Una indagaci¨®n espectacular
Rafaela Carrasco propone un viaje en el tiempo de la danza con su 'Sal¨®n de baile'
Hace hoy diez a?os, y durante el transcurso de la XV edici¨®n de la Bienal sevillana, nos dej¨® Mario Maya, bailaor y core¨®grafo de penetrante huella en el arte flamenco que lo ha sucedido. No se sabe si por casualidad, una de sus m¨¢s aventajadas disc¨ªpulas, la sevillana Rafaela Carrasco, ha venido a estrenar cinco ediciones despu¨¦s, una obra que, de alguna manera, transporta el legado del maestro. El rigor, la exigencia y un extremo cuidado de las formas pueden ser una parte de la herencia que Carrasco recibiera de Maya. Elementos que concurren en un trabajo en el que el estudio, otra de las obligaciones que este sol¨ªa transmitir a sus alumnos, se traslada a la escena en forma de espect¨¢culo ordenado y fluido, casi con car¨¢cter de obra coral, cuando el programa anunciaba una apabullante concentraci¨®n de figuras.
Dos premios nacionales incontestables, pero con estilos muy distantes ¡ªBar¨®n y Olmo¡ª y dos relevantes figuras ¡ªL¨®pez y Coria¡ª, que destacan por el amplio vocabulario danc¨ªstico que atesoran, fueron los invitados a este sal¨®n de baile decimon¨®nico. El reto parece, pues, residir en la armonizaci¨®n de tales y tan fuertes personalidades, en el equilibrio entre el sello personal y un proyecto colectivo. Interacci¨®n y di¨¢logo junto al lucimiento particular. Distintas combinatorias grupales y actuaciones individuales que se suceden de forma din¨¢mica, ofreciendo una superposici¨®n de estilos hist¨®ricos que sobrevuelan el paso de un siglo a otro: la escuela bolera, la danza estilizada o las formas preflamencas. Mucha historia acumulada en poco m¨¢s de hora y media, una sucesi¨®n de m¨²sicas, bailes y danzas que configuran el cuadro de un tiempo sucesivo ¡ªdesde mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del XX¡ª, que fue germinal en la configuraci¨®n de lo que hoy entendemos como baile flamenco.
La producci¨®n fue ambiciosa y no solo por lo ya expuesto. El tratamiento del espacio esc¨¦nico tambi¨¦n result¨® fundamental, especialmente con una efectiva iluminaci¨®n, imprescindible en la creaci¨®n de esas estampas de un tiempo detenido que ilustraron el espect¨¢culo. La obra tambi¨¦n acumul¨® muy buena m¨²sica, la de los guitarristas y cantaores, todos grandes m¨²sicos, y la de la peque?a formaci¨®n filarm¨®nica, con composiciones de corte modernista que resultaron id¨®neas para determinadas partes del proyecto en su paseo por la historia. En fin, muchos elementos al servicio de una direcci¨®n que supo conjugarlos de forma eficiente y brillante.
Dentro de este sal¨®n, tuvimos el inmenso placer de ver de nuevo sobre las tablas al maestro Javier Bar¨®n, elegancia antigua en la sole¨¢. ?l personifica el dominio del tiempo con el taconeo, en tanto Rub¨¦n Olmo y Tamara L¨®pez nos devuelven la gracilidad de la danza estilizada con zapatilla. A la alternancia de estilos de danza se sum¨® la de los musicales, que viajaron del folclor al flamenco con el a?adido de composiciones originales. La ordenada sucesi¨®n de unos y otros elementos otorg¨® un sereno dinamismo a una obra construida con bailes de extensi¨®n comedida en todos los casos. Ello sin duda contribuye a que, como as¨ª sucedi¨®, la atenci¨®n no decaiga y a que se pueda paladear cada cuadro con similar intensidad. Queda al final el poso de una gran direcci¨®n, que ha conjugado con maestr¨ªa las grandes bazas que hab¨ªa convocado y que, sobre todo, ha sabido convertir una indagaci¨®n hist¨®rica en un gran espect¨¢culo. Seguro que el maestro Maya lo habr¨ªa aprobado y disfrutado.
Babelia
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