?D¨®nde est¨¢ la gracia?

Es un g¨¦nero infalible en las apetencias ancestrales, subterr¨¢neas o transparentes de los espectadores de cualquier parte. La sociolog¨ªa y la psicolog¨ªa podr¨ªan escribir doctas tesis sobre las ra¨ªces, causas y efectos opi¨¢ceos que ejerce sobre el consumidor esa f¨®rmula incombustible. Hablo del cine de timadores. Y lo disfrutamos particularmente los pringaos. O sea, el 98% de los seres humanos. Puede que el 99%, si el escepticismo recurre a la implacable l¨®gica. Hasta los habitantes del limbo saben que el poder te estafa impunemente desde el paritorio hasta el cementerio, con falsa legalidad o a lo bestia, con sutileza o sin compasi¨®n. Por ello, disfrutamos cantidad y nos sentimos reivindicados cuando en las ficciones, individuos abarrotados de osad¨ªa y de talento enga?an a los ricos y a los fuertes ufan¨¢ndoles la pasta.

Existen variadas y numerosas obras maestras sobre el suculento tema en el cine cl¨¢sico. En el cine de cualquier ¨¦poca. Cerebros privilegiados, artistas irrepetibles como Preston Sturges, Ernst Lubitsch, Billy Wilder aplicaron en algunas ocasiones su mordacidad y su elegancia en este tipo de historias. Los timadores no ejercen su magn¨¦tico oficio en soledad, no se pueden permitir el lujo de la misantrop¨ªa, necesitan c¨®mplices para tan laboriosa y arriesgada tarea. Y a veces, adem¨¢s del v¨ªnculo profesional, tambi¨¦n se crea el amoroso (con predisposici¨®n al cinismo, pero amor al fin y al cabo) incluso el tri¨¢ngulo sentimental. Y algunos de ellos son memorables.

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Daniel Monz¨®n: ¡°Yucat¨¢n¡¯ no es una b¨²squeda desesperada del chiste¡±

Esto s¨ª es cine, adem¨¢s espa?ol

El director Daniel Monz¨®n, que trabaj¨® durante varios a?os en la cr¨ªtica de cine, sabe mucho de estas fascinantes historias, ha paladeado en el curso del tiempo pel¨ªculas geniales protagonizadas por ladrones con estilo. Tom¨¢ndose su tiempo para abordar cada nuevo proyecto, no es extra?o que haya elegido una tem¨¢tica con la que su cinefilia ha disfrutado tanto. Lo hace despu¨¦s de haber logrado tensi¨®n, dureza y suspense de primera clase en la carcelaria Celda 211, y espectacular cine de g¨¦nero narco en la adrenal¨ªnica El ni?o. Se titula Yucat¨¢n. Hay un barco especializado en cruceros, numerosos y ex¨®ticos escenarios, referencias continuas en su argumento a pel¨ªculas m¨ªticas, encomiable vocaci¨®n de hacer sonre¨ªr y re¨ªr a un p¨²blico tan amplio como heterodoxo, di¨¢logos, personajes y situaciones que se suponen muy trabajados, unas gotitas de musical en medio de una comedia presuntamente sofisticada, momentos que pretenden crear esperpento y comicidad elementales, protagonistas a los que se intenta dotar de encanto y de jocosidad a los secundarios.

Creo entender lo que se ha propuesto Daniel Monz¨®n, pero el resultado me parece devastador. Nada funciona en esta trama cansina, nula de gracia, con interpretaciones que se mueven entre lo inane y lo grotesco, secuencias que me provocan rubor. La abrumadora maquinaria publicitaria de la televisi¨®n que la produce va a tener que duplicar su trabajo. Y lamento que me provoque tanto tedio la ¨²ltima entrega de un buen director.