Talavante dice adi¨®s: ?una rareza, una cornada gorda o una expulsi¨®n?
Ni se sabe ni, probablemente, se conocer¨¢ nunca la verdadera raz¨®n de su retirada
Ojal¨¢ que el culpable de la sorpresiva retirada "por tiempo indefinido" de Alejandro Talavante no sea el famoso Matilla. Ser¨ªa una constataci¨®n m¨¢s de que el toreo est¨¢ en sus manos y ostenta el poder suficiente para poner y quitar peones a su gusto.
O s¨ª.
Qui¨¦n sabe si ser¨ªa mejor que as¨ª fuera, porque se sabr¨ªa con certeza qui¨¦n es el enemigo y d¨®nde est¨¢ el mal.
Pero no se sabr¨¢ nunca. Los motivos por los que Talavante ha decidido apartarse de los ruedos pertenecen ya al sancta sanctorum de los misterios de una fiesta presidida por el secretismo m¨¢s absoluto desde su m¨¢s tierna infancia.
Talavante es un torero grande, diferente y hondamente irregular
Nada se sabe nunca; ni el presupuesto de una feria, ni el precio de una corrida, ni el cach¨¦ de un torero, ni por qu¨¦, por ejemplo, la partida de los Presupuestos Generales del Estado dedicada a la fiesta es solo de 30.000 euros, cuando el espect¨¢culo genera muchos millones y una destacada actividad social y cultural. Nunca se sabe nada.
No es la transparencia la condici¨®n que define a la tauromaquia. Si, adem¨¢s, el asunto de Talavante entra en el terreno de lo privado, miel sobre hojuelas.
Por eso, a falta de noticia cierta queda solo la especulaci¨®n.
?Habr¨¢ sido Matilla el que ha conseguido hartar a Talavante hasta el punto de colgar el traje de luces, cansado de una implacable persecuci¨®n? ?O ha sido decisi¨®n personal del torero, atribulado por las oscuridades del alma de quien se juega la vida y no acaba de ver la luz del triunfo? Vaya usted a saber.
Y la afici¨®n parece dividida en cuanto a las consecuencias de esta retirada. La encendida tertulia se celebra en las redes sociales.
Un aficionado piensa que la marcha de Talavante es una cornada gorda para la afici¨®n, y otro se extra?a del revuelo (¡°parece que se va Dios cuando hay un manojo de toreros interesantes en activo¡±). ¡°Pero que lo echen es imperdonable¡±, replica otro. ¡°Hay que poner coto a Matilla¡±, ¡°estoy aturdido y desconcertado por su marcha¡±, ¡°es la ¨²nica figura que interesaba de verdad¡±, ¡°?cu¨¢ndo anuncian su retirada Matilla, Sim¨®n Casas, Chopera o Ram¨®n Valencia?¡±, ¡°Morante, Perera y Manzanares est¨¢n desgastados; El Juli, amortizado, y Talavante, retirado. O los j¨®venes arrean o las taquillas lo pasar¨¢n mal¡±. Y el ¨²ltimo en llegar apostilla: ¡°Si Talavante corta cuatro orejas en la Feria de Oto?o, no se retira¡±.
La discusi¨®n contin¨²a y brotan m¨¢s opiniones diversas y para todos los gustos, prueba evidente de que el torero interesa.
Se le echar¨¢ de menos, pero no m¨¢s. (Y que vuelva pronto)
Sin duda alguna, Alejandro Talavante es un torero grande, innovador e inspirado, con una mano izquierda prodigiosa, que ha embelesado y conmocionado a la afici¨®n.
Ha sido hasta ahora un torero diferente, esperado siempre con expectaci¨®n, pero hondamente irregular. Lleg¨® con ¨ªnfulas de rompedor, pero no ha roto nada. No ha conseguido erigirse en el l¨ªder de una generaci¨®n, aunque lo ha intentado, sin ¨¦xito hasta el momento. Se ha encerrado dos veces con seis toros en Las Ventas (en 2009, con toros de N¨²?ez del Cuvillo, y en 2013 con seis ejemplares de Victorino Mart¨ªn) y se apunt¨® por partida doble al bombo de la reciente Feria de Oto?o, pero sus valientes apuestas no conocieron el ¨¦xito pretendido.
