El ¨²ltimo misterio de Tartesos
Un yacimiento de Badajoz abre pistas sorprendentes sobre esta ancestral civilizaci¨®n que floreci¨® en el suroeste de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, de la mano del comercio con los fenicios, en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo.
HACE 2.500 A?OS, muy cerca de lo que hoy es el municipio de Guare?a, en Badajoz, los lugare?os se reunieron en un enorme edificio de dos plantas para celebrar un banquete y una ceremonia ritual en la que sacrificaron decenas de valiosos animales. Despu¨¦s lo quemaron todo, lo sepultaron y lo abandonaron para siempre. Los ¨²ltimos d¨ªas de aquella ins¨®lita construcci¨®n, congelados en el tiempo gracias a la mezcla de las cenizas y arcilla que ha protegido sus restos todos estos siglos, pueden ser claves para entender la ¨²ltima etapa de Tartesos. Y, de paso, para cubrir algunos de los huecos que durante tantos a?os se han rellenado a base de mitos y leyendas (de H¨¦rcules al rey Argantonio) sobre la gran civilizaci¨®n que floreci¨® en el suroeste de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, de la mano del comercio con los fenicios, en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Tartesos confluy¨® con la colonizaci¨®n fenicia y lleg¨® a ser tan brillante y rica que excit¨® la imaginaci¨®n de los historiadores griegos. Perdur¨® unos cinco siglos, y su decadencia y desaparici¨®n total, hacia el 500 antes de Cristo, a¨²n est¨¢ por aclarar.
¡°Faltan muchos an¨¢lisis que hacer y mucho edificio por desenterrar ¡ªapenas se ha excavado el 10%¡ª¡±, advierten Sebasti¨¢n Celestino y Esther Rodr¨ªguez, arque¨®logos del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) y responsables del yacimiento de las Casas del Turu?uelo de Guare?a, que empez¨® a excavarse en 2015. Pero los huesos de 22 caballos, 3 vacas, 2 cerdos, 2 ovejas y 1 asno sacrificados (eso de momento, puede haber m¨¢s) no solo representan un hallazgo extraordinario ¡ªes la mayor hecatombe de animales localizada hasta ahora en todo el Mediterr¨¢neo, la primera de tama?o comparable a los holocaustos religiosos que se describen en el Antiguo Testamento o en la Iliada y la Odisea¡ª, sino que abren nuevas pistas para entender qu¨¦ pas¨® all¨ª.
El de Guare?a no es el ¨²nico edificio que entre finales del siglo V y principios del IV antes de Cristo tuvo ese mismo final en las Vegas Altas del Guadiana, un territorio que hab¨ªa cobrado vida e importancia econ¨®mica apenas un siglo antes, gracias a las oleadas migratorias llegadas por culpa de una gran crisis econ¨®mica desde el n¨²cleo central de Tartesos, entre lo que hoy es Huelva y Sevilla. Toda una serie de construcciones similares ¡ªcomo el santuario de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena, o La Mata, en Campanario, con un perfil m¨¢s econ¨®mico¡ª, encargadas de la gesti¨®n del territorio y del control del paso por el Guadiana, acabaron tambi¨¦n autodestruidas casi al mismo tiempo, algunas tras un gran fest¨ªn como el del Turu?uelo. La gran diferencia es el desmesurado sacrificio de animales, incluidos todos los caballos, claros s¨ªmbolos de abundancia y distinci¨®n en aquel tiempo, colocados adem¨¢s en posturas teatrales: la mayor¨ªa en parejas, ?algunos con las cabezas entrelazadas.
Esto, sumado a las otras riquezas enterradas (sacos de grano, vasos de pasta v¨ªtrea, juegos de ponderales, bronces destrozados a prop¨®sito), abre la hip¨®tesis de que aquellos hombres y mujeres pensasen que los dioses les hab¨ªan castigado y que estuvieran intentando ponerle remedio sacrificando los m¨¢s valioso que pose¨ªan, explica Sebasti¨¢n Celestino.
Perder¨ªa entonces fuerza la idea tradicional que dice que se marcharon por miedo a una inminente invasi¨®n de los pueblos celtas del norte, algo que tampoco concuerda con la casi absoluta ausencia de armas (com¨²n en realidad a todo Tartesos) y la enorme cantidad de tiempo y mano de obra que se debi¨® de necesitar para ocultar semejante construcci¨®n (se calcula que el edificio ocupa casi una hect¨¢rea de terreno). Los expertos creen que se debi¨® m¨¢s bien a alg¨²n cambio brusco del clima, alguna gran cat¨¢strofe natural o gran epidemia.
Los investigadores insisten en que se trata de resultados e interpretaciones provisionales. Podr¨¢n afinar mucho m¨¢s, por ejemplo, cuando sepan c¨®mo fueron sacrificados los animales, a qu¨¦ edad o si fueron eviscerados o descarnados despu¨¦s de muertos. Desde que comenzaron los trabajos en 2015 ya han desenterrado una habitaci¨®n llena de ricos objetos ¡ªjoyas, puntas de lanza, cer¨¢micas, semillas, parrillas de bronce y un gigantesco caldero extraordinariamente conservados¡ª, otra gran sala con un altar de adobe t¨ªpico tart¨¦sico (que representa una piel de toro) y una rar¨ªsima ba?era-sarc¨®fago. Adem¨¢s, est¨¢ la escalinata monumental de tres metros de altura (en la que se utiliz¨® una especie de protocemento un siglo antes de que el Imperio Romano empezara a usar el opus caementicium) que conduce al patio donde se han hallado los animales y frente a la que se abre un camino de pizarra y se intuye una gran puerta en un lateral. El hecho de que conserve las dos plantas tambi¨¦n convierte el edificio en un descubrimiento ¨²nico en todo el Mediterr¨¢neo occidental.
