El archivo que desvela c¨®mo Dal¨ª se hizo surrealista
La apertura del archivo Gasch aporta nueva luz sobre las vanguardias en Espa?a. El cr¨ªtico de arte conserv¨® un importante epistolario con Mir¨®, Lorca, Calder, Arp, Torres Garc¨ªa y Foix, y m¨¢s de un centenar de cartas de Dal¨ª, publicadas s¨®lo de forma parcial y fragmentaria
Apasionado, erudito y sentimental, le costaba bajar de los 90 kilos, combinaba en su apuesta por el arte de riesgo la contundencia del boxeo con la agilidad del estilista, y su gusto por la buena vida chocaba con el inconveniente de que nunca tuvo un c¨¦ntimo. El barcelon¨¦s Sebasti¨¤ Gasch (1897-1982) fue uno de los grandes cr¨ªticos de arte de los a?os 20 y ahora el acuerdo de la donaci¨®n firmado por Emili Gasch y Eug¨¨nia Serra, directora de la Biblioteca Nacional de Catalunya, permitir¨¢ dar nueva luz a la historia de las primeras vanguardias en Espa?a.
Son miles de cartas y material gr¨¢fico que los bibliotecarios a¨²n est¨¢n inventariando. Por citar unos pocos nombres, hay correspondencia de su gran amigo Joan Mir¨®, a quien descubri¨® en 1925, Hans Arp, Calder, Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa, J. V. Foix, Ren¨¦ Clair, Salvador Espriu, Ram¨®n Gaya, ?ngel Ferrant, Gim¨¦nez Caballero, Mathias Goeritz y su Escuela de Altamira, Maruja Mallo, Manuel Millares en los tiempos de El Paso, Edmundo de Ory, T¨¤pies, otro descubrimiento, Cela, V¨¢zquez Montalb¨¢n¡ Hay misivas y dibujos de Lorca y el que tal vez sea el mayor tesoro: m¨¢s de un centenar de cartas de Dal¨ª, hasta hoy publicadas s¨®lo de forma parcial y fragmentaria.
¡°El archivo¡±, dice el profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona Joan Minguet Batllori, el mejor conocedor de la obra de Gasch, ¡°es sensacional por su amplitud de intereses, no solamente hay cartas de algunos artistas y cr¨ªticos muy importantes de la historia del arte siglo XX. Tambi¨¦n hay material important¨ªsimo sobre el circo, porque ¨¦l fue muy amigo de Charlie Rivel, adem¨¢s de sobre la danza, el flamenco, el cine espa?ol. Fue el grandefensor de los artistas innovadores menospreciados por los c¨ªrculos postnoucentistas, sobre todo de Mir¨®. Particip¨® en todas las iniciativas culturales, antes y despu¨¦s de la Guerra Civil, que supon¨ªan enraizar una modernidad verdaderamente pluricultural, sin imposiciones, hasta que se dio cuenta de que en la dictadura la libertad est¨¢ secuestrada¡±.
La familia se ha reservado las cartas originales de Mir¨® ¡ª¡°fue su amigo constante¡±, dice Emili Gasch, catedr¨¢tico de Econom¨ªa e hijo del cr¨ªtico¡ª, y tambi¨¦n las de Garc¨ªa Lorca y de Dal¨ª. Las correspondencias de los dos primeros ya fueron publicadas en su d¨ªa. La de Dal¨ª, la m¨¢s numerosa ¡ªsupera el centenar de misivas¡ª, se mantiene in¨¦dita, salvo las dadas a conocer por Minguet Batllori y por el propio Gasch, y de forma fragmentaria, por los escasos estudiosos que, como Ian Gibson, han tenido acceso a una parte de ella.
Emili Gasch nos ha permitido el acceso a las cartas del pintor ampurdan¨¦s que a¨²n mantiene en custodia y que aportan nuevos datos sobre la conversi¨®n de Dal¨ª al surrealismo, ilustran las dificultades de los artistas innovadores en su lucha contra los medios academicistas, pero tambi¨¦n sus discrepancias, al tiempo que cuestionan el relato legendario, la automitificaci¨®n sobre este per¨ªodo que Dal¨ª edific¨®.
La relaci¨®n de Gasch con Dal¨ª comienza a ritmo de jazz en abril de 1926, a?o en que llegaron a Barcelona el gram¨®fono el¨¦ctrico y el charlest¨®n. Gasch, durante una visita a la sala Dalmau, descubri¨® en un ¨¢ngulo ¡°un peque?o cuadrito¡± de Dal¨ª. ¡°?Y este s¨ª que nos da una lecci¨®n de ritmo!¡±, escrib¨ªa en mayo en la m¨ªtica revista L¡¯Amic de les Arts. En octubre, el galerista Josep Dalmau invit¨® al cr¨ªtico a su casa, donde escucharon placas de la American Southern Syncopated Orchestra y degustaron un arom¨¢tico habano y alg¨²n licor.