Ha sido, no obstante, el triunfador de San Isidro de este a?o, ciclo en el que sali¨® por quinta vez a hombros por la puerta grande de la plaza. Y lleva a sus espaldas muchas faenas de inspiraci¨®n, muchos naturales que pertenecen a la galaxia de lo sobrenatural y muchos destellos de est¨¦tica sublime.
Por otra parte, Talavante es un torero que ha nadado a mar abierto, pero ha sabido, tambi¨¦n, guardar la ropa. Ha ido de independiente el tiempo justo que necesit¨® para comprender que guarecido entre los grandes (el llamado ¡®sistema¡¯) hac¨ªa menos fr¨ªo y se mov¨ªa con mayor comodidad. Hasta que lleg¨® el enfado con Matilla (lo del enfado es una suposici¨®n porque ya se sabe que en el mundo del toro nunca se sabe nada, y el que sabe algo no lo dice ni lo publica por miedo o amistad), y se encontr¨® a la deriva y empujado hacia mar adentro por fuertes corrientes traicioneras.
Pero, adem¨¢s, Talavante es un personaje raro. ?l mismo se defin¨ªa as¨ª en una entrevista hace un par de a?os. Y admit¨ªa ser miedoso, de h¨¢bitos desordenados, practicante de yoga, admirador de Jos¨¦ Tom¨¢s, lector de Proust¡ ?Se reconoce un desequilibrado?, le pregunta la periodista, y ¨¦l responde: ¡°M¨¢s o menos, s¨ª¡±.
Poco locuaz con los periodistas (su jefa de prensa siempre responde la misma cantinela: ¡°Alejandro no tiene previsto hablar ahora¡±), reflexivo, enigm¨¢tico, ido, con esa mirada perdida no se sabe d¨®nde, ofrece, a veces, una imagen en blanco y negro, mortecina y fantasmag¨®rica, como de otro mundo.
Pero la pregunta sigue ah¨ª: ?el adi¨®s de Talavante ha sido producto de una rareza del personaje o una expulsi¨®n a patadas? ?Su marcha es una cornada gorda para la fiesta o un acicate para los llamados emergentes?
¡®Cualquiera sabe¡¯ es la respuesta al primer interrogante. A lo peor, ni ¨¦l mismo.
Y sobre el segundo: a Talavante se le echar¨¢ de menos, pero no m¨¢s. (Y que vuelva pronto). Es una pena que otros compa?eros se empe?en en continuar cuando tiempo ha que no dicen nada, y un est¨ªmulo para otros muchos que tienen a¨²n toda la vida taurina por delante.
Por cierto, ?qu¨¦ tendr¨¢ Matilla, al que todos visten de limpio en la barra del bar y ejerce un poder de abducci¨®n sobre la mayor¨ªa de los toreros? Morante -qu¨¦ artista tan ins¨®lito y contradictorio- ha sido el ¨²ltimo en protegerse bajo sus faldas.
Conclusi¨®n: entre el que se va y debiera quedarse, los que se quedan y est¨¢n ya amortizados y el que se acomoda a¨²n m¨¢s, el toreo de hoy queda en las buenas manos de Diego Urdiales, Emilio de Justo, Pepe Moral, Pablo Aguado, Octavio Chac¨®n, Fortes, ?lvaro Lorenzo, Gin¨¦s Mar¨ªn, Rom¨¢n, Escribano, Javier Cort¨¦s y otros que ahora no vienen a la memoria. Y un grande, grande, Paco Ure?a, al que todos esperan con los brazos abiertos y en quien hay depositada toda la esperanza.
En fin, lo que dijo uno: ¡°Hombre, que no se ha ido Dios¡¡±. Pues eso.
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