El periplo vital de un virtuoso de la pintura
Mientras Bartolom¨¦ Bermejo incumpl¨ªa contratos, dejaba obras sin concluir y su trabajo era supervisado para evitar desplantes, su fama crec¨ªa hasta convertirlo en un referente en su ¨¦poca
Las exposiciones tienen la virtud de reunir un conjunto de obras que, de otra forma, requerir¨ªan un buen n¨²mero de viajes para poder verlas todas. Tambi¨¦n ponen el foco en artistas que, si hasta ese momento son casi unos desconocidos, les acaba convirtiendo en populares. Es lo que le ocurre a Bartolom¨¦ de C¨¢rdenas, el Bermejo, con esta muestra del Prado que delimita un periplo vital de apenas 30 a?os, entre 1468 y 1501, y convierte a este cordob¨¦s en un virtuoso de la pintura y en el pintor m¨¢s destacado de la Corona de Arag¨®n del momento y el mayor representante de la influencia flamenca en Espa?a.
Se conocen apenas unos 20 documentos sobre Bermejo (cuando de otros artistas como Llu¨ªs Borrass¨¤, Jaume Huguet y Bernat Martorell se poseen centenares) que aportan luz sobre su vida y su actividad profesional. No se sabe, con exactitud, cu¨¢ndo ni d¨®nde naci¨®, d¨®nde adquiri¨® su impactante t¨¦cnica y si realiz¨® posibles viajes profesionales al extranjero. Tampoco si su dif¨ªcil personalidad tuvo que ver con un posible origen judeoconverso, tal y como pone en evidencia su relaci¨®n con alguno de sus clientes y el hecho de que su mujer, Gracia de Palaciano, fuera en 1486 penitenciada por la Inquisici¨®n "porque no se sab¨ªa el Credo y practicaba ceremonias judaicas".
Pero sus magn¨ªficas obras y el lugar y los clientes para los que las realiz¨® permiten a estudiosos como Joan Molina Figueras, profesor de la Universidad de Girona y comisario de la exposici¨®n del Prado, conocer algo m¨¢s de "su personalidad compleja, inquieta y dif¨ªcil, poco acomodaticia e insatisfecha" que parece reflejar "su constante itinerancia y la dificultad por asentarse en una ciudad de forma estable o dirigir su propio taller".
El pintor itinerante
La primera noticia sobre Bermejo lo sit¨²a en 1468 en Valencia, donde realiz¨® un Retablo de San Miguel para la iglesia parroquial de Tous, del que se conserva la tabla central que se expone por primera vez en Espa?a. Comprada antes de 1900 por el magnate de minas de diamantes Julius Wernher y desde 1995 propiedad de la National Gallery de Londres, la pintura es una de las m¨¢s emblem¨¢ticas del repertorio bermejiano, donde aparece ya reflejada su personalidad art¨ªstica: la gran precisi¨®n, la monumentalidad compositiva, la riqueza crom¨¢tica y un agudo sentido decorativo. Es, adem¨¢s, su primera pieza documentada. Se conoce un recibo firmado en X¨¢tiva en 1468 en la que se dice que se concibi¨® para presidir el retablo mayor de Tous, sufragado por el noble y mercader Antoni Joan de Soler (el elegante donante que aparece arrodillado en la pintura), que mantuvo un estrecho contacto con la corte y que encarg¨® este san Miguel con la idea de asegurarse su salvaci¨®n. "Ten¨ªa motivos puesto que en diversas ocasiones, algunas junto a su hermano Perot, practic¨® el corso en las costas valencianas y provenzales, asaltando barcos y robando sus mercanc¨ªas", explica Molina.
Desde 1474 Bermejo pasa a residir en Daroca (Zaragoza), donde trabaja en dos retablos, el de Santo Domingo de Silos, que no termina, cuya tabla central, realizada toda por ¨¦l, se conserva en el Museo del Prado; y el de Santa Engracia, cuyas tablas se hallan repartidas en colecciones de Boston, Daroca, Bilbao y San Diego.
En 1479 aparece documentado en Zaragoza, donde realiza obras en colaboraci¨®n con el pintor Mart¨ªn Bernat, para el que trabajaba. En 1483 abandon¨® la ciudad, quiz¨¢ para evitar problemas con los tribunales del Santo Oficio que acabaron condenando a su mujer por judeoconversa, y se estableci¨® en Valencia donde pinta el Tr¨ªptico de la Virgen de Montserrat, que se conserva en la catedral de Acqui Terme (Italia), cuyas ?tablas laterales son de Rodrigo de Osona y que encarg¨® el rico comerciante italiano afincado en Valencia, Francesco della Chiesa.
El mejor Flandes fuera de Flandes
En 1486, ya en Barcelona, concursa para pintar las puertas del ¨®rgano de Santa Mar¨ªa del Mar, que gana Jaume Huguet. En abril de 1490 concluye la obra que el can¨®nigo Luis Despl¨¤ le hab¨ªa encargado: La Piedad Despl¨¤, propiedad del Museo de la Catedral de Barcelona, otra de sus obras maestras, que destaca por el patetismo desgarrador de la composici¨®n en la que sobresale una Virgen que sostiene a un Jesucristo muerto; por el magn¨ªfico retrato del donante, que le encarg¨® la obra con la idea de perpetuarse, representado con mirada perdida y aspecto descuidado, y por contar con "uno de los paisajes m¨¢s extraordinarios de la pintura espa?ola", en opini¨®n del especialista en arte medieval Joaqu¨ªn Yarza, con 73 especies de plantas y animales representados llenos de simbolismos, como la mariposa, (la resurrecci¨®n); los caracoles (el entierro) y la mariquita (la Virgen). Seg¨²n los expertos, se trata de "la mejor obra flamenca realizada fuera de Flandes" y "la mejor Piedad europea de su ¨¦poca". La obra, que sale por primera vez de la catedral tras someterse a una compleja restauraci¨®n de a?o y medio, se termin¨® el 23 de abril, d¨ªa de San Jordi. En 1495 da los cartones para una vidriera de la catedral de Barcelona y muere hacia finales del siglo XV, quiz¨¢ 1501.
La documentaci¨®n permite deducir que Bermejo abandon¨® alguno de sus encargos para acudir a otros mejor remunerados, lo que le vali¨® problemas e incluso la excomuni¨®n. Como le ocurri¨® tras no acabar su trabajo en Daroca en el retablo de la parroquia de Santo Domingo de Silos. "Todo apunta a que en 1477, cuando fue condenado por no cumplir su contrato, Mart¨ªn Bernat le rescata y le ayuda, le da trabajo y se convierte en su fiador, aceptando finalizar el pol¨¦mico retablo", seg¨²n Molina.
Su pintura revela un profundo conocimiento de lo flamenco, con modelos como las obras de Rogier van der Weyden y Hans Memling, "pero pasados por la visi¨®n personal de Bermejo, que cre¨® modelos nuevos". Frente a la opini¨®n de que Bermejo aprendi¨® su depurada t¨¦cnica en Flandes, Molina defiende que "es perfectamente factible que su formaci¨®n hubiese tenido lugar en Valencia, una de las ciudades del sur de Europa m¨¢s receptivas al nuevo modelo pict¨®rico de los maestros septentrionales".
Conciencia de artista
Pese a ser un freelance y su compleja personalidad, su talento y su gran calidad le hicieron contar con comitentes (es decir, aquellos que encargaban la obra) que apostaron de forma decidida por su trabajo: militares como Antoni Joan, se?or de Tous; mercaderes como el italiano citado, Francesco della Chiesa, o el rico judeoconverso Juan de Loperuelo de Daroca y eclesi¨¢sticos como Llu¨ªs Despl¨¤, arcediano de la catedral de Barcelona.
Bermejo es tambi¨¦n original a la hora de firmar sus obras, algo excepcional. Lo hizo en dos ocasiones: en su San Miguel de Tous y en la Virgen de Montserrat de Acqui Terme. En los dos casos aparece inscrita su firma en un pergamino doblado que est¨¢ en el suelo. "Se trata de una expresi¨®n de orgullo, de una cierta autoconsciencia art¨ªstica", explica el comisario, que mantiene que el hecho de rubricar dos de sus obras m¨¢s personales era por ser consciente de "la superioridad de su propuesta pict¨®rica". De hecho, es el pintor mejor remunerado de todos los que participan en los trabajos de policrom¨ªa de las puertas del retablo mayor de la catedral de Zaragoza. All¨ª se dedicaron ocho sueldos para un cerrojo que cerrara "las puertas para que nadie pudiese entrar a ver a Bermejo".?
Otras piezas significativas presentes en la exposici¨®n son la peque?a tabla San Agust¨ªn en su estudio, procedente del Art Institute de Chicago; la Dormici¨®n de la Virgen, de la Gem?lgalerie de Berl¨ªn; varias tablas del Retablo de Santa Engracia, procedentes de diferentes museos nacionales e internacionales, y los cuatro compartimentos de un Retablo del Cristo Redentor, del MNAC (dos de ellos propiedad del Instituto Amatller de Arte Hisp¨¢nico que los ha depositado en el principal museo catal¨¢n).
Albert Velasco, que analiza para el cat¨¢logo de la exposici¨®n la huella de Bermejo en los pintores de la Corona de Arag¨®n, asegura que el pintor "est¨¢ a a?os luz de todos sus contempor¨¢neos, al mismo nivel de los artistas flamencos". Sin embargo, prosigue, "Bermejo se puso ante el sol pero no proyect¨® sombra". Y lo explica: "Se dice que su repercusi¨®n fue bestial, pero no fue as¨ª. Los Osona, en Valencia, y Mart¨ª Bernat, en Zaragoza, copian algunas de sus obras, pero no puede hablarse de una revoluci¨®n tras Bermejo. En Catalu?a, el peso de otras tradiciones hacen que sus propuestas tan flamencas no se entiendan y se prefieran retablos con dorados, como los de Huguet y sus disc¨ªpulos". Para este profesor y conservador del Museu de Lleida "donde m¨¢s ascendente tuvo fue en Arag¨®n, ya que trabaj¨® con Mart¨ª Bernat que controlaba el mercado pict¨®rico en ese momento, pero su repercusi¨®n fue muy escasa. Bermejo fue como una seta", remacha.
Molina cree que la exposici¨®n del Prado ha de servir, tambi¨¦n, para dar a conocer otras posibles obras de Bermejo en colecciones particulares de las que no hay constancia. "Est¨¢ documentado en Barcelona durante 15 a?os; es un gran misterio c¨®mo, despu¨¦s de realizar la Piedad Despl¨¤, su obra cumbre y que le lleva a su m¨¢ximo de esplendor, de pronto casi desaparece de la documentaci¨®n. Es imposible que solo realizara despu¨¦s las vidrieras de la catedral. No hay duda de que pint¨® m¨¢s obras, incluso para poder sobrevivir¡±, remacha.
¡®Cordubensis¡¯, no ¡®saitabensis¡¯
De las pocas cosas seguras sobre Bermejo es su origen cordob¨¦s. "As¨ª se indica de forma impl¨ªcita en la inscripci¨®n dedicatoria que acompa?a a la Piedad Despl¨¤ de 1490, donde se califica de cordubensis, lo mismo que al promotor de la obra se le cita como barcinonensis. El dato me sigue pareciendo cre¨ªble pese a que recientemente se ha puesto en duda, argumentando una manipulaci¨®n ochocentista de la inscripci¨®n". Joan Molina se refiere a que el gentilicio no fue registrado por un error en la transcripci¨®n de la dedicatoria que hizo Pablo Piferrer en 1839. Un fallo que utiliz¨® el historiador Fernando Mar¨ªas en 2012 para defender otro origen del pintor, apuntando que quiz¨¢ era saitabensis, en relaci¨®n a X¨¢tiva, la primera ciudad en la que aparece documentado. Seg¨²n el comisario de la muestra, "Piferrer hace referencia en otro pasaje de la obra a 'Bartolom¨¦ Bermeio o Bermeo, natural de C¨®rdoba', siendo evidente que solo pudo conocer el gentilicio gracias a la lectura del ep¨ªgrafe", cree este experto, que destaca que "la inscripci¨®n en letra capital romana de signo human¨ªstico es homog¨¦nea y se realiz¨® en el siglo XV, como la pintura". Para Molina no hay duda: "A pesar de que las noticias son escasas, C¨®rdoba, en el segundo tercio del siglo XV, era una ciudad muy activa y din¨¢mica en lo art¨ªstico con pintores como Diego S¨¢nchez de Castro, Pedro de C¨®rdoba o el misterioso Alfonso Rodr¨ªguez".
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