Contra el cine buc¨®lico-pastoril
El donostiarra Koldo Almandoz concursa en Nuevos Directores con 'Oreina', en la que dos hermanos comparten caser¨ªo sin hablarse en las marismas de Saria
Se acabaron las gamberradas. Koldo Almandoz (Donostia, 1973) se ha puesto serio. O al menos ha trasladado su humor -visible en sus cortometrajes y en su episodio de la pel¨ªcula colectiva Kalebegiak- y su experimentaci¨®n -en la sobresaliente Sipo Phantasma- a una buhardilla mental y ha dejado que en su cine entre una narrativa "m¨¢s tradicional" para su Oreina, la pel¨ªcula con la que participa en la secci¨®n Nuevos Directores del festival de San Sebasti¨¢n y que se estrenar¨¢ comercialmente este viernes 28 de septiembre. "Ten¨ªa la sensaci¨®n de llevar toda la vida haciendo cosas no convencionales en los m¨¢rgenes, y necesitaba probarme en una pel¨ªcula m¨¢s cl¨¢sica", asegura Almandoz. "Abandonar un poco esa mirada pretenciosa por encima del hombro a un p¨²blico que 'no me entiende' y pensar en llevar al p¨²blico hacia mi filme". En resumen: "?ser¨¦ capaz de contar una historia con actores, superar¨¦ el desaf¨ªo?".
La respuesta es s¨ª y no. Oreina cuenta la vida de dos hermanos que viven sin hablarse en un mismo caser¨ªo, en la orilla de la marisma de Saria. Uno, profesor universitario, ha vuelto de Francia. Durante la trama el espectador recoger¨¢ pistas para entender por qu¨¦. Otro nunca dej¨® el hogar y se dedica a la pesca furtiva, junto a Khalil, un chaval de procedencia magreb¨ª, y bajo la vigilancia de una guarda forestal -observadora externa de lo que ocurre en ese microcosmos-. "Pero es cierto que yo ruedo como ruedo, y durante la filmaci¨®n el paisaje, que ya hab¨ªa influido en la escritura del guion, y la experiencia sensorial que para m¨ª debe de suponer el cine tiraron de mi direcci¨®n"; confiesa el cineasta. Aun as¨ª, Almandoz se guarda ciertos gui?os y reflexiones. La c¨¢mara muestra el lado m¨¢s buc¨®lico del r¨ªo, su vegetaci¨®n, y de repente el contraplano muestra un tren de cercan¨ªas que pasa por ella. "Es un intento de rehuir lo buc¨®lico pastoril. Se ven las torres de alta tensi¨®n, las colillas en el suelo. No quer¨ªa manipular esta periferia en la que se junta lo m¨¢s salvaje con los pol¨ªgonos industriales, los caser¨ªos con los barrios de inmigrantes, el discurrir del agua con el petardeo de las motos", comenta sonriendo. "Rompo la postal".
Otro requiebro. Al contrario que la burla popular, que habla de la falta de placeres de la carne en Euskadi, en Oreina solo los vascos tienen sexo. "No lo hab¨ªa visto as¨ª. Yo solo deseaba mostrar las distintas formas de amor que existen. Y que ese jugeo sirviera para incrementar las decepciones de Khalil, al que se le va llenando el vaso de frustraci¨®n hasta que se derrama y...", dice el director, que confiesa que su actor, Laulad Ahmed, se asemeja bastante al personaje. "Las biograf¨ªas de persona y personaje se mezclan. Le pasan cosas parecidas, como que ¨¦l habla en euskera, pero a ¨¦l se dirigen en castellano porque no se creen que pueda entender el vasco". Y con ¨¦l lleva la pel¨ªcula a un tema casi tangencial, los inmigrantes, aunque importante para el cineasta. "Quer¨ªa hablar de esas generaciones que son nosotros, que han crecido con nosotros, pero a las que miramos con distancia porque no parecen nosotros. Khalil / Laulad est¨¢ desarraigado, no es de aqu¨ª ni de all¨ª".
Como se bromeaba en la gala de inauguraci¨®n del Zinemaldia, en Oreina hay un ciervo -en su caso sale hasta en el t¨ªtulo-, as¨ª que merece proyectarse en el festival. "En el primer guion la trama se centraba m¨¢s en los dos hermanos que no se hablaban, en las putadas que se hac¨ªan... Sin embargo, en rodaje y en montaje me pudo el inter¨¦s por el mundo nuevo -los chicos, la guarda- y abandon¨¦ bastante ese mundo viejo del vasco protot¨ªpico, Y eso ha hecho que la pel¨ªcula cambiara, y el ciervo cuya cabeza disecada preside la entrada del caser¨ªo ha ido desapareciendo". Todo ese proceso Almandoz lo resume as¨ª: "Me gusta currar con dudas. Ir cerrado a una filmaci¨®n con certezas no me divierte. He sufrido por trabajar con un equipo industrial, porque deja poco espacio a la improvisaci¨®n. A m¨ª mi productora [Marian Fern¨¢ndez] me ha dado mucha libertad, y he a?adido muchas secuencias seg¨²n pasaban accidentes que merec¨ªan ser filmados".
?A qu¨¦ lleva esa libertad? "A que el espectador pueda respirar, buscar su propia pel¨ªcula. A cambio puedes ser demasiado cr¨ªptico. En fin, para bien o para mal, Oreina la he hecho para que me guste a m¨ª. Y solo espero que haya muchos espectadores como yo".
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