El misterio de los ¡®textos invisibles¡¯ fenicios que llevaron la escritura a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hace m¨¢s de 2.800 a?os
Las inscripciones en cer¨¢mica y piedra son clave para reconstruir el desarrollo de los primeros sistemas de representaci¨®n de las lenguas de los tart¨¦sicos, ¨ªberos y celt¨ªberos
Como en las novelas de misterio, a veces ocurre en la arqueolog¨ªa que las claves del enigma estaban ah¨ª mismo, delante de los ojos; solo hab¨ªa que fijarse un poco m¨¢s, mirar de otra manera. Por ejemplo, pas¨® as¨ª cuando el epigrafista Jos¨¦ ?ngel Zamora se dio cuenta, estudiando inscripciones en escritura fenicia en grafitos (peque?os trozos de cer¨¢mica) de hace unos 2.800 a?os hallados en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, que sus autores ten¨ªan, por fuerza, que haber aprendido a escribir en papiros, aunque de estos no quede ni rastro; la forma de trazar las letras (el ductus), m¨¢s veloz y natural, les delataba.
Eso deshizo el nudo que le permiti¨® sostener que los primeros fenicios que se asentaron en el sur de la pen¨ªnsula en torno al siglo IX antes de Cristo ¡°escrib¨ªan y escrib¨ªan mucho¡±, aunque no queden muchos restos que lo atestig¨¹en, reforzando la idea de que fue aquella primera gran civilizaci¨®n comerciante y viajera del Mediterr¨¢neo antiguo la que introdujo la escritura que poco despu¨¦s los lugare?os readaptaron para sus propias lenguas. Y lo hicieron con un sistema que dur¨® m¨¢s de 700 a?os ¡ªen versi¨®n tart¨¦sica, ib¨¦rica y celtib¨¦rica¡ª, llegando a convivir con el lat¨ªn de los romanos, aunque este acab¨® imponi¨¦ndose, sepultando los otros en las brumas de las que hoy los especialistas los siguen intentando rescatar.
Expertos como Zamora, responsable del ¨¢rea de Historia Antigua de la Escuela Espa?ola de Historia y Arqueolog¨ªa en Roma, que esta semana explicaba su trabajo a este diario durante el IX Congreso Internacional de Estudios Fenicios y P¨²nicos celebrado en M¨¦rida y clausurado el pasado viernes. Hablaba tambi¨¦n del proyecto en el que est¨¢ inmerso para estudiar todas las inscripciones fenicias en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y Baleares, estudio que se integra en un gran banco de datos general de toda la epigraf¨ªa que produjo aquel gran pueblo errante en todos los puntos del mapa que habit¨®, es decir, por todo el Mediterr¨¢neo.
¡°A diferencia de los griegos y los romanos, casi todo lo que escrib¨ªan los fenicios se pierde porque lo hac¨ªan sobre soportes perecederos¡± y vencidos e integrados en la civilizaci¨®n romana (en occidente, tras las guerras p¨²nicas) ¡°no ten¨ªan a nadie que copiase sus textos, salvo alg¨²n raro pasaje¡±, explica el especialista, que ha trabajado con inscripciones desde C¨¢diz a L¨ªbano o Chipre. As¨ª que el resto de lo que se conoce es a trav¨¦s de la epigraf¨ªa, unos testimonios que, en todo caso, han sido suficientes para descifrar el alfabeto fenicio, ya en el siglo XVIII, y a partir de ah¨ª tambi¨¦n la lengua, aunque no todos sus textos se comprenden bien.
Por eso, para seguir avanzando, es tan importante encontrar m¨¢s ep¨ªgrafes, esos escritos que pueden aparecer en materiales duraderos como piedras, cer¨¢micas o metales; entre los que hay piezas monumentales u objetos preciosos, pero tambi¨¦n a veces platos o vasos m¨¢s humildes en los que alguien escribi¨® breves textos (por ejemplo su nombre) o trozos sueltos de esos materiales que se utilizaron en lugar de los papiros o las pieles para hacer apuntes, bien porque estaban m¨¢s a mano, bien porque eran m¨¢s baratos.
Sin embargo, en el caso de la pen¨ªnsula, lo que vino a confirmar la teor¨ªa del papiro fueron cinco bulas fenicias (sellos de arcilla para cerrar documentos a modo de lacre) del siglo VIII antes de Cristo halladas por los arque¨®logos Jos¨¦ Mar¨ªa Gener y Juan Miguel Pajuelo en el Teatro C¨®mico de C¨¢diz. Probablemente, el propietario de los documentos decidi¨® quemarlos, pero las bulas resistieron al fuego. ¡°Y esto demuestra que exist¨ªan estos ¡°textos invisibles¡± fenicios; y explica c¨®mo pudieron los pueblos locales, en contacto con ellos, desarrollar una escritura propia¡±, explica Zamora.