Gasch escribi¨® al pintor de Figueres para pedirle la foto de un cuadro y el 1 de noviembre public¨® un vibrante art¨ªculo. Dos d¨ªas despu¨¦s (el matasellos se lee borroso), Dal¨ª le escribe para agradecerle el elogio y transmitirle su pavor por lo ¡°art¨ªstico¡± (¡°horrible palabra que s¨®lo sirve para indicar las cosas que carecen de arte en absoluto: espect¨¢culo art¨ªstico, fotograf¨ªa art¨ªstica, anuncio art¨ªstico, mueble art¨ªstico¡±) y su apuesta por lo ¡°anti-art¨ªstico¡±: ¡°El objeto puramente industrial, el dancing y la poes¨ªa quinta esenciada del sombrerito de Buster Keaton.
El cr¨ªtico hab¨ªa conseguido adelgazar 40 kilos, era la voz de Joan Mir¨® en Catalu?a, y compart¨ªa con Dal¨ª ideas y amigos comunes (el pintor Barradas, despu¨¦s Lorca). Les un¨ªan sobre todo las ganas de dinamitar el conservador medio art¨ªstico con la revista L¡¯Amic de les Arts y la redacci¨®n del Manifest groc, una idea de Gasch, ejecutada por Dal¨ª y alentada por el cr¨ªtico literario Llu¨ªs Montany¨¤, un libelo que levant¨® gran pol¨¦mica y est¨¢ considerado como un documento fundamental de las vanguardias en Espa?a.
Durante aquellos dos a?os la prodigiosa locuacidad de Dal¨ª se extendi¨® a su ansiedad epistolar: un diluvio de cartas, notas, telegramas, postales, todas sin fecha, escritas apresuradas con una caligraf¨ªa an¨¢rquica y, en cambio, letra minuciosa cuando contaba las claves biogr¨¢ficas de su pintura. El cr¨ªtico, siete a?os mayor que ¨¦l, ve¨ªa en Dal¨ª a un joven un poco esnob, de verbo arrollador expresado con timbre de voz ronco y una claridad pasmosa. Un artista ir¨®nico, dotado de una inteligencia privilegiada y de una lucidez perturbadora. Y tambi¨¦n capaz de ¡°una crueldad glacial, imp¨¢vida, terriblemente tranquila¡±. En sus largas cartas, Dal¨ª le hab¨ªa confesado ¡°la ausencia m¨¢s absoluta del fen¨®meno religioso¡± desde su infancia. ¡°Desde entonces¡±, escribi¨®, ¡°no recuerdo la m¨¢s peque?a inquietud de orden metaf¨ªsico¡±. Esas afirmaciones contrastan con las del Dal¨ª de los a?os 50 en los que sosten¨ªa lo contrario para justificar su misticismo de espa?ol racial.
En el epistolario, Dal¨ª evidencia la pronta atracci¨®n que siente por Breton y c¨®mo titubea y la camufla, a pesar de que en la ciudad conoc¨ªan a su grupo como la Pe?a de los Surrealistas. M¨¢s que enga?o, como Dal¨ª dijo despu¨¦s, las cartas muestran las contradicciones del Dal¨ª a¨²n inmaduro, y los prejuicios y la tozudez de Gasch en querer pontificar sin pisar Par¨ªs, la capital del arte por entonces. Ya en abril de 1926, entre las cartas de recomendaci¨®n que Dalmau hab¨ªa entregado a Dal¨ª para su primer viaje a la capital francesa, hab¨ªa una, que no utiliz¨®, dirigida a Breton. ¡°Le anuncio desde ahora tres telas surrealistas¡±, prometi¨® Dal¨ª al galerista al regresar del viaje, sin dejar de apostar a¨²n por un cubismo renovado. Ser surrealista era una provocaci¨®n en la Barcelona postnoucenista, donde el movimiento era visto como un esnobismo pasajero y amoral. Tambi¨¦n era denostado por Gasch, cat¨®lico y solidario con Mir¨®, quien s¨®lo aceptaba la marca surrealista por conveniencia publicitaria, pero que nunca se someti¨® al dictado de Breton.
Dal¨ª pas¨® de decir a Gasch que el surrealismo era putrefacto a defender sus postulados. En una carta aconseja que Montany¨¤ escriba una cr¨ªtica a un libro de Breton Le surr¨¦alisme et la peinture. ¡°Yo¡±, le confiesa, no lo conozco [a Breton] a¨²n totalmente, me parece que no me interesar¨¢, pero es eficac¨ªsimo fregar cosas de esta orientaci¨®n y calidades por las narices de los Putrefactos, que cada d¨ªa est¨¢n m¨¢s sonados¡±. En otra, le advierte que no est¨¢ ¡°nada identificado con el surrealismo¡± y que evita ¡°parecer un incondicional¡±. En otra: ¡°No me explico el menosprecio absoluto que tiene Foix por los surrealistas¡±. Refiri¨¦ndose a la elecci¨®n de una foto (el ojo de un elefante), le dice que ¡°las otras son demasiada est¨¦ticas, poco surrealistas¡±. Y remacha: ¡°El superrealismo no es otra tendencia, un ¡®ismo¡¯ m¨¢s, sino la eclosi¨®n del estado de esp¨ªritu m¨¢s intensamente espiritual que ha existido; las tendencias precedentes, de concesi¨®n en concesi¨®n, se han encaminado progresivamente hacia la actual libertad, han ido preparando el actual superrealismo, meta gloriosa de una ¨¦poca de dudas est¨¦riles y de tentativas infructuosas¡±. Dal¨ª le dec¨ªa a Gasch que se pasaba largos ratos ante la tela en espera de la imagen de su subconsciente, a menudo recuerdos de su infancia, para despu¨¦s calcarla literalmente con la objetividad de un aparato fotogr¨¢fico y darle al mismo tiempo una sensaci¨®n de misterio, de enigma inquietante.
La amistad Gasch-Dal¨ª acab¨® como un sainete, cuando el pintor, triunfante en Par¨ªs con Un chien andalou, dio una serie de conferencias incendiarias y se declar¨® comunista. El 15 de abril de 1932 el cr¨ªtico se rio de su comunismo de esnob y de su pintura, propia, dijo, de un Mantegna putrefacto. Dal¨ª, profundamente herido, zanj¨® su amistad con la carta en la que en lugar del habitual ¡°Amic Gasch¡±, empieza con un ¡°Inb¨¨cil Gasch¡±, con ¡°ene¡±.
En el archivo se conserva una trabajada dedicatoria de Dal¨ª a ¡°Sebasti¨¢n Gasch¡±, en castellano, con la graf¨ªa de los a?os 70. A diferencia de Mir¨®, que ayud¨® al cr¨ªtico cuando este regres¨® del exilio (1939-1942), tras cumplir tres meses de prisi¨®n y malvivir de trabajos period¨ªsticos censurados y mal pagados, Dal¨ª sigui¨® persigui¨¦ndole. Gasch, por su parte, continu¨® llam¨¢ndole pintor saltimbanqui.
La relaci¨®n de Gasch con Lorca fue de otro tenor. En mayo de 1927 el periodista conoci¨® al poeta ¡ªestrenaba Mariana Pineda en Barcelona¡ª, por medio del pintor uruguayo Rafael Barradas, que viv¨ªa en una tr¨¢gica pobreza y pronto, fatalmente enfermo, decidir¨ªa regresar a Montevideo. Lorca escribi¨® a Gasch cartas afectuosas (¡°yo siempre digo que t¨² eres el ¨²nico cr¨ªtico y la ¨²nica persona sagaz que he conocido¡±) y le dedic¨® textos (Santa Luc¨ªa y San L¨¢zaro) y hermosos dibujos, como Teorema de la muerte y la mano (sin soluci¨®n). Eran los momentos fundacionales de la Generaci¨®n del 27, en los que los j¨®venes defensores del arte nuevo crearon una alianza de revistas en Murcia, Burgos, Gij¨®n, Huelva, M¨¢laga, Sevilla, Valladolid, Granada, Sitges y Madrid. L¡¯Amic de les Arts fue el modelo de la que cre¨® Lorca en Granada, Gallo: ¡°Andaluc¨ªa y Catalu?a se unen por el Gallo y L¡¯Amic de les Arts, aunque haya gente que rabie, patalee y nos quiera comer¡±, escribi¨® Lorca a Gasch. Los intelectuales de habla castellana hab¨ªan firmado un manifiesto en defensa de la lengua catalana perseguida por Primo de Rivera, ¡°ante el temor de que esas disposiciones puedan haber herido la sensibilidad del pueblo catal¨¢n, siendo en lo futuro un motivo de rencores imposible de salvar¡±.
Gasch y Lorca apenas volvieron a verse. La ¨²ltima vez fue en diciembre de 1935, durante el estreno de Do?a Rosita en el camerino de Margarita Xirgu. Cruzaron cuatro frases triviales. ¡°Aquella tarde, escribi¨® Gasch, no pod¨ªa suponer que nunca m¨¢s volver¨ªa a verle¡±.
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