Con todos esos ingredientes, no es extra?o el inter¨¦s que el yacimiento ha despertado en la comunidad cient¨ªfica. Los responsables de la excavaci¨®n reciben constantes ofertas de colaboraci¨®n por parte de decenas de expertos e instituciones. Celestino, que tambi¨¦n dirige el Instituto de Arqueolog¨ªa de M¨¦rida (centro mixto del CSIC y la Junta de Extremadura), y Rodr¨ªguez aceptan muchas de ellas para superar la limitaci¨®n de medios a la que suelen enfrentarse este tipo de trabajos en Espa?a; en su caso, su ¨²nica subvenci¨®n procede de la Diputaci¨®n de Badajoz. As¨ª, por ejemplo, el laboratorio de restauraci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Madrid est¨¢ recomponiendo algunos de los restos hallados en Badajoz; mientras, en la Universidad de Cambridge se analizan sus fragmentos de tela; entre ellos, la que es probablemente la lana m¨¢s antigua encontrada en la Pen¨ªnsula.
Y tambi¨¦n un equipo de ingenieros de la Universidad de Extremadura ha recorrido la excavaci¨®n con un esc¨¢ner para tomar informaci¨®n que permitir¨¢ reproducir en 3D a escala 1:1 las estancias. Eso servir¨¢ despu¨¦s, entre otras cosas, para el desarrollo de algoritmos espec¨ªficos que permitan recomponer, a partir de los fragmentos encontrados, la forma precisa de la ba?era o de la puerta del patio, explica la investigadora Pilar Merch¨¢n. Adem¨¢s, el registro exacto de c¨®mo era el patio con los animales sacrificados ser¨¢ especialmente importante por si en un futuro (de momento, bastante lejano) se plantea abrir el yacimiento al p¨²blico y colocar reproducciones de los huesos.
De momento, y ante el r¨¢pido deterioro de los esqueletos, seis zooarque¨®logos de diferentes centros de investigaci¨®n se disponen a transportarlos a sus respectivos laboratorios para analizarlos y, en algunos casos, prepararlos para su conservaci¨®n (una vez restaurados, todos los restos pasan a disposici¨®n del Museo Arqueol¨®gico de Badajoz). ¡°Cuando eran solo dos caballos [los primeros que salieron a la luz], yo pod¨ªa hacerme cargo, pero cuando siguieron saliendo y saliendo, vi que esto era demasiado, que necesitaba ayuda¡±, cuenta a pie de obra Rafael Mart¨ªnez S¨¢nchez, arque¨®logo experto en restos animales de la Universidad de Granada. As¨ª, de la forma m¨¢s natural, durante una cena tras un taller celebrado en M¨¦rida el pasado mes de octubre sobre Los sacrificios de caballos en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica durante la I Edad del Hierro, naci¨® el improvisado equipo.
Sacar de la tierra con piqueta y palet¨ªn los restos de una treintena de animales de hace 2.500 a?os es un trabajo delicado que requiere un plan de ataque: por d¨®nde empezar, c¨®mo nombrar a cada individuo¡ Mientras lo deciden en el yacimiento (Pilar Iborra y Rafael Mart¨ªnez Valle, del Instituto Valenciano de Conservaci¨®n y Restauraci¨®n, llevan la voz cantante), repasan las primeras impresiones: aquel parece un ternero; este, un asno de cabeza enorme; a esta cerda le falta una paletilla delantera (?se la comer¨ªan durante el fest¨ªn?); al caballo quiz¨¢ le cortaron las patas antes de sacrificarlo¡ A los especialistas se les ve abrumados, pero tambi¨¦n entusiasmados; muy raramente pueden trabajar con semejante muestra, que les permitir¨¢ conocer, por ejemplo, pautas de alimentaci¨®n y enfermedades (de esto se encarga Silvia Albizuri, de la Universidad de Barcelona). O indagar a trav¨¦s de su ADN, si el estado de conservaci¨®n lo permite, en el proceso de domesticaci¨®n del caballo en la Pen¨ªnsula, explica Jaime Lira, del Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Salud Carlos III y miembro del equipo de Atapuerca.
Son sin duda enormes las posibilidades que se abren en este yacimiento de las Casas del Turu?uelo para saber mucho m¨¢s sobre c¨®mo eran, c¨®mo se organizaban o cu¨¢l era la relaci¨®n de esa cultura tart¨¦sica tard¨ªa con los lejanos pa¨ªses del otro extremo del Mediterr¨¢neo; se han encontrado objetos griegos, pero tambi¨¦n imitaciones hechas en los alrededores, y en los bloques rectangulares que sostienen la escalinata monumental se puede ver una versi¨®n local de los sillares de piedra que usaban en Grecia. Y como adem¨¢s existen muy pocos restos de envergadu?ra en la zona central de Tartesos en torno al Guadalquivir ¡ªprobablemente porque sobre ellos se fueron superponiendo capas y capas de los pueblos que llegaron despu¨¦s¡ª, tambi¨¦n pueden ayudar a entender mejor aquella gran civilizaci¨®n.
Desde que empezaron a excavar en Guare?a, Celestino y Rodr¨ªguez, con la inestimable colaboraci¨®n de Melchor Rodr¨ªguez Fern¨¢ndez, un obrero especializado en este tipo de trabajos desde hace m¨¢s de 20 a?os, que ha abierto a pico y pala gran parte del yacimiento, no han hecho m¨¢s que encontrar a cada paso objetos ¨²nicos, construcciones ins¨®litas y los restos m¨¢s antiguos y mejor conservados en la protohistoria mediterr¨¢nea (?hasta los marcos de madera de algunas puertas!). Y todav¨ªa falta el 90% restante.
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