Desde entonces ¡ªtodos esos descubrimientos se sucedieron durante la primera d¨¦cada del siglo XXI¡ª est¨¢ com¨²nmente aceptado que los fenicios introdujeron la escritura en la pen¨ªnsula cuando se asentaron en ella hace unos 2.900 a?os las colonias que hicieron florecer econ¨®micamente, de la mano del comercio, las culturas ind¨ªgenas.
Con ellos se convirti¨® Tartesos en una rica civilizaci¨®n extendida por todo el suroeste de Hispania. Un pueblo que, antes de desaparecer abrupta y misteriosamente a mitad del primer milenio antes de Cristo, alumbr¨® la primera escritura aut¨®ctona. La representaci¨®n gr¨¢fica que crearon para su lengua estaba hecha claramente a partir del alfabeto fenicio, pero desde el principio con personalidad propia y unos resultados, de nuevo, misteriosos.
No solo porque enseguida la incorporaron principalmente a las expresiones p¨²blicas como las l¨¢pidas funerarias como un elemento de prestigio, sino porque en lugar de un sistema alfab¨¦tico como era el fenicio y los que se estaban incorporando en el resto del Mediterr¨¢neo (cada letra corresponde m¨¢s o menos a un sonido o fonema) eligieron uno semisil¨¢bico (mezclado con caracteres que representan s¨ªlabas de consonante m¨¢s vocal). "Es una verdadera excepci¨®n sin explicaci¨®n clara, pasa de unos pueblos a otros pese a ser de lenguas muy diferentes: de los tartesios a los iberos, de los iberos a los celtas¡¡±, se?ala por tel¨¦fono el catedr¨¢tico de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza Francisco Beltr¨¢n, especialista en lenguas paleohisp¨¢nicas.
Beltr¨¢n se refiere a las distintas escrituras que fueron naciendo de la misma ra¨ªz en la Hispania prerromana, desde el tart¨¦sico ¡ªdesaparecido hacia el siglo IV antes de Cristo¡ª, hasta la versi¨®n ib¨¦rica en la variante meridional (en Andaluc¨ªa oriental y el sur del Pa¨ªs valenciano) y la levantina o nororiental (al norte del Pa¨ªs Valenciano hasta el sur de Francia). Y, a partir de la variante levantina, la ¨²ltima transformaci¨®n se produjo, en torno a mediados del siglo II antes de Cristo, con el idioma celt¨ªb¨¦rico en la zona que va desde Burgos a Teruel, abarcando Cuenca, Zaragoza y Soria. ¡°La suya era una escritura tan parecida a la ib¨¦rica que, a veces, si no aparece un determinado signo caracter¨ªstico, no sabemos si es una u otra¡±, se?ala Beltr¨¢n.
Esto coincide con la llegada del imperio Romano a Hispania. Y parad¨®jicamente, lo que a la larga tendr¨ªa como consecuencia la desaparici¨®n de estas formas de escritura paleohisp¨¢nica entre mediados del siglo I antes de Cristo y comienzos de nuestra era, en un principio signific¨® una explosi¨®n del uso de esas antiguas escrituras. Desde el ¨¢mbito privado, se volvi¨® a usar de nuevo en espacios p¨²blicos ¡ªcomo monumentos, piedras funerarias o monedas¡ª, y escrib¨ªan tanto hombres como mujeres. Adem¨¢s, se produjo una extensi¨®n geogr¨¢fica, pues de esa ¨¦poca ya se han encontrado inscripciones lejos de la costa, en el interior de Catalu?a, Valencia y en el este de Arag¨®n.
El experto explica que los problemas para entender y rescatar del olvido estas lenguas ¡ªque solo se entienden todav¨ªa parcialmente¡ª son similares a los del fenicio. Esto es, que la mayor parte de lo que escribieron se ha perdido, pues lo hac¨ªan en papiro, tablillas enceradas, pieles, cortezas¡ ¡°La escritura era com¨²n, habitual sobre soportes que no se han conservado. En algunos casos, se han perdido las tablillas, pero conservamos el punz¨®n de bronce con el que se escrib¨ªa en ellas¡±, se?ala Beltr¨¢n. As¨ª pues, ante la evidencia de esos textos invisibles, habr¨¢ que seguir buscando y revisando epigraf¨ªas para avanzar en su conocimiento.
Babelia
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