La India de Octavio Paz inunda Guanajuato
Un montaje esc¨¦nico homenajea la influencia oriental del Nobel mexicano en el festival Cervantino
Por accidente, Crist¨®bal Col¨®n se encontr¨® con las costas americanas cuando en realidad buscaba nuevas rutas para llegar a oriente. De este error nace otro error: el gentilicio ¨Cpeyorativo¨C indio para nombrar a los pueblos nativos americanos. Porque desde Alaska a la Pampa nunca ha existido ning¨²n rio llamado Indo. ¡°Sin embargo, somos dos culturas con mucho en com¨²n: ambos fuimos colonizados, tenemos colores propios ¨Crojo mexicano, el rojo indio¨C, el curri, tan parecido al mole, una concepci¨®n animista del mundo ¨CQuetzalc¨®atl y Shiva¨C y, claro, Octavio Paz¡± apunta Jos¨¦ Luis Cruz, director de Vislumbres, una adaptaci¨®n esc¨¦nica de los textos del Nobel mexicano inspirados por su estancia en Nueva Dheli, y presentada este mes en el Festival Cervantino de Guanajuato.
Cuatro pasarelas conectan un escenario circular alrededor de una fuente. Bailarinas y actores caracterizados con t¨²nicas y velos flotan alrededor del agua mientras un pintor embadurna el suelo churretones de colores y cuatro m¨²sicos, dos mexicanos y dos indios, tocan el sitar, el sarangi, el gong y las tablas.
¡°Paz hace una recapitulaci¨®n no solo de su periodo como embajador. Hace un examen de qu¨¦ cosa es en si la india en su complejidad nacional, religiosa e hist¨®rica¡±, dice un actor-narrador con un punto rojo en la frente.
El espect¨¢culo multidisciplinar toma el nombre y el grueso del texto de Vislumbres de la India, una especie de bit¨¢cora l¨ªrica de viajes por oriente que Octavio Paz public¨® en 1995, casi un cuarto de siglo despu¨¦s de sus a?os all¨ª como embajador. ¡°Muchos poetas se han acercado a la India, Neruda por ejemplo, en busca de una cierta transcendencia y Paz nos vincula a nosotros, mexicanos, con ese conocimiento que ten¨ªan las civilizaciones prehisp¨¢nicas¡±, apunta Cruz, director tambi¨¦n de festivales de m¨²sica con m¨¢s de 20 a?os de experiencia en el mercado indio.
Cruz lleg¨® a conocer a Paz a finales de los ochenta, a ra¨ªz de unas jornadas de lecturas de sus poemas en la antigua casa donde el Nobel hab¨ªa residido en Nueva Delhi. ¡°Ese es el germen de este montaje. Llegamos a hablar por tel¨¦fono y estaba encantado de revivir sus poemas y que los acerc¨¢ramos a la gente joven¡±. La producci¨®n de Cruz usa tambi¨¦n otros textos del poeta adem¨¢s de Vislumbres de la India: El mono gram¨¢tico, Ladera Este y Conjunci¨®n y Disyunciones.
Paz consideraba a la India como ¡°la otra versi¨®n del mundo indoeuropeo¡±, un espejo donde poder reflejarse y reconocerse. En la ruptura colonial, la fragmentaci¨®n pol¨ªtica y ling¨¹¨ªstica observ¨® las evidentes analog¨ªas mexicanas. Pero su gran lecci¨®n oriental fue la incorporaci¨®n de la fuerza er¨®tica y asc¨¦tica a su imaginario po¨¦tico, la fusi¨®n de lo profano y lo sagrado: la experiencia m¨ªstica, gemela de la poes¨ªa er¨®tica.
¡°Sabiendo que nos condenamos, por el camino nos amamos¡±, repite uno de los actores en alusi¨®n a un verso Apollinaire con fuertes ecos t¨¢ntricos. ¡°El mundo est¨¢ atado a causa de la pasi¨®n y tambi¨¦n por la pasi¨®n es liberado¡±, se lee en uno de los 25 epigramas, de origen indobudista, traducido por Paz en Vislumbres.
En sus paseos orientales, Paz encontr¨® im¨¢genes er¨®ticas en los templos hind¨²es, budistas o jainas. Una revelaci¨®n que vendr¨ªa a apuntalar el poso de sus poemas rom¨¢nticos y ensayos existencialistas de El arco y la lira (1956) o Libertad bajo palabra (1960). ¡°El yogui y el asceta ¨Cescribi¨®¨C pod¨ªan servirse las pr¨¢cticas sexuales del erotismo, no para reproducirse sino para alcanzar un fin propiamente sobrenatural, sea este la comuni¨®n con la divinidad, el ¨¦xtasis, la liberaci¨®n o la conquista de lo ¡®incondicionado¡¯¡±.
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