La popular risa sentimental

La llamada comedia a la italiana rein¨® durante al menos 20 a?os, entre los inicios de la d¨¦cada de los 50 y la de los 70, cuando al menos dos decenas de autores de inter¨¦s, ejerciendo su oficio al alim¨®n en un caso ins¨®lito en la historia del cine, dieron con la f¨®rmula m¨¢gica de la comercialidad y la calidad, asentando sus historias en la cotidianidad de la gente del pueblo, siendo tan cari?osos como sangrantes con sus criaturas, y fundiendo amor, ardor, risas y, por qu¨¦ no, un ligero toque sentimental.

Quiz¨¢ agotada por un estilo cada vez m¨¢s grueso y pejiguera, junto a la baja forma o la retirada de algunos de sus directores m¨¢s representativos, comenz¨® a declinar a partir de la segunda mitad de los 70, sus pel¨ªculas dejaron de exportarse con la naturalidad de anta?o y, al menos en Espa?a, poco se supo del espont¨¢neo movimiento hasta hace bien poco, cuando ha ocurrido algo parad¨®jico: el espectacular ¨¦xito mundial de una serie de grandes cineastas italianos (Paolo Sorrentino, Luca Guadagnino y Matteo Garrone), en principio ajenos al estilo, ha provocado que las distribuidoras espa?olas comiencen a traer el cine popular italiano que apenas lleg¨® a Espa?a durante la d¨¦cada de los 90 y primera del nuevo milenio.

Y lo cierto es que cada vez que llega alguna, como es el caso de Una casa, la familia y un milagro, primer largometraje como director del hasta ahora actor Augusto Fornari, sin llegar a las cotas de los grandes a?os de la comedia a la italiana, al menos se ven interesantes ramalazos del cine de Monicelli, Risi, Steno, Pietrangeli, Lattuada, Germi, Comencini, Zampa, Scola y tantos otros.

Con ecos de la conflictiva situaci¨®n de la alemana Good-bye Lenin! (un anciano padre sale sorprendentemente de un coma de cinco a?os, cuando sus s¨¢trapas hijos acaban de vender la casa familiar, la de sus recuerdos pasados y la de su tranquilidad futura), la pel¨ªcula de Fornari no pierde en ning¨²n momento la simpat¨ªa del conjunto, y la puesta en escena deja muestras de gusto por el encuadre c¨®mico, junto a, eso s¨ª, una discutible imagen visual. Pero lo que m¨¢s destaca es la complicada fusi¨®n del humor y del melodrama, sobre todo con la interpretaci¨®n del padre, del excelente Luigi Diberti, siempre ajena a la comedia, y el buen trazado de personajes: en su grandeza y en su idiotez, que de todo hay en la vida, incluso en una misma persona.