Una fiesta abarrotada
Siempre fue un chico raro, hijo de carpinteros, que ten¨ªa un puesto de tebeos en el Rastro. Le gustaba dibujar un poco a su aire, alimentado de historietas b¨¢rbaras de c¨®mics

Quien desee conocer la verdad de aquello que se llam¨® la movida deber¨¢ acudir a este artista que acaba de morir, Ceesepe, un tipo t¨ªmido, silencioso, que en mitad de los a?os ochenta del siglo pasado andaba de correr¨ªas por los s¨®tanos culturales de Madrid con Ouka Leele, el Hortelano, Almod¨®var, Mariscal. Nazario, Garc¨ªa Alix y pocos m¨¢s, dispuesto a agarrar la vida por el rabo. Pero cuando aquella fiesta termin¨® y le hablabas de la Movida, de la que sin duda fue uno de los protagonistas, levantaba los hombros, hac¨ªa una mueca de cansancio y te dec¨ªa que era una pesada mochila que llevaba a cuestas con resignaci¨®n, como si aquello hubiera sido paja dorada que pas¨® la historia sin dejar rastro. Y te miraba con unos ojos de oliva negra muy mojados, de buen tama?o, que recordaban a los de Picasso o a los de Buster Keaton.
Hablaba en voz baja, entre dientes, pero nunca se permit¨ªa decir una tonter¨ªa. Te dabas cuenta enseguida que sus opiniones ten¨ªan peligro, porque donde pon¨ªa la bala de alguna inteligente maldad despu¨¦s pon¨ªa la mirada acompa?ada con una sonrisa de conejo.
Mucho antes de aquella fiesta Ceesepe ya era un chico raro, hijo de carpinteros, que ten¨ªa un puesto de tebeos en el Rastro. Le gustaba dibujar un poco a su aire, alimentado de historietas b¨¢rbaras que le¨ªa en los c¨®mics. Se matricul¨® en la escuela de Bellas Artes, que abandon¨® al poco tiempo porque no le serv¨ªa de nada. El chaval ten¨ªa su propio m¨¦todo. Comenzaba a dibujar de memoria la gamba de una mujer so?ada, primero un tac¨®n de aguja, despu¨¦s un tobillo fino, luego una pantorrilla adorable y la criatura iba creciendo por los muslos, el torso de junco, los senos como escopetas apuntando hacia arriba hasta crear el rostro de una chica molona que no se parec¨ªa a ninguna que andaba por la calle. Esa primera figura comenzaba a echar ra¨ªces y ramas como una planta carn¨ªvora que llenaba el cuadro de un conglomerado surrealista de personajes derivados de aquel primer trazo inopinado.
Todos los dibujos de Ceesepe representan una fiesta abarrotada. L¨¢nguidas se?oritas, apaches, marineros, clarinetes y trompetas, jazzistas negros, signos del zodiaco, asesinos con navajas que se reflejaban en espejos Belle Epoque, seres gal¨¢cticos puntiagudos, cuerpos desnudos de chicas imposibles mezcladas con ¨¢ngeles del infierno, animales extra¨ªdos de la locura de El Bosco. En esta fiesta de sus cuadros estaba reservado el derecho de admisi¨®n. Si no te presentabas rayado te mandaba a tomar por saco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
