Un detective de sangre azul escandalosamente 'british'
Albert Campion es el seud¨®nimo tras el que se esconde el noble investigador creado por la reina del 'whodunnit' libre Margery Allingham
?rase una vez un detective singular. Tan singular que su sangre no era roja sino azul. O, al menos, eso se dec¨ªa. Su nombre no era Albert Campion pero as¨ª era como lo conoc¨ªa todo el mundo en el 12 de Bottle Street, el callej¨®n sin salida, cercano a Piccadilly, en el que vive, y al que van a buscarlo el viejo comisario Stanislaus Oates ¨C jefe de Scotland Yard ¨C y el joven inspector Charlie Luke, cuando lo necesitan, que es casi siempre. Campion tiene un fiel sirviente, un tipo extra?o llamado Lugg, Magersfontein Lugg, quien se niega a llamarle se?or y se sorbe los mocos en su presencia, y adem¨¢s, se mete con ¨¦l, se mete con ¨¦l todo el rato. En cualquier caso, lo m¨¢s probable es que tenga que deshacerse de ¨¦l, porque est¨¢ a punto de trasladarse a las Indias, para convertirse en gobernador de una isla ¨C va a viajar, evidentemente, con Amanda, su mujer, la clase de mujer que dise?a sus propios aviones ¨C, y hay quien opina que deber¨ªa hacerlo sin ¨¦l, y es un alguien con mucho poder.?
Pero antes de irse a ninguna parte, Campion acepta tratar de resolver el caso de las misteriosas muertes de los Palinode. Jessica Palinode, la menor de los hermanos ¨C que fueron en una ocasi¨®n seis, pero tres de ellos han muerto, los dos ¨²ltimos, en muy extra?as circunstancias, con toda probabilidad, envenenados por alguno de los inquilinos de la mansi¨®n que fue suya y en la que han vuelto a vivir de alquiler ¨C, pasa las tardes sentada en el banco de un parque, cubierta con un velo que cuelga de un cart¨®n cuadrado colocado sobre la cabeza, haciendo crucigramas en lat¨ªn y recibiendo limosnas de desconocidos, y lo m¨¢s probable es que sea la siguiente en caer, porque la anterior Palinode, Ruth, la ¨²ltima fallecida, cuyo cad¨¢ver va a ser exhumado en breve, muri¨® poco despu¨¦s de empezar a hacer cosas raras. Hay quien sospecha que se cre¨ªa invisible. Otros, que si la han liquidado, es porque ya no estaba a la altura de la familia.
La fama no le lleg¨® hasta 1929, cuando public¨® el primer caso de Albert Campion serie de la que lleg¨® a completar 18 entrega
El m¨¦dico de cabecera no deja de recibir misivas en las que se apunta la posibilidad de que alguien est¨¦ tratando de acabar con ellos, uno a uno, y que lo est¨¦ haciendo con alg¨²n tipo de veneno, y Renee Roper, la supuesta t¨ªa de Campion, se ha adelantado, por una vez, a Oates y Luke, y le ha pedido a Campion que se instale en la mansi¨®n ¨C s¨ª, ella es una de sus inquilinas ¨C para asegurarse de que descubre qui¨¦n est¨¢ introduciendo el veneno donde sea que se introduzca para que no acaben todos, por beber algo que no deb¨ªan, fiambre. He aqu¨ª lo que se esboza en las primeras p¨¢ginas del caso n¨²mero 13 en el que se ve implicado el abogado y detective aficionado creado por Margery Allingham, el que relata en M¨¢s trabajo para el enterrador (Impedimenta), la novela que precedi¨® a su cl¨¢sico 'El tigre en la niebla', que Roy Ward Baker llev¨® al cine en 1956.
El misterio de los Palinode y los Bowels ¨C ajaj¨¢, hay una familia de enterradores, y alg¨²n banquero, tratando de sacar tajada de lo que sea que est¨¦ pasando en Apron Street ¨C, es un buen ejemplo de lo que aport¨® la narrativa, siempre d¨ªscola y chispeante, de Allingham al, por otro lado, aparentemente cerrado g¨¦nero del 'whodunnit': rocambolescas tramas en las que el retrato de ¨¦poca y, sobre todo, de familia, era m¨¢s importante que el misterio en s¨ª; un detective que, con toda seguridad, procede de la nobleza, e incluso, de la realeza ¨C se dice que su nombre figura en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono brit¨¢nico ¨C pero que act¨²a bajo un nombre falso y como quien no quiere la cosa; mujeres decididamente independientes que no s¨®lo no son v¨ªctimas sino que ostentan posiciones de poder que pueden poner del rev¨¦s la vida misma de nuestro querido protagonista, y una comedia sin complejos, escandalosamente british, que se niega a plegarse a casi ninguna de las reglas del g¨¦nero que practica.
Como ocurre a menudo con los personajes en exceso bien escritos, abrumadoramente carism¨¢ticos, la obra devora al autor
Admirada por sus contempor¨¢neas, desde Agatha Christie a A. S. Byatt, y por sus no tan contempor¨¢neas, Iris Murdoch y P. D. James, Allingham (Londres, 1904) es un ejemplo de lo que la perseverancia le debe a la buena literatura, pero tambi¨¦n del hecho, harto comprobado, de que la fe es capaz de mover monta?as, y llevar a cientos de miles de lectores a las librer¨ªas. Hija de escritores sin demasiado ¨¦xito ¨C su madre escrib¨ªa relatos para revistas de chicas, su padre era un ligeramente conocido autor de pulp fiction ¨C, Allingham public¨® su primera novela a los 19. Corr¨ªa el a?o 1923, y de ella se dijo que hab¨ªa dado con la idea despu¨¦s de asistir a una sesi¨®n espiritista ¨C cosa que su marido, m¨¢s tarde, desminti¨® ¨C. Eso s¨ª, las novelas que la sucedieron ten¨ªan cierto car¨¢cter sobrenatural, as¨ª que quiz¨¢ podr¨ªa haberse ahorrado el desmentido.
En cualquier caso, la fama no le lleg¨® hasta 1929, cuando public¨® el primer caso de Albert Campion, 'The Crime at Black Dudley' (a¨²n in¨¦dita en espa?ol), serie de la que lleg¨® a completar 18 entregas. La 19 no pudo acabarla, porque un c¨¢ncer de mama se la llev¨® a los 62. La termin¨® su marido, Philip Youngman Carter, que despu¨¦s de aquello, escribi¨® otras tres novelas de Campion, la cuarta tampoco pudo acabarla, pero lo hizo Mike Ripley, que sigue escribi¨¦ndolas, y con tanta rapidez, que publica una por a?o. La ¨²ltima, en 2017. Lleva por t¨ªtulo Mr. Campion Abdication. S¨ª, al final, como ocurre a menudo con los personajes en exceso bien escritos, abrumadoramente carism¨¢ticos, la obra devora al autor, de manera que, aunque los fans jam¨¢s olviden que hubo un Campion antes de Campion, y que ese Campion tuvo una madre genio, siempre habr¨¢ quien se tope con ¨¦l por primera vez un d¨ªa de estos y no tenga ni la m¨¢s remota idea de que se encuentra ante una brillante reliquia de un pasado en el que 221B de Baker Strett acababa de cerrar sus puertas.
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