenido que dejar su orquesta por acusaciones de abusos sexuales. N¨¦zet-S¨¦guin reconoce no tener una opini¨®n formada sobre los casos particulares que se est¨¢n investigando, pero valora mucho el coraje de las personas que denuncian. ¡°Es cierto que existen casos de abusos en el mundo de la cl¨¢sica, pues el liderazgo deriva a veces en autoritarismo y ¨¦ste en abuso¡±, opina. Desde sus inicios, con tan s¨®lo 25 a?os, ha reflexionado mucho acerca del concepto de liderazgo. ¡°Personalmente he intentado formar mis valores y, aunque no soy perfecto, para m¨ª lo m¨¢s importante es crear un entorno de trabajo donde todo el mundo se sienta confortable y pueda abrir su coraz¨®n¡±, a?ade. Opina, en todo caso, que esta situaci¨®n no es exclusiva del mundo musical o el cine. ¡°?Qu¨¦ hay acerca del mundo empresarial o la pol¨ªtica? Es un problema mucho m¨¢s amplio y tenemos que dar lo mejor de nosotros para solucionarlo¡±, insiste.
Ese entorno de trabajo confortable pudo verificarse durante el concierto y, especialmente, al final, donde el director abraz¨® casi individualmente a cada m¨²sico de la orquesta. Y se tradujo en una sorprendente capacidad camer¨ªstica en el Concierto para piano N? 2, de Liszt. La obra sigue el modelo del concerto symphonique y se abre con un exquisito quinteto de viento madera ¡°dolce e soave¡± que el piano viste con encanto. El pianista Yefim Bronfman (Tashkent, 1958) encontr¨® el tono para acompa?ar, dialogar e increpar a la orquesta holandesa al encadenar un movimiento con otro de camino al machac¨®n marziale, aunque reserv¨® sus mejores dotes po¨¦ticas para esa joya del un poco meno mosso que precede a la bomb¨¢stica coda final. Bronfman regal¨®, como propina, una exquisita versi¨®n del famoso Claro de luna, de Debussy, que N¨¦zet-S¨¦guin escuch¨® sentado en el podio.
Pero lo mejor de la noche lleg¨® en la segunda parte en la Cuarta sinfon¨ªa, de Chaikovski. Una versi¨®n completamente personal, al margen de tradiciones aut¨®ctonas rusas y centroeuropeas. O mejor: construida a partir de lo ya realizado con esta orquesta por Valeri Gu¨¦rguiev, que fue su antecesor. N¨¦zet-S¨¦guin aporta una inusitada precisi¨®n din¨¢mica a cada pasaje, que le permite individualizar los temas sin perder ese relato cuyos jalones, en el primer movimiento, vienen definidos por el motivo del destino. La melancol¨ªa fue pura fluidez en el andantino in modo di canzona, como el finale algarab¨ªa. Pero el scherzo fue el movimiento que brill¨® con luz propia como tableau vivant formado por el burbujeo del pizzicato en la cuerda, el pedestre descaro en la madera y la solemnidad militar del metal. El director canadiense record¨®, para terminar, su ¨²ltima actuaci¨®n en la Quincena de San Sebasti¨¢n, en 2014, con el R¨¦quiem de Verdi. Y dirigi¨®, como propina, el preludio del tercer acto de La traviata. Pero se trataba tambi¨¦n de un gui?o hacia su nueva vida, pues ser¨¢ esa ¨®pera de Verdi la primera nueva producci¨®n que dirigir¨¢ como titular del Met, en diciembre pr¨®ximo, con Diana Damrau y Juan Diego Fl¨®rez como protagonistas. El teatro neoyorquino ya tiene un nuevo l¨ªder carism¨¢tico, ahora tan s¨®lo falta una nueva versi¨®n de Fantas¨ªa de Disney.
Orfeo canta Mahler
La semana de grandes conciertos orquestales de la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n se inici¨® el pasado mi¨¦rcoles, 22 de agosto, con la NDR Elbphilharmonie Orchester de Hamburgo bajo la direcci¨®n de su principal invitado, el joven polaco Krzysztof Urbanski (Pabianice, 1982). El principal atractivo de la velada era, no obstante, el debut del bar¨ªtono alem¨¢n Christian Gerhaher (Straubing, 1969) cantando lieder orquestales de El cuerno maravilloso del muchacho, de Mahler. Gerhaher, que es un arquetipo de Fausto, se transmut¨® en Orfeo en el Kursaal. El bar¨ªtono alem¨¢n, que no suele disfrutar cantando con orquesta tanto como con su inseparable pianista Gerold Huber, no lo tuvo f¨¢cil para hacerse o¨ªr frente a las "furias" de la orquesta hamburguesa. Pero coloc¨® estrat¨¦gicamente los siete lieder mahlerianos para terminar congelando el tiempo en El tambor y elevando a todo el p¨²blico en Luz primigenia de la Sinfon¨ªa n? 2, que fue lo mejor de todo el concierto y donde Gerhaher se hizo escuchar a la perfecci¨®n con todas sus sutilezas ret¨®ricas y din¨¢micas. Hab¨ªa iniciado la velada una versi¨®n bien planteada, pero pobremente, resuelta del Adagio, de la siempre problem¨¢tica D¨¦cima sinfon¨ªa de Mahler. La orquesta alemana mejor¨® en la segunda parte con la Segunda sinfon¨ªa de Brahms, pero con m¨¢s promesas que realidades. Y la propina final puso en pie a todo el auditorio donostiarra por ser un arreglo orquestal del Agur Jaunak, la canci¨®n ceremonial vasca para despedidas. El ciclo sinf¨®nico continuar¨¢ ma?ana, 26 de agosto, con el primero de los dos conciertos de Iv¨¢n Fischer al frente de la Budapest Festival Orchestra.